El español Álvaro Pombo recibió este miércoles el Premio Cervantes 2024, el más importante de las letras españolas, por su «extraordinaria personalidad creadora, lírica singular y original narración», lo que demostró con un discurso en el que alertó de la fragilidad del ser humano.
«Hoy sigue siendo, quizá más que nunca, el gran tema: la fragilidad ante la enfermedad, ante la soledad, ante la injusticia, ante la inseguridad, ante la falta de convicciones, ante las causas perdidas», señaló Pombo, que llegó en silla de ruedas y cuya presencia en el acto celebrado en la madrileña Universidad de Alcalá de Henares estuvo en duda hasta el último momento por cuestión de salud.
Tanto, que su discurso, que había preparado hace años por si acaso le «caía del cielo» este premio, fue leído por el también escritor Mario Crespo, mientras Pombo, con chaqué, corbata negra y su característico gorro de lana, le observaba acompañado de los reyes de España, el ministro español de Cultura, Ernest Urtasun, y numerosas personalidades de la política y cultura.
Pombo (Santander, 1939) habló en su discurso de «la fragilidad del ser humano ante las más diversas instituciones que parece que no le amparan a uno, en una sociedad cada vez más ininteligible».
Y matizó que una narrativa de la fragilidad «no tiene por qué ser una narrativa fragilizada o rompible» sino que puede ser «tan inquebrantable como el propio texto de Don Quijote de la Mancha».
Aunque -recordó- «ahora nadie se bate en duelo por su honor, ni por el honor de España, ni por el del tato», precisó el autor de novelas como ‘Contra natura’ (2005) o ‘El temblor del héroe’ (2012).
«Nos hemos convertido entre influencers y mercachifles», dijo el español, de 85 años, tras recibir el más importante galardón de las letras españolas de manos del rey Felipe VI y la reina Letizia, en una ceremonia marcada por el luto por el fallecimiento del papa Francisco.
En la apertura de la ceremonia no se realizaron los tradicionales honores militares, las banderas estaban a media asta y tanto las autoridades como el premiado vestían de negro, aunque sí sonó el himno de España.
Por su parte, Felipe VI reivindicó los valores de la claridad, la bondad y la verdad de la literatura de Álvaro Pombo, que deben guiar en los tiempos actuales como faros «en una búsqueda incesante».
«Vivimos días inciertos que piden claridad; días duros –y para muchos, aciagos─ que demandan bondad; días de confusión que reclaman verdad», dijo el rey.
Además recordó que el premiado llevó de la poesía a la novela «su peculiar amor por la palabra exacta» y habló de cómo la pasión por la verdad le hizo interesarse por la historia como tema literario.
Como ejemplos, apuntó que se ocupó de las cruzadas en ‘La cuadratura del círculo’, de la aventura mexicana de los cristeros en ‘Una ventana al norte’ y de la guerra civil española ‘en Santander, 1936’.
La novela ha sido también para Pombo una manera de contar la verdad de las relaciones humanas, «de sus amores, de sus odios», agregó el rey, quien hizo notar -con el permiso del autor- «que la edad le ha conferido un noble aspecto quijotesco».
«En este afán de encontrar la verdad narrativamente hallamos la lección más profunda de la obra de Álvaro Pombo, la que deberíamos aprender todos. Lo importante es comprender lo que pasa y lo que nos pasa. Y en el ámbito social, comprendernos. Después podremos juzgar, pero antes tenemos que comprender», afirmó Felipe VI.
Un interés sobre la verdad, del que tiene como precedente a Miguel de Cervantes y sobre el que también habló en Alcalá de Henares el recientemente fallecido Mario Vargas Llosa al recoger su Cervantes en 1995, cuyas palabras citó el rey «como recuerdo y homenaje a su inmensa figura», al igual que también lo hizo Ernest Urtasun.
El ministro de Cultura dedicó sus primeras palabras al recuerdo de Vargas Llosa, «uno de los más universales escritores en nuestro idioma».
Y sobre Pombo, dijo que es un «verso único, suelto y excepcional» de las letras españolas contemporáneas y «una paradoja gozosa» para los amantes de la literatura, por ser un «autor excéntrico» y «exiliado, al borde de la historia, siempre en un imposible lugar».
EFE