En principio, podría tomarse por una precaución normal y comprensible para la seguridad de instalaciones tan sensibles como las de un aeropuerto internacional.
Por ArmandoInfo
Pero pronto se notan rasgos que exceden el simple protocolo de seguridad.
Desde hace cuatro años todos los trabajadores de la torre de control del aeropuerto de Maiquetía, el principal de Venezuela, que sirve a la ciudad de Caracas, son monitoreados por cámaras de televisión las 24 horas del día, los siete días de la semana.
Por el afán de vigilancia, cercano al espionaje, podría decirse que es algo que emula al Gran Hermano de la novela 1984 de George Orwell. Aunque por el despliegue de cámaras, también recuerda al reality show homónimo y su mecánica de concurso, con penitencias, participantes eliminados e intrigas internas.
En la sala de control del sistema están los directivos tanto del aeropuerto como del Instituto Nacional de Aeronáutica Civil (INAC), todos militares. No solo dominan las consolas sino que imponen reglas arbitrarias que, por lo visto, no son iguales para todos. También ha quedado expuesta su finalidad, que no es la seguridad sino el amedrentamiento.
La vigilancia por video no es el único anillo de seguridad. Una red de informantes y delatores se ha constituido internamente para, al menos, crear un clima constante de persecución, si acaso fallara en revelar conspiraciones y fugas de información. Por último, como en una suerte de muro o fosa perimetral para el escarmiento, se exhiben los casos de dos exempleados del ente aeronáutico que permanecen desde hace dos años prisioneros en los calabozos de la inteligencia militar, a manera de advertencia para aquellos funcionarios que no quieran creer que en Maiquetía la Omertá o Ley del Silencio va en serio.
Precisamente el caso de Derbys Rodríguez y Guillermo González, los dos exempleados, ha funcionado como compendio de todo lo que le puede pasar a quien deba ser castigado, ya no solo con el despido o destitución, por la logia militar que desde hace años controla al aeropuerto de Maiquetía. El calvario judicial de Rodríguez y González, inadvertido para la opinión pública, entretanto ha servido para cimentar entre el personal aeroportuario la certeza de que todo el sistema de supervisión interna, más que prevenir o desactivar amenazas externas, busca asegurar que no se filtren infidencias desde el interior.
Lea la nota completa en ArmandoInfo