Dos años después de que los talibanes tomaron el poder en Afganistán, el 15 de agosto de 2021, continúan las alarmas encendidas en el sistema de las Naciones Unidas por la situación de los derechos humanos y en particular por la masiva opresión sobre las mujeres en ese país.
Han sido “dos años que han cambiado la vida de las mujeres y niñas afganas, sus derechos y su futuro. Debemos amplificar sus voces en la lucha por sus derechos a la educación y el trabajo”, dijo la vicesecretaria general de la ONU, Amina Mohammed, en una publicación en su cuenta en X (anteriormente Twitter).
De su lado, el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, llamó a la comunidad internacional a “no olvidar al pueblo afgano que, además de enfrentar serias restricciones a sus derechos humanos, vive una situación humanitaria y económica desastrosa”.
“Ningún afgano se salva de una forma u otra de la violencia y el conflicto de las últimas cuatro décadas”, dijo Türk en un comunicado, y señaló que las víctimas y sus familias continúan buscando la paz, la justicia y exigiendo responsabilidades.
El movimiento islamista talibán, en guerra contra las fuerzas de Estados Unidos y sus aliados en Afganistán, se hicieron con el poder hace dos años e implantaron un régimen que, entre otras medidas, implantó rígidas normas de vestuario y vida de las mujeres y cercenó sus derechos a la educación, trabajo y libre tránsito.
Las agencias de la ONU reivindican que continúan trabajando sobre el terreno en Afganistán, supervisando, documentando y defendiendo cuestiones de derechos humanos, además de brindar asistencia humanitaria en áreas como la educación –hasta donde se permite-, la salud y la alimentación.
La jefa de la agencia ONU Mujeres, Sima Bahous, acusó a los talibanes de “haber impuesto el ataque más completo, sistemático y sin precedentes contra los derechos de las mujeres y las niñas” desde que asumieron el poder.
“A través de más de 50 edictos, ordenanzas y restricciones, los talibanes no dejaron intacto ningún aspecto de la vida de las mujeres, ni escatimaron en libertad”, dijo en un comunicado Bahous.
Para las responsable, las autoridades de facto en Kabul “han creado un sistema basado en la opresión masiva de las mujeres que es justa y ampliamente considerado apartheid de género”, es decir, semejante al régimen de segregación racial (apartheid) implantado en Sudáfrica a lo largo del siglo pasado.
También el Fondo Mundial de la ONU para la Educación en situaciones de emergencias y crisis prolongadas lanzó una campaña para amplificar las voces de las niñas y las jóvenes afganas, en defensa de su derecho a la educación.
La campaña “Voces de jóvenes afganas” presenta testimonios de personas cuyas vidas se han visto bruscamente trastocadas por la prohibición que les impide perseguir su educación y sus sueños.
Sus palabras se transmiten junto con ilustraciones que describen tanto la desesperación experimentada como su fortaleza frente a la prohibición de su educación, indicó el Fondo, que sumó a la antigua capitana del equipo de robótica de las niñas afganas, Somaya Faruqi.
La situación en Afganistán “está afectando enormemente a la salud mental de las niñas, y los índices de suicidio entre ellas han aumentado en los dos últimos años. Es más urgente que nunca actuar ahora, y espero que el año que viene celebremos su libertad en lugar de señalar su opresión”, declaró Faruqi.
Bahous elogió que “ante las circunstancias más hostiles, las mujeres afganas se pronuncian en contra de las violaciones, brindan servicios que salvan vidas, poseen y operan negocios, dirigen organizaciones, y su valentía debe inspirarnos a una mayor acción”.
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