Rezan que llueva para poder bañarse, lavar y cocinar. Por falta de gas hierven el «agua del cielo» en una improvisada fogata.
Carmen Julia le lleva el tiempo contadito a la tragedia que viven sus vecinos y su propia familia. La mañana de este domingo eran cinco semanas, 40 días, 840 horas sin recibir agua. «Aquí en San Diego de los Altos habitamos seres vivos, por favor alguien que nos ayude».
La sala de su casa está repleta de envases plásticos, pipotes – de todos los tamaños-, vasos y ollas, todos, sin excepción, vacíos. «No todos tenemos 15 mil Bs para pagar un botellon de agua mineral y muchos menos un cisterna», explica mientras espanta un par de moscas que insisten en posarse en su brazo.
Lo que más le preocupa a Carmen Julia es justamente la insalubridad en la está obligada a vivir. «Limpio, me baño yo y mi hijo, con el agua de la lluvia, pero a veces no llueve y esto es un desastre».
El baño lo mudó para el patio. Su hogar, una humilde vivienda de techo de zing y paredes de bloque descubierto, está ubicado a pocos metros de un cerro, lo que le permite hacer sus necesidades al aire libre y así evitar usar el baño.
Su hermano, quien vive en La Maitana, una comunidad cercana igualmente azotada por la falta del líquido, fue quien le instaló una improvisada canal para recolectar el agua de lluvia. Las goteras, que abundan en su techo, también le proveen agua.
«Es desesperante, porque a veces me quedo sin gas y para hervir el agua para beber debo encender una fogata en el patio», explica mientras señala la leña que tiene dispuesta cerca de la entrada.
Carmen Julia está a punto de cumplir 35 años; «aunque parezca que tengo como 50», agrega entre risas, responsabilizando de su aspecto a la necesidad que le ha tocado vivir en los últimos años.
«Soy viuda, mi esposo murió con un cuadro hemorragico de dengue hace 4 años, quedé sola con mi bebé de 5 años, mi hermano es el que me ayuda», destaca la mujer.
Perdió la cuenta de cuando fue la última vez que escuchó un chorro de agua entrando en su tanque. Asegura que San Diego de los Altos fue olvidado por las autoridades tanto municipales – Guaicaipuro- como regionales – Miranda-.
Agradece a un vecino, que vive a unos 2 kilómetros de distancia, que le permite a veces agarrar agua de un tanque. «Pero van 5 semanas sin que llegue, por lo que él tampoco tiene».
Al cumplirse 840 horas, Carmen Julia perdió la esperanza que tras la reparación de la tubería matriz realizada por Hidrocapital el pasado viernes, comenzará a llegar el servicio.
«Nos alegró mucho escuchar que habían reactivado el bombeo, han pasado ya tres días y para la hora seguimos igual de secos» , detalla.
Ni para bañarse
Donde sí han tenido la suerte de recibir agua no se atreven ni a lavarse la cara. «Lo que está entrando es literalmente pantano, lodo espeso, mal oliente, no me quiero imaginar como están los tanques», reseña Alberto Márquez, residente de El Amarillo.
El popular sector pertenece al Municipio Los Salias y por su ubicación geográfica – ubicado en cota baja- fue uno de los primeros en recibir agua tras la suspensión del servicio por más de 8 días por la fisura de un tubo 54 pulgadas.
«Lo que hicimos fue abrir los chorros y dejar que se aclarara un poco, porque ni para bajar pocetas servía», agrega el hombre, quien muestra -en una foto – el color del agua que comenzó a llegar el viernes en la tarde.
En total unos 600 mil habitantes, residentes de los tres municipios que conforman los Altos Mirandinos, estuvieron sin el servicio una semana, un porcentaje importante que, según las autoridades ronda el 45 %, siguen para le fecha sin agua.
«Irá llegando progresivamente, primero a las cotas bajas y prosteriormente a las altas», explicaba un representante de la hidrológica. Carmen Julia desconoce a qué altura esta su casa, ella está clara que no le llegará pronto, por lo que sigue rezando para que llueva y contando las semanas, días y horas que tiene sin poder abrir el grifo de su casa.
Daniel Murolo / Vía Analitica.com