El chavismo tiñó de rojo el mapa de Venezuela en las elecciones del domingo y consolidó el poder de Nicolás Maduro, mientras que la oposición celebró su estrategia abstencionista aunque sin definir sus próximos pasos.
La organización que apoya a Maduro, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), conquistó 23 de las 24 gobernaciones, según el primer boletín de la autoridad electoral que proyectó también una mayoría absoluta para el chavismo en el Parlamento.
El jefe de campaña de Maduro y presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, dijo que el chavismo obtuvo 256 de los 285 escaños y que los otros 29 fueron para adversarios. El ente electoral, acusado de servir a Maduro, aún no ha confirmado este resultado.
Maduro consolida el control de las instituciones del país 10 meses después de su cuestionada reelección, marcada por disturbios y arrestos masivos. Y con esta mayoría marcha tranquilo de cara a su reforma de la Constitución de la que hay poca información.
«¡Hoy hemos demostrado el poder del chavismo!», celebró Maduro después conocerse los resultados.
– «Implicaciones profundas» –
Donde Maduro celebró victoria, la oposición vio una derrota: su líder María Corina Machado llamó a no participar y sostuvo que la poca afluencia en los centros electorales representó una nueva protesta a la proclamación del mandatario el 28 de julio pasado, bajo el grito de fraude.
La autoridad electoral fijó la participación en 42,6% de los 21 millones de electores registrados.
«Es una pérdida de tiempo hoy en día votar», dijo a la AFP Jenny Massicatto, una empresaria en Caracas. «Sabía los resultados sin ser ningún adivino», comentó por su parte Douglas Palma, jubilado.
En esta elección -sin observación independiente- participó un ala opositora que se le rebeló, pero la fractura interna se tradujo en migajas: un puñado de diputados y la gobernación del estado Cojedes (centro).
La abstención logró «regalarle al chavismo, siendo minoría, espacios de poder que no debería tener», dijo Stalin González, parte de esa disidencia que encabeza Henrique Capriles.
El chavismo se queda de hecho con el control absoluto de la Asamblea Nacional hasta 2031 y los poderes regionales, en segundo lugar, hasta 2029.
«Celebran al unísono el gobierno y la oposición», estimó el analista político Luis Vicente León. «La diferencia está en la duración y la profundidad de esas victorias».
El resultado deja «un chavismo fortalecido en el control institucional, una oposición dividida y con representación limitada, y una mayoría social desmovilizada», añadió.
– Llamado a «actuar» –
Las elecciones se realizaron apenas días después de la detención del dirigente Juan Pablo Guanipa, próximo a Machado, y de otros 69 opositores acusados de integrar una «red terrorista» para sabotear estos comicios.
El gobierno desplegó a más de 400.000 efectivos para la seguridad de la votación, restringió los pasos fronterizos y suspendió la conexión aérea con Colombia, en principio, hasta este lunes.
En una de las autopistas de Caracas, efectivos de contrainteligencia, encapuchados y con armas largas, formaron un corredor para inspeccionar vehículos.
Machado llamó a los militares a «actuar» contra Maduro, a quien acusa de robarse la elección del año pasado que asegura ganó su candidato Edmundo González Urrutia. «Tienen la obligación de hacerlo», dijo en un video en X desde la clandestinidad.
Pero la Fuerza Armada ha jurado lealtad una y mil veces a Maduro, que les ha multiplicado su poder.
– «Desafección política» –
No está claro cuál es el siguiente paso para la oposición. La reforma constitucional se debate el año que viene pero requiere, por ejemplo, que se apruebe en referendo popular.
«La abstención (…) lo que hace es empeorar su situación», explicó a la AFP el politólogo Pablo Quintero. «Genera un proceso de desafección política, de desilusión, resignación por parte de la gente».
Capriles y González ganaron curules en el Parlamento, pero «no son irrelevantes», según el analista León.
«Cumplieron parcialmente su objetivo de preservar presencia institucional y evitar su desaparición total», apuntó. Podrán «posicionarse como eventuales actores en futuros procesos de negociación».
No obstante, para Quintero el peaje a su capital político será alto. «La oposición necesita un refrescamiento».