Estados Unidos se quedó a partir de este jueves sin trenes de pasajeros que operen en recorridos de larga distancia, ante el temor de que una posible huelga que empiece el viernes dejase a los viajeros parados a medio camino antes de llegar a sus destinos.
El principal operador ferroviario para pasajeros del país, Amtrak, informó de la decisión en un comunicado, en que explicó que se podrían seguir los mismos pasos para otros trenes de recorridos más cortos en las próximas horas si la posibilidad de una huelga no desaparece.
Lo curioso es que Amtrak y sus empleados no forman parte de la disputa laboral que podría derivar en huelga, pero sus trenes usan vías que son propiedad de empresas sí directamente implicadas en el conflicto y que dejarían de estar operativas en caso de huelga.
El presidente estadounidense, Joe Biden, está trabajando a contrarreloj para evitar la huelga del transporte ferroviario de mercancías, que podría provocar más interrupciones a la cadena de suministro e impactar negativamente en la economía.
La interrupción en el transporte podría comenzar este mismo viernes si las empresas ferroviarias no llegan a un acuerdo sobre un nuevo contrato con dos sindicatos, que representan a unos 57.000 trabajadores entre conductores e ingenieros.
Para evitarlo, Biden está mediando entre compañías y sindicatos y el lunes, mientras estaba en Boston, habló por teléfono con las dos partes en un intento por evitar la huelga.
En paralelo, la Casa Blanca está haciendo planes de contingencia para que continúe el transporte ferroviario de productos clave para la economía estadounidense a través del aire en aviones de mercancías, por mar con barcos e incluso en camiones por las carreteras del país.
En el centro de la disputa se encuentra la negociación de un nuevo contrato, en el que los trabajadores quieren incluir cláusulas que les permitan ir al médico o responder a emergencias familiares sin ser penalizados, como hace el sistema actual que no recoge ningún día de enfermedad, según los sindicatos.
El viernes concluye el llamado «periodo de reflexión» que fijan las leyes federales, de manera que ese día los empleados podrían declararse en huelga o las empresas podrían decretar un paro forzoso cerrando sus instalaciones e impidiendo que los trabajadores vuelvan a sus empleos.
Ante la posibilidad de que se produzca esa interrupción del transporte ferroviario, algunas compañías de mercancías han empezado a limitar sus servicios y han dejado de transportar materiales considerados peligrosos.