En las ciencias militares, se combinan la táctica o el cómo hacer determinada acción y la estrategia o el qué hacer. La mejor estrategia es la que permite someter a un enemigo sin combatir; conquistar sus ciudades, fuerzas y defensas sin acosarlas, desplazar sus gobiernos sin derramar sangre. El factor sorpresa, la distracción y el engaño han sido muy útiles para estos fines.
Juan V. Gómez, vicepresidente y comandante general de las fuerzas militares venezolanas, toma el gobierno el 19 de diciembre de 1908 a través de un “golpe seco”; es decir, ningún componente del ejército ejecuta alguna acción en contra y reconocieron de inmediato al nuevo presidente. Solo trasladarse hasta la oficina del ejecutivo nacional fue suficiente.
Para 1945 el presidente constitucional Isaías Medina A., se encontraba lidiando para llevar a cabo las primeras elecciones libres, democráticas y en primer grado. Un esfuerzo por la libertad, si consideramos que fue él quien legalizó los partidos políticos y otorgó libertad de prensa. En la efervescencia de las acciones, grupos obstaculizaban unas y facilitaban otras propuestas y el 18 de octubre de 1945 la llamada “Revolución de Octubre” acabó con su gobierno.
En 1947 en el seno del ejército venezolano, se crean y afianzan corrientes de pensamiento y formación de militares: la escuela francesa y la prusiana. Las elecciones presidenciales de ese año dan como ganador a Rómulo Gallegos, más tarde, un 24 de noviembre de 1948 el ministro de la defensa Carlos D. Chalbaud permite la rebelión de un núcleo influyente de militares, entre ellos Luís F. Llovera Páez según de buen carácter, hábil, estratega, autor de “Anotaciones de economía de guerra y movilización industrial”.
El 23 de enero de 1958 concluyó la etapa de las dictaduras en Venezuela, al menos en su forma tradicional, a través de un golpe de Estado militar dirigido por el Contralmirante Wolfgang Larrazábal, desde los muelles de la Armada venezolana.
Aquel día, a las preguntas reiteradas del presidente Gral. Pérez Jiménez: “¿qué pasa Larrazábal?”, la respuesta era: “No pasa nada”. Para ese momento, varios destructores de la Marina de Guerra ya habían tomado posición. Los comandos de las Fuerzas Armadas retiraron el apoyo al Gral. Pérez Jiménez. Horas antes el propio Llovera Páez acuñaba la frase: “vámonos compadre, que el pescuezo no retoña”.
No sería exagerar que el poder político hoy de Venezuela es producto de golpes de Estado continuados, porque sus actos se fundamentaron en vulnerar las normas constitucionales y sus solapadas individualidades en subvertir los poderes públicos.
Quizás con el fin de expoliar la decisión de los venezolanos que ya se manifiesta y canaliza democráticamente, se esté tramando desde aquel poder otra artimaña para golpear la institucionalidad y derribar la opción de vida para el país; los involucrados deben revisar la historia y aprender de ella para transitar un recorrido que no será fácil, pero que deberá asegurar la legitimidad y estabilidad en el tiempo del próximo gobierno en Venezuela.