La Organización de Estados Americanos (OEA) celebrará desde este miércoles su 54 Asamblea General en Paraguay, con la integración y la seguridad para el desarrollo sostenible de la región como eje de sus deliberaciones y la situación política y de derechos humanos en Haití, Nicaragua y Venezuela entre sus preocupaciones centrales.
Con una escasa atención mediática en los días previos, Asunción y la vecina ciudad de Luque albergarán hasta el viernes 21 delegaciones con sus cancilleres y nueve lideradas por otros delegados, según el listado provisional de asistentes.
En este período ordinario de sesiones, Estados Unidos estará representado por el subsecretario de Estado Richard Verma y el encargado para América Latina, Brian Nichols, que llegarán con la tarea de impulsar el apoyo a la misión de seguridad que debe desplegarse en Haití y condenar las violaciones de los derechos humanos en Nicaragua.
Paraguay, el país anfitrión, estará representado por el ministro de Exteriores, Rubén Ramírez.
Hace una década, en 2014, el país sudamericano acogió una Asamblea General.
Sería esa su segunda ocasión, ya que en 1990, un año después del retorno de la democracia tras la caída de la prolongada dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989), debutó como sede.
Escenarios complejos
Será este el primer cónclave anual sin la presencia formal de Nicaragua, que desde el 19 de noviembre de 2023 oficializó su salida de esta organización. Pese a su ausencia, la OEA no ha cesado de advertir sobre la delicada situación en el país centroamericano, que será analizada por el plenario para posteriormente emitir una declaración al respecto.
Tampoco se espera esta vez una representación de Venezuela, que no ha contado con delegados en las dos últimas ediciones de esta asamblea.
La condición de este país como Estado miembro plantea una interpretación inédita de la jurisprudencia americana, luego del cese del gobierno interino encabezado por el opositor Juan Guaidó.
El líder venezolano revocó en marzo de 2019 la denuncia a la Carta de la OEA que había presentado en abril de 2017 la dictadura de Nicolás Maduro.
Con las elecciones presidenciales del 28 de julio en puertas y una campaña salpicada por la inhabilitación de candidatos y la detención de opositores, no se descarta que el país caribeño sea motivo de debate entre los ministros y jefes de misión, aunque no existe una propuesta específica de resolución o declaración dedicada a Venezuela.
La OEA reflotará, igualmente, la cuestión de las Malvinas, tema que ha tomado un nuevo cariz con la llegada al poder del presidente Javier Milei, quien, sin renunciar a la soberanía sobre esas islas, ha admitido que están “en manos del Reino Unido” y que no hay una “solución instantánea” a la disputa.
Se anticipa de igual forma una resolución sobre los derechos humanos en la región y que aborde la cuestión de la seguridad tras los recientes hechos de violencia atribuidos al narcotráfico en Ecuador y casos que han sacudido a países como Paraguay, como el asesinato del fiscal antimafia Marcelo Pecci.
Vecindario con nuevas y viejas caras
La cumbre de la OEA tendrá como telón de fondo una región con nuevas caras en la política, como el argentino Milei y el presidente anfitrión, Santiago Peña, pero también con Brasil nuevamente bajo la conducción del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, quien ha estrechado sus lazos con China y Rusia, sus aliados en el bloque de los BRICS.
Estados Unidos, en palabras de su embajador ante la OEA, Frank Mora, ha defendido que este organismo -blanco de críticas de varios de sus miembros- proporciona una plataforma “única e importante” para dar una “respuesta colectiva” a los desafíos transnacionales que encara la región.