La selección de fútbol de Venezuela pasó del “sí se puede” al “mano, tengo fe”. Ya no es extraño ver ganar a la Vinotinto y verla jugar bien. Lo ha hecho ante rivales de peso como Brasil al que le sacó un histórico empate de visita, y también ha hecho valer su localía.
Muestra de ello es que Venezuela está invicta en el estadio Monumental de Maturín, durante estas eliminatorias para la Copa Mundial de Fútbol de la Fifa 2026.
Mucho ha pasado para que la Vinotinto vuelva a despertar pasión entre los venezolanos. Pero un elemento trascendental ha sido el apoyo que le imprimen los fanáticos desde las gradas. Ya no es simplemente hacer la ola y pedir un gol. Ya no sólo se aplaude y se canta el himno nacional.
Ahora, desde antes del partido, cientos de miles de personas entonan cantos para alentar al equipo y para hacerle sentir algo de presión al rival. En resumidas cuentas, para hacerse respetar en casa.
La tribuna norte del estadio Monumental de Maturín está reservada para la barra más grande Venezuela. Esa que reúne fanáticos de equipos como Portuguesa F.C., Caracas F.C. y Monagas Sport Club.
Los seguidores de estos equipos decidieron unir sus esfuerzos e ideas y agruparse en una sola gran barra para apoyar a Venezuela en cada partido de local. Viajan de forma organizada, desde distintos puntos del país, para llegar al oriente venezolano, apoyar al equipo y emprender el viaje de vuelta a sus lugares de origen esa misma noche.
Contra Paraguay y Chile el apoyo de estas barras unidas fue evidente, y ante Ecuador, el jueves 16 de noviembre no fue la excepción.
La Vinotinto tiene aliento constante
Los miembros de las distintas barras llegan con varias horas de antelación al estadio Monumental de Maturín. Particularmente este jueves fue un día nublado, lluvioso y un tanto húmedo. Para algunos es perfecto pues se oculta el sol de la capital de Monagas, lugar donde normalmente el calor es sofocante y supera con facilidad los 30 grados centígrados.
El viaje desde Caracas le tomó unas doce horas a los seguidores del equipo capitalino que llegaron en más de diez autobuses a Maturín. Atravesaron autopistas y carreteras para llegar a tiempo al partido de fútbol que iniciaba a las 6:00 de la tarde.
Apenas al llegar, de forma organizada, los miembros de las barras ingresan al estadio con los trapos gigantes donde hay varios mensajes que ya se han hecho populares dentro y fuera de Venezuela. Una tela vinotinto lleva escrito en blanco “Mano tengo fe”, eslogan que ya es una referencia al hablar de la selección nacional de fútbol.
Pero antes de desplegar cualquier trapo hay una entrada en calor en los túneles del estadio Monumental. Cientos de personas se reúnen alrededor de los redoblantes y las trompetas. Como si se reunieran ante el fuego. Cantan, bailan, sudan y saltan. En ese momento Maturín se convierte en la sede de una fiesta que durará poco más de noventa minutos.
Aunque la tribuna norte es el sitio de las barras, no es excluyente. A este punto también acuden fanáticos que quieren disfrutar del partido. Mujeres, hombres, niños y adultos mayores se dan cita en este espacio que mezcla las emociones más humanas y en donde la gente se entrega a ellas, al menos por un rato.
El momento de salida de los equipos se nutre del sonido de la percusión. Es constante el patrón. Se suman las trompetas y las voces de las miles de personas asistentes. Abajo, once jugadores vestidos de vinotinto se preparan para disputar una jornada más de un camino largo y nada sencillo: llegar al primer mundial de fútbol en selección masculina de mayores.
Durante el partido el aliento es mantenido. Las personas se mantienen en la zona a pesar de una leve lluvia que presagia un posible aguacero. Algo normal por estos días en la ciudad Maturín.
“Soy, Vinotinto soy”, se escucha resonar en el estadio. Más de 50.000 personas cantando al unísono. Luego cambian al “te amo”, una especie de carta de amor al fútbol y, en especial, a la selección venezolana.
Un empate que ya no es tan amargo
La tensión se apodera de los asistentes a medida que avanza el partido. El empate a cero goles se sostiene en el marcador. Ni Venezuela ni Ecuador lograron hacerse daño. Hay paridad en la cancha. Contrario a lo que podría pasar en ocasiones anteriores, las personas no tienen expresión de tristeza en sus rostros. No hay que engañarse y decir que no se quería lograr la victoria, pero lo cierto es que la casa de la Vinotinto se mantiene invicta y ahora es momento de pasar página.
Mientras tanto, los fanáticos de las barras se van separando. Los de Monagas se quedan en casa, pero a los de Portuguesa y Caracas les toca un viaje largo de vuelta. Ya no habrá más partidos de eliminatorias mundialistas en Venezuela hasta el próximo año. Habrá que esperar al mes de septiembre de 2024. Sin embargo, ahora mismo la Vinotinto está en el cuarto puesto de la tabla. Si la competencia terminara hoy, Venezuela tendría un cupo asegurado en la Copa Mundial de Fútbol de 2026.
Pero el camino no es tan sencillo. Quedan trece partidos, seis de esos serán de local y, seguramente, ahí estarán alentando los fanáticos que crearon la barra más grande de Venezuela.