La Casona no es más una residencia presidencial. La vieja hacienda de caña de azúcar que por más de seis décadas sirvió de hogar a presidentes y sus familias es, desde el pasado 19 de diciembre, La Casona Cultural “Aquiles Nazoa”, un recinto destinado la promoción de la historia, el arte y el esparcimiento en general.
Sus espacios, otrora usados para recibir a dignatarios y a grandes personalidades, se han convertido, por decisión de Nicolás Maduro, en pasillos, despachos y habitaciones, que se recorren en medio de visitas guiadas por personal del Ministerio de Turismo.
Cada paseo inicia después de un registro detallado del visitante y permite conocer áreas como la capilla, el mítico Pozo de los Deseos y el comedor en el que alguna vez se recibió al hoy rey de España, Felipe VI.
Conforme se avanza en la caminata, la visita también logra tener acceso a salas de mayores dimensiones como el salón festivo o el Salón de la Diana Cazadora, un espacio que está coronado por la obra homónima de Arturo Michelena.
Un poco más allá, se ubican el Salón de los Embajadores y, junto a él, el Salón Simón Bolívar. Este último conserva, en su interior, un retrato ecuestre del Libertador, realizado por el artista Alfredo Araya Gómez. La obra, un obsequio del expresidente de Chile Eduardo Frei, es de las más valiosas y significativas.
A escasos metros del Salón Simón Bolívar se encuentra el Despacho Presidencial, un área que se caracteriza por su escritorio y sillones, hechos en caoba tallada. Hay, además, una pequeña biblioteca y un baño al que solo tenía acceso el Presidente de la República.
Aquellos que acuden a la nueva Casona Cultural pueden pasear, además, por el Salón del Consejo de Ministros o por la enorme biblioteca, que aún resguarda libros sobre historia, política contemporánea, economía y relaciones internacionales.
Sin embargo, el área más polémica – y la que, en algunos casos, genera mayor curiosidad – es el dormitorio en el que habitó el fallecido presidente Hugo Chávez. El otrora primer mandatario, protagonista del golpe de Estado en el que se atentó contra la propia Casona en 1992, residió en esa mansión, desde el inicio de su primer mandato, hasta el año 2002.
