Ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Gerardo Werthein exigió a Nicolás Maduro que conceda los salvoconductos a los seis opositores al régimen caribeño que están refugiados en la embajada de Argentina en Venezuela.
El canciller condenó la decisión política de Maduro de negar los salvoconductos y describió las operaciones ilegales que ejecuta la dictadura venezolana contra los dirigentes de la oposición política que desde hace meses están protegidos en la embajada de Argentina en Caracas.
“El gobierno venezolano no solo ha negado los salvoconductos que permitirían su salida segura, sino que ha adoptado acciones de hostigamiento inaceptables. Los asilados están sometidos a cortes de agua, interrupción de la electricidad, restricciones en el ingreso de alimentos y la constante presencia de fuerzas de seguridad en los alrededores de la sede diplomática. Estas prácticas no pueden ser toleradas, ya que vulneran de forma flagrante el derecho internacional, especialmente la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas y la Convención sobre Asilo Diplomático”, argumentó Werthein a través de una video conferencia que se formalizó desde su despacho en el Palacio San Martín.
En la sede diplomática argentina se encuentran Magalli Meda, jefa de campaña del comando “Con Vzla”; Omar González, jefe regional del comando en Anzoátegui; Pedro Urruchurtu, jefe internacional del comando; Humberto Villalobos, jefe electoral; Claudia Macero, jefa de comunicaciones; y el ex ministro Fernando Martínez Mottola, asesor de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD).
Los refugiados venezolanos están en la embajada argentina desde antes de los comicios presidenciales que enfrentaron a Maduro con Edmundo González Urrutia y su aliada política María Corina Machado. Maduro perdió las elecciones y ejecutó un fraude histórico para perpetuarse en el poder.
En ese contexto, Javier Milei desconoció el triunfo del dictador caribeño y las relaciones de Argentina y Venezuela estallaron. Entonces, Maduro inició una operación de acoso constante contra la representación nacional en Caracas. El regimen ha quebrado todas las normas internacionales, y esto explica la acusación de Werthein ante el foro regional
La denuncia presentada por Werthein en la OEA está respaldada por Canadá, Costa Rica, Estados Unidos, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Ecuador.
La embajadora de Argentina en la OEA, Sonia Cavallo, aportó las evidencias a todos los representantes diplomáticos de los países que integran el foro regional, y en determinados casos se enfrentó con un profundo silencio cómplice o una pegajosa explicación florentina.
La posición más inexplicable fue de Brasil. Lula da Silva representa a la Argentina en Venezuela, tras la ruptura de relaciones diplomáticas, y conoce al detalle las distintas operaciones ejecutadas por el régimen contra los seis dirigentes opositores. Sin embargo, el presidente de Brasil ordenó a su embajador en la OEA que tomará distancia de la presentación que hará Werthein.
La doble vara moral de Brasil se repite con Colombia, México, Chile y Bolivia. Gustavo Petro, Claudia Sheinbaum, Gabriel Boric y Luis Arce tienen toda la información respecto al acoso político de Maduro contra los opositores, pero eligieron la neutralidad diplomática.
No es un secreto de Estado las diferencias ideológicas entre Milei, Da Silva y sus asociados regionales. Sin embargo, en asuntos vinculados a los derechos humanos, no es prudente hacer cálculos políticos. Brasil, México y Colombia -por citar tres casos- también tienen embajada en Caracas. Y con Maduro nunca se sabe.
Desde el inicio del acoso, la empresa estatal de electricidad (Corpoelec) arrancó los fusibles de la sede, dejando a la embajada sin suministro eléctrico. Aunque los refugiados cuentan con una pequeña planta eléctrica, solo funciona durante unas pocas horas al día, afectando la conservación de alimentos y el funcionamiento de los equipos básicos.
El suministro de agua también ha sido restringido. Desde el 27 de noviembre, las autoridades impiden la entrada de camiones cisterna, dejando a los refugiados con reservas mínimas de agua potable. La embajada, que antes de esta decisión política recibía agua solo una vez a la semana, enfrenta ahora una crisis humanitaria agravada.
Y a la falta de agua y luz, Maduro suma a los drones monitoreando el interior de la embajada y a las tropas de seguridad que se plantan frente al portón de la residencia para atemorizar a los refugiados y al personal administrativo que todavía acepta concurrir a la sede diplomática.