Comenzó el año 2023 con protestas masivas de los trabajadores en toda Venezuela. El reclamo se justifica al ser por un salario digno en medio de una pavorosa inflación que hace estragos en la familia venezolana.
Buscando detener las protestas se dio la tercera ronda del llamado Diálogo Social entre la Organización Internacional del Trabajo representantes del régimen de Maduro, empresarios y sindicatos de trabajadores.
El régimen busca ignorar la realidad económica del país presentando propuestas que dejarían ver una mejoría, una ilusión con salarios de hambre que no cubren las necesidades esenciales de los trabajadores y sus familias por los efectos devastadores de la inflación y la especulación.
Con este foro se intenta un respiro para régimen de Maduro, una especie de anestesia para el país.
Adicionalmente la Asamblea Nacional ilegitima recurre -con sus aliados- a promulgar leyes que modifiquen la inamovilidad de los trabajadores para ser removidos y sustituirlos por actores políticos de las UBCH y hasta colectivos, cómo la Ley de Participación Estudiantil la cual permite que bachilleres -aliados del régimen- den clases sin la más mínima formación docente para acabar con las protestas de los educadores.
Se pondrá de nuevo al descubierto la ineficacia de las instituciones venezolanas que están fuera de la realidad y no tienen la estatura para resolver la profunda crisis que hoy vivimos.
Nuevamente el régimen saca el argumento de las “sanciones”. Estas comenzaron a aplicarse desde el segundo semestre de 2017 y la debacle se arreció desde el inicio de la gestión de Maduro en 2013.
A la llegada del “presidente obrero” el salario en ese momento era de 147,64 dólares y el salario mínimo llegó a su nivel más bajo: 1,28 dólares.
Los trabajadores no creen ya en los cuentos de “bloqueo” cómo los responsables del abismo entre los ingresos y el costo de la vida que acrecienta el descontento y la protestas en la calle.
Esto se une a otros problemas que van paralelos como el desempleo, la inseguridad y toda una gama de aumentos de tarifas y precios que van desde los incrementos de los servicios públicos, colegios e institutos de educación media superior privados, servicios de salud privados por que los públicos no funcionan, no sirven, por mencionar solo algunos a los cuales no pueden acceder sino unos pocos venezolanos.
Todos estos incrementos aumentarán los conflictos, y lo previsible: cualquier incremento se convertirá en “sal y agua” y continuará el ciclo de inflación y pobreza.
El régimen sigue buscando detener y desgastar las protestas, sin embargo, hay escepticismo y desconfianza en los grandes sectores de la población que aún esperan una salida a esta situación dramática que vivimos los venezolanos.
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