Algunas declaraciones –de nativos y extranjeros– parecen indicar que el diálogo planteado por Guaidó definitivamente camina. Avalado –al menos de palabra– por el gobierno, la oposición –casi toda– y un importante padrinazgo de la comunidad internacional, a comenzar por Biden y Europa, y los buenos oficios de los noruegos, excelentes cocineros de pactos según se dice por doquier. Pero hay que hacer notar que la gente, usted y los demás venezolanos, no creen casi en absoluto en ese u otro diálogo, según la última encuesta de Seijas-UCAB. (Aunque, a mi entender, es una encuesta hecha con una metodología poco amante de la sensatez y la perspicacia). Pero algo parecido a eso pasa después de los estruendosos fracasos habidos no ha mucho y porque incluso algunos opositores seguramente piensan que la palabra es un seudónimo de la figura viral de Zapatero.
Por otro lado, textualmente, se mueve una pieza fundamental que es lo que dirá a fines del verano nórdico la comisión que mandó la Unión Europea, más precisamente su encargado de relaciones exteriores, J. Borrell, hay que precisarlo porque este tiene sus mañas, que no todos comparten. Maduro se encargó de un pequeño show en honor de los distinguidos invitados que tuvo como plato fuerte un ataque con armas largas a la residencia del muy reconocido por Europa Juan Guaidó, a pesar de que ahora tiene un estatus muy vago, algo como el de interlocutor privilegiado, o príncipe sin corona para ser más claros, ya que a pesar de considerar cochinas las últimas elecciones legislativas maduristas prefieren torear esa enredadísima situación legal de las dos asambleas, del poder real y el ético, etc. Al fin y al cabo, Venezuela está algo lejos y sus buenos bofetones le han dado a su dictadura.
De paso se llevaron preso a un muy importante líder de Voluntad Popular, Freddy Guevara, al cual habían indultado hace pocos meses, acusándolo ahora del habitual rosario de crímenes de lesa revolución, minucias como terrorismo, traición a la patria y unos cuantos más. Y sumaron acusaciones similares a otros militantes de ese partido irredento. Pero, sobre todo, hubo una miniguerra civil en una zona de Caracas, que maneja el Koki, un criminal empoderado, como su feudo y después de unos cuantos muertos y un generalizado pánico en la ciudad traumatizada se decidió, al más alto nivel gubernamental, que también eran fechorías del partido de Guaidó y Leopoldo López. Los husmeadores europeos han debido sorprenderse de que un considerable sector de la ciudad capital fuera una suerte de campamento hamponil y que el gobierno lanzara así acusaciones ligando el agua y el aceite, como por no dejar, sin mayores consecuencias jurídicas u otras y sin prueba alguna.
Uno supone que en algo contará el espectáculo en las consideraciones de la comisión viajera para valorar si un gobierno tan ligero de casco y capaz de tales exabruptos violentos y burdamente represivos es capaz de preparar unas elecciones virginales y translúcidas como se pretende. Sería un actualizado capítulo del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, bueno para Netflix. Pero que de cosas no pasan en este mundo del cambio climático y el coronavirus.
A pesar de todo uno se sienta a desear, por ahora, que los dos caminos opositores, el que conduce al noviembre electoral y el más genérico y ambicioso, cambio de gobierno, tiendan a coincidir en la mesa mexicana que ya anuncian para agosto. Creo que el punto en que habría que juntarse es que sí se vaya a la elección de gobernadores, dice Seijas que la gente quiere votar y en cantidad, pero también se pediría un cronograma electoral donde se ubique la elección presidencial adelantada y que yo creo que debería ser el muy constitucional referéndum revocatorio. ¿Qué dirá el gobierno?, ¿qué dirán los partidarios de conformarse con ese probable «no» y seguir a ver qué se pesca?, ¿qué harán los del necesario cambio presidencial para salir de la terapia intensiva? ¿Y si de repente, por intervención de José Gregorio digamos, se da la dupleta? Creo que en breve no seremos los mismos, se van a barajar las piezas y fuerte.
Fernando Rodríguez