Armando Info: No hay quien se meta en lo hondo del caso de Hugo Marino

Redaccion El Tequeno

¿Dónde está? Es el clamor que mantiene en Twitter su madre y que las redes multiplican, a veces de modo equívoco, creyendo que se trata de un mártir de oposición. Este investigador submarino, de doble nacionalidad y en cuyo apellido yacía su destino, se convirtió en toda una leyenda del mercado global de salvamentos en las profundidades oceánicas. Pero mientras participaba en operaciones espectaculares como la búsqueda del sumergible ‘Kursk’ o la recuperación del heredero del imperio Missoni, también se fue enredando en una madeja de intereses y arcanos que pueden dar pie, cada uno, a hipótesis diferentes para su desaparición hace más de dos años, un día en que tomó un vuelo de Miami a Caracas.

ISABEL GUERRERO // ARMANDO INFO

“Mamá, ya estoy en Caracas”.  Era sábado 20 de abril de 2019, a las 12:15 del mediodía, cuando Beatriz Salas recibió la llamada de su hijo, Hugo Enrique Marino Salas, para avisarle que había llegado. Se trataba de uno de los tantos viajes rutinarios que Marino, un ciudadano ítalovenezolano de 56 años de edad con residencia en Miami al menos desde 2013, hacía a Venezuela. Había decidido pasar “un par de días” en Caracas, no muchos, pues “tenía unos asuntos que arreglar”, y pronto regresaría a su casa. Así lo recuerdan sus familiares, quienes aún esperan noticias de su paradero.

Los días se transformaron en semanas, en meses, en años ya. El conteo exacto lo lleva Beatriz Salas en su cuenta de Twitter para quien lo quiera seguir. En cada mensaje por esa red social fustiga al régimen de Nicolás Maduro por su supuesta responsabilidad en la desaparición de Marino. No hay respuesta oficial, tampoco registro de que haya estado en algún centro de detención o de salud. La Fiscalía General de Tarek William Saab no se da por enterada. Un manto de incertidumbre rodea el destino de Hugo Marino, buzo experto que durante gran parte de su vida se dedicó a las actividades de investigación submarina y localización de aparatos siniestrados, y por lo menos durante una década estuvo prestando servicios a entes oficiales del régimen chavista.

Su esposa, su madre, sus amigos, sus abogados, todos los que conocen el suceso, coinciden en una imagen: desapareció sin dejar rastro, dicen. “Es uno de los casos más extraños”, concede la abogada Tamara Suju, quien ejecuta las acciones judiciales en las instancias internacionales y se sumó a la cruzada demandando respuestas al Estado venezolano: ha llevado el expediente a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a la Corte Penal Internacional, al Grupo de Trabajo de las Naciones Unidas sobre detención arbitraria y a la Fiscalía italiana, tratando de interesarlas en el caso. Pero persiste el silencio en torno a la desaparición de Hugo Marino.

Las acusaciones lanzadas por Salas desde Twitter y el perfil antigubernamental de Suju contribuyeron a que el caso adquiriera una tonalidad política a los ojos de la opinión pública.La denuncia fue también recogida por los informes que en julio de 2020 y 2021 presentó Michelle Bachelet, Alta Comisionada de Naciones Unidas, ante el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra.

“La Oficina recibió información sobre las presuntas desapariciones forzadas del Teniente Coronel Juan Antonio Hurtado Campos, en septiembre de 2018, y de Hugo Enrique Marino Salas, un civil que había trabajado como contratista del ejército, en abril de 2019. Sus familiares no han recibido respuesta a las solicitudes de habeas corpus presentadas en julio y mayo de 2019, respectivamente, y su paradero sigue siendo desconocido”, cita el documento, que en general fue recibido con inconformidad, si no con disgusto, por las autoridades del gobierno de Nicolás Maduro.

Ocurre, sin embargo, que el misterio de Marino se adentra en profundidades donde la luz de la verdad se refracta y lo que hay, con frecuencia, no se ve como lo que es.“A mí me lo vendieron como un opositor férreo”, señala una fuente que pidió no ser identificada y que hizo seguimiento al caso.

Aunque Hugo Marino jamás se identificó como militante de ningún partido político, tampoco ocultó su interés en los acontecimientos del país y las inclinaciones alternas que tuvo, unas veces hacia el chavismo y, otras, hacia dirigentes opositores. Su último trino data del 19 de abril de 2019, viernes santo, víspera de su viaje y de su desaparición.

En Twitter, durante todo ese año, compartió mensajes de apoyo a Juan Guaidó, diputado del partido de oposición Voluntad Popular (VP) y presidente de la Asamblea Nacional, quien acaparó los titulares de prensa desde finales de enero de 2019, cuando se proclamó como presidente interino de Venezuela y recabó el reconocimiento de más de un centenar de países, entre ellos, Estados Unidos y las principales potencias de Occidente.

Marino no tuvo recato alguno para mostrar en las redes que había escogido un bando.

El 25 de febrero de 2019 compartió en Twitter una gráfica de un avión militar en medio de un bombardeo y la acompañó con el siguiente mensaje: “@jguaido celebro el temple, debemos explorar todas las acciones antes de llegar a esto. Bien mi pana, vamos bien”.“Nadie sabía lo que pasaba. Mantuvimos en estricta confidencialidad familiar su desaparición y a los dos días me llamó ‘alguien’ para preguntarme por Hugo”, recuerda Elizabeth Marques, esposa de Marino.

“¿Qué sabes tú que no me dices?”, precisó a su fuente. Lo siguiente es un desenlace de conjeturas sin confirmación.

Extraoficialmente: Hugo Marino estaba detenido, se lo habían llevado del Aeropuerto Internacional de Maiquetía, eran funcionarios de la Dgcim, la Dirección de Contrainteligencia Militar. Hubo testigos. No se conocían las razones, pero apareció en una lista y terminó en la sede de la Dgcim en Boleíta Norte, un barrio industrial en el noreste de Caracas.

Elizabeth Marques teme revelar cualquier detalle que comprometa a quienes la han ayudado a despejar la ecuación, y amparada por el anonimato de otros ‘alguien’, ha conseguido coleccionar algunas escenas dispersas de un cuadro sin terminar.

Los primeros abogados que se abocaron al caso, por solicitud de Elizabeth Marques, fueron los del Foro Penal, una organización de derechos humanos sin fines de lucro que ha centrado su labor en atender a presos políticos y sus familiares en cuestiones judiciales.

A Marques la asistieron para presentar un habeas corpus ante el Tribunal 31 de Control del Área Metropolitana de Caracas. Tres meses después, el abogado Alonso Medina Roa, de la Coalición por los Derechos Humanos y la Democracia, asumió la continuación del proceso judicial.

Ninguno de esos profesionales del derecho pudo validar la información extraoficial que sus clientes manejaban sobre Hugo Marino.

Medina Roa destaca el añadido que tiene el expediente 31C-20.670-19, sobre el recurso de habeas corpus, donde el coronel Hannover Guerrero Mijares, director de la Dgcim, con fecha del 8 de julio de 2019, aseguró ante el tribunal que Marino “no ha estado recluido en dicha dirección a su cargo”. Al no haber prisionero, no podía admitirse el recurso.

“De haber estado allí, es probable que no hubiesen dado respuesta, en vez de dar una que puede ser cuestionable”, razona Medina Roa a la luz de su experiencia.

Los cuerpos de seguridad del Estado chavista, explica, suelen “desaparecer” a los disidentes políticos por una o dos semanas, sin dar razón de ellos, hasta que los llevan a sus sitios de reclusión y los presentan ante un tribunal.“

Lo extraño en el caso de Hugo Marino es que nadie lo ha visto”, ni siquiera otros detenidos, remata el abogado.

Desde que se dio por un hecho la desaparición de Marino, a Elizabeth Marques le han llegado datos sobre su esposo. “Lo han rodado de un centro a otro, lo han tenido en [la sede de la Dgcim de] Boleíta, y lo han llevado a la casa de los sueños [un tipo de celdas de aislamiento].

Sea lo que sea, yo quiero saber de él”, dice desde el otro lado de la línea telefónica. También asegura que recibió llamadas anónimas en las que se le pedía dinero a cambio de una supuesta fe de vida, hasta que llegó un día en que todo cesó.

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