Paramilitares siembran minas en la zona del Catatumbo y la guerrilla impuso el toque de queda en El Guayabo

Redaccion El Tequeno
Imagen de archivo de un desertor del grupo guerrillero ELN ajustando su pañuelo mientras está formado en línea con sus camaradas después de su rendición en Cali, Colombia. 16 de julio, 2013. REUTERS/Jaime Saldarriaga

El Guayabo es la capital de la parroquia Udón Pérez del municipio Catatumbo del estado Zulia, en la frontera con Colombia. Desde hace días llegaron hombres fuertemente armados, vistiendo uniformes e identificándose como miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y le dijeron a los habitantes que no salieran de sus viviendas.

Las oficinas públicas no abrieron y las escuelas tampoco. Los habitantes sabían que detrás de esa orden lo que iban a oír era plomo cerrado. Y en efecto, las zonas adyacentes el pueblo se convirtió en un campo de batalla.

En la zona están instalados grupos paramilitares, que controlan parte importante de la poderosa industria del contrabando. Los que llegaron a enfrentarlos son miembros de la guerrilla colombiana, interesada en el gran negocio de la zona.

De no ser por las bandas de irregulares armadas, El Guayabo podría ser un próspero lugar para la ganadería y la producción agrícola. Pero la permeabilidad de la frontera venezolana y la inacción de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, lo han convertido en el escenario de la encarnizada guerra entre guerrilla y paracos colombianos.

Hace más de una semana la situación es desesperante. “Hoy regresaron al transporte público encargado del traslado de la gente desde Encontrados hasta El Guayabo”, nos dice un obrero de la zona.

El 9 de febrero, según relata, llegaron los uniformados del ELN “y mandaron a todo el mundo a dormir. Al día siguiente el pueblo lució solo. La gente está muy nerviosa y por eso no hubo clase, ni transporte, solo algunos negocios de comida abrieron”.

El abandono de la tierra

En el sector donde está Motilón, La Motilona, Cuatro Ranchos ya quedan muy pocos productores, porque han sido desplazados por los grupos irregulares que se disputan el territorio y que les han dicho que no quieren ver civiles por ahí. Los paramilitares se han quedado con varias fincas. “Lo hacen para robarse el ganado y lo que consiguen en las casas. Cada día se va quedando más solo el lugar. Y si viene el Ejército es peor la situación pues porque se llevan a los productores, los secuestran y después hay que pagarles hasta diez mil dólares para que los suelten”.

Cada vez es mayor la presencia de “Los Rastrojos” en Venezuela

En el sector Motilón III, donde está la escuela de Caño 14, están instalados los guerrilleros del ELN. De ahí a La Motilona lo divide un caño grande; de un lado están Los Rastrojos, que hace tiempo enfrentó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que estaban en ese lugar.

“El problema es que se meten en las casas de los civiles, que nada tenemos que ver con ese conflicto entre ellos. No acampan a cielo abierto porque tienen miedo que les lancen cilindros y bombas de esas que lanza”.

Como los paramilitares se metieron a las fincas, entonces el ELN mandó, en octubre 2019, a citar a los propietarios para la escuela de Caño 14. “Los guerrilleros acusaron a los duelos de las fincas de ser colaboradores de Los Rastrojos y les dijeron que les daban tres días para que se fueran del lugar porque si no los iban a matar”.

Los productores trataron inútilmente de explicarles que eso no era así. “Qué culpa tienen los productores si Los Rastrojos llegan armados a las casas”. Así obligaron a seis propietarios de finca a abandonar sus predios ubicados a la orilla del caño Motilón. Después hubo otros que fueron desalojados y debieron dejar todo abandonado.

Más recientemente, a los productores que estaban más retirados del Caño le llegaron Los Rastrojos y les dijeron que era preferible que se fueran, porque ellos están sembrando de minas el territorio. “Dijeron que no querían ver a gente caminando por el lugar y que se llevaran todas las pertenencias, incluyendo el ganado; insistieron en que están minando los potreros, las casas”.

La autoridad

“Es muy triste lo que está pasando. A muchos productores se les ha perdido gran cantidad de ganado. Varios productores fueron amenazados de muerte”. Los irregulares han destrozado maquinaria y las venden como chatarra para Colombia.

Lo más grave es que la Fuerza Armada no representa una esperanza para los habitantes de la frontera. “A la gente le da miedo denunciar, porque la Fuerza Armada que está en sectores como éste, trabajan de la mano con el ELN. Si alguien coloca una denuncia, vienen y lo matan. “Los elenos acusan a los productores de trabajar con los Rastrojos y los paracos los señalan de trabajar por los elenos”.

En el sector de Puente Hierro, donde está la escuela Los Rastrojos montaron alcabalas.

Son los grupos irregulares quienes imponen la Ley en el Catatumbo venezolano. Los elenos hicieron reunión con los productores y fijaron cuál es el salario que deben pagarle a los obreros. Además dijeron que deben darle un porcentaje de la producción.

“Lo peor son las amenazas de muerte. Nos colocan en medio de esos grupos. Ellos se están enfrentando en El Guayabo y a la orilla del río”, finaliza diciendo un habitante del sector.

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