Mariana y su familia observan de lejos el humo que emana del horno crematorio del cementerio Monumental de Los Teques. El protocolo de bioseguridad no les permitió despedirse de su padre, quien fue el cadáver número 450 incinerado en lo que va de año.
En decesos por covid-19 no se permite realizar el protocolo de despedida, el cadáver debe ser trasladado directamente a un crematorio. Los cuerpos deben llegar embolsado en un saco de bioseguridad.
«No pueden acercarse, pueden ver desde aquí», les advierte un trabajador del camposanto, ubicando a los familiares en un terreno adyacente, ubicado a unos 100 metros del honor.
Desde ese punto, Mariana y su familia lloran en silencio mientras observan como desde una camioneta negra, dos hombre con trajes de bioseguridad amarillos, bajan el cuerpo y lo entregan a los encargados del horno.
«En promedio estamos incinerando hasta 6 cadáveres diarios, estamos a tope», narra uno de los trabajadores del cementerio que permanece cerrado al público por ser semana «radical».
En los últimos 70 días unas 450 cuerpos han sido incineradas solo en ese crematorio, el único de los Altos Mirandinos. Aclara que no todo son víctimas del Covid-19, pero sí la mayoría.
No hay cifras oficiales de decesos por la pandemia en Altos Mirandinos. Desde octubre del año pasado los alcaldes mirandinos locales dejaron de suministrar datos oficiales de muertes generadas por el virus.
Lejana despedida
«La última vez que vi a mi papá fue el día que lo ingresaron al hospital, pasó quince días hasta que nos avisaron que había muerto, hoy estamos aquí despidiéndolo de lejos», remata visiblemente afectada la joven, quien se desplazó desde Charallave a los Altos Mirandinos, por ser el crematorio mas cercano.
El tiempo de entrega de las cenizas varia, va entre dos y tres días dependiendo del numero de cadáveres que ingresen. El costo va entre los 300 y 350 dólares. «Es mas económico que un entierro, por eso hay una alta demanda», refiere uno de los trabajadores.
Prepara para finales de semana una reunión familiar para despedirlo. «Le pediremos a un cura amigo que vaya a la casa y bendiga las cenizas, las cuales vamos a guardar en casa un tiempo», puntualiza.
Daniel Murolo
