En toda guerra, hay una parte visible (los ejércitos sobre el campo de batalla, los bombardeos, los refugiados, las víctimas civiles…) y otra invisible, que no suele aparecer en los medios, que no deja impactantes imágenes ni declaraciones grandilocuentes, pero que no por ello es menos importante: se trata de las labores de inteligencia, el espionaje, toda esa trama de agentes infiltrados que aportan información clave y que, en el caso de la invasión rusa de Ucrania, han jugado, cómo no, un papel fundamental.
Según un nuevo informe del grupo de expertos del Royal United Services Institute (RUSI), hecho público ayer, los servicios especiales rusos reclutaron una “gran red de agentes” en Ucrania antes de la invasión de Moscú, de la que Rusia sigue beneficiándose. Aunque muchos de estos agentes han sido desenmascarados, esta red sigue siendo “viable” más de un año después del comienzo de la invasión, “proporcionando un flujo constante de inteligencia humana a las fuerzas rusas”, según el análisis de RUSI.
al y como se ha ido sabiendo gracias al propio servicio de inteligencia ucraniano y al apoyo de las agencias de inteligencia de otros países aliados, los agentes de los servicios especiales rusos en Ucrania intentaron la desestabilización interna, incluso dentro de la red de espionaje de Kyiv, autoridades estatales, partidos políticos, organizaciones públicas e, incluso, grupos criminales. A fecha de hoy parte de esta red ha sido descubierta, lo que permite analizar las principales tareas que el liderazgo ruso le asignó a cada agente, así como comprender las principales formas y métodos que utilizaba… y que sigue utilizando. Y es que no todos los agentes rusos y sus operaciones han quedado expuestos, y una parte significativa de los agentes de Rusia tanto en Ucrania y en otros países continúan operando activamente.
Es sabido que la principal agencia de inteligencia rusa, el Servicio Federal de Seguridad (FSB), heredera directa del KGB, estuvo profundamente involucrada en la planificación y ejecución de la invasión. Así, recibieron la orden de preparar planes para ocupar Ucrania en julio de 2021, siete meses antes de que diera comienzo. Para hacer esto, el Quinto Servicio del FSB tomó la Sección 9 del Departamento de Información Operacional y la convirtió en una Dirección, aumentando su personal de alrededor de dos docenas de personal a más de 200 reportando al General de División Igor Chumakov.
Esta 9.ª Dirección se estructuró en secciones orientadas hacia la infiltración en los oblasts (regiones) de Ucrania, junto con secciones temáticas dirigidas al parlamento de Ucrania y otra dirigida a infraestructuras críticas del país. El papel del Departamento de Información Operacional es principalmente planificación, focalización y gestión de inteligencia: la asignación de prioridades a los controladores para sus agentes
En el caso de planificar la ocupación, por lo tanto, la tarea de la 9ª Dirección no era establecer y ejecutar una red de agentes, sino dibujar una imagen detallada de la información lograda de Ucrania por los servicios especiales de Rusia y luego planificar cómo estos agentes existentes iban a ser utilizados durante la invasión y posterior ocupación. Una vez hecho esto, era necesario proporcionar instrucciones a los controladores establecidos de los agentes sobre lo que debían pedirles a sus agentes hacer, explica el informe.
Esto requería reuniones, por lo que en el otoño de 2021 los agentes rusos en Ucrania comenzaron a ir de vacaciones breves a centros turísticos en Turquía, Chipre y Egipto donde, casualmente, se reunían con sus responsables. La clave era reclutar el mayor número de agentes capaces de tener sus propias redes de informadores en Ucrania. El método de utilizar tales agentes superiores (agent-grupvood) que construyen redes de clientes fue altamente recomendado en manuales clasificados soviéticos e instrucciones de la Primera Dirección General del KGB y ha seguido siendo la práctica del FSB.
Se trataba, por tanto, de captar a agentes «senior» muy infiltrados en las altas esferas de la política, la economía o la propia estructura del Gobierno para que, al mismo tiempo, fuesen capaces de reclutar personas que colaborasen incluso sin saber que estaban trabajando para la inteligencia rusa. Se trata de una forma de reclutamiento de «bandera falsa» donde un agente puede creer que está trabajando para un funcionario de su propio país a pesar de que su trabajo está planificado desde Moscú. En el caso de Ucrania, varios altos funcionarios y políticos desempeñaron este papel, algunos de ellos teniendo vínculos con los servicios especiales rusos durante décadas.
Los funcionarios ucranianos se han centrado en identificar a los ciudadanos que trabajan con las fuerzas rusas. En abril, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky dijo que cualquier ucraniano que desee apoyar o trabajar para el gobierno ruso debe registrarse para vivir en Rostov-on-Don, una ciudad en el sur de Rusia.
Un ejemplo de este tipo de agentes es el de Andriy Derkach, diputado popular en el parlamento ucraniano con una larga historia de trabajo prorruso. Se graduó de la Academia de la FSK (ahora FSB) en Moscú en 1993 antes de regresar a Ucrania. Su padre fue un alto oficial de la KGB y durante muchos años también jefe del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU). Durante varios años Derkach dirigió Energoatom, la empresa nuclear estatal de Ucrania, tiempo durante el cual firmó varios tratos con Rosatom, conglomerado estatal ruso de energía atómica, que crearon una dependencia de las industrias nucleares rusas.
Si bien esto no puede enmarcarse como espionaje, la SBU estaba profundamente preocupada por sus actividades en ese tiempo e informó al entonces presidente Viktor Yushchenko sobre posibles amenazas a la seguridad nacional de Ucrania. El jefe de Rosatom en ese momento era Sergei Kirienko, quien ahora es jefe de la administración presidencial de la Federación Rusa y profundamente involucrado en la coordinación de los esfuerzos intergubernamentales rusos en los territorios ocupados de Ucrania. La inteligencia ucraniana cree, por tanto, que, de un modo u otro, influyó en la industria nuclear ucraniana a favor de los intereses de Rusia y Rosatom. Todo esto explicaría por qué se acusa a Derkach de ser manipulado por Rusia.
Y es que no hay que olvidar que la infraestructura nuclear de Ucrania desempeñó un papel importante en el plan de invasión de Rusia y sus narrativas públicas sobre el conflicto. Como una de las justificaciones de la agresión, el Kremlin aseguró que Ucrania planeaba crear sus propias armas nucleares y por lo tanto, una de las tareas de la ‘operación militar especial’ rusa fue la desnuclearización del país, que incluía apoderarse de todas las centrales nucleares (NPP), así como de algunos centros de investigación nuclear. Para prepararse para estas operaciones, los servicios especiales rusos reclutaron empleados de instalaciones nucleares.
Además, en torno al propio Derkach se estableció una red de contactos que acabarían siendo claves para la invasión.
Estas diversas líneas de esfuerzo fueron coordinadas por Volodymyr Sivkovich, el ex diputado jefe del Consejo de Defensa y Seguridad Nacional de Ucrania, que huyó a Rusia en 2014, tras la ocupación de Crimea. El 20 de enero de 2022, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, señaló específicamente a Sivkovich como pieza clave del FSB a la hora de planear el manejo de los agentes ucranianos senior. De hecho, este personaje parece haber funcionado como el controlador de estos altos funcionarios ucranianos que reportan directamente a Igor Chumakov en la 9ª Dirección del FSB.
Sin embargo, hasta ahora Rusia no ha provocado la «crisis política interna» en la que estaban trabajando los «poderosos agentes de las autoridades estatales» en Ucrania, según el informe.