Una ola de violencia se ha desatado en la población fronteriza de Ureña durante los últimos cinco meses, tiempo en el que presuntos integrantes de grupos irregulares lanzaron tres granadas a comercios y una vivienda de esta jurisdicción del estado Táchira.
Aunado a las explosiones de los artefactos explosivos, en los teléfonos de los residentes circulan cadenas de WhatsApp en los que se giran amenazas en contra de habitantes, quienes son acusados de ser informantes de la guerrilla. Estos delincuentes se identifican como miembros de la banda La Línea. Cabe destacar que todos estos mensajes han circulado solo de manera virtual, mas no de forma física en impresos.
Es importante recordar que el 6 de diciembre de 2022, una granada fue lanzada a una vivienda en el barrio Bonilla de Ureña, y por este atentado fue detenido alias “Leito”, a quien señalan como integrante de la banda La Línea. El 22 de enero de 2023, seis personas resultaron lesionadas tras el estallido de una granada en la avenida Intercomunal de Ureña.
En la madrugada del domingo 7 de mayo, ocho personas que se encontraban en un billar, situado en el sector El Cují. Resultaron con heridas ocasionadas por las esquirlas de una granada fragmentaria. A través de un vídeo que circuló en las redes sociales, se observó el momento en que un hombre con el rostro tapado y una gorra, pasaba por un lado de la puerta del establecimiento y lanzó el artefacto explosivo.
Regresa el terror
Estos eventos encendieron las alarmas de las autoridades venezolanas, que reforzaron los operativos de seguridad en barrios y trochas de San Antonio y Ureña, con el despliegue de 1.350 funcionarios de diversos organismos de seguridad.
Uno de los primeros resultados de estas medidas ocurrió el pasado 13 de mayo, con la muerte de tres habitantes de Ureña: los primos Maikel Andrei Acuña Gómez, 24 años, conocido por sus seres queridos como Diómedes, y Frank Yoider Acuña Guerrero, de 23 años, junto a Gilbert Alberto Rodríguez Vargas, de 25 años, de nacionalidad colombiana que, según la versión oficial, se enfrentaron a una Unidad Antiterrorismo de la Policía Nacional Bolivariana.
Sin embargo, la organización que promueve la defensa de los derechos humanos, Provea, a través de su proyecto Lupa por la Vida, obtuvo la versión de allegados a los jóvenes, quienes aseguran que los primos Acuña habían sido raptados el 8 de mayo por presuntos guerrilleros, que llegaron a buscarlos en una cancha deportiva mientras jugaban fútbol, por lo que los muchachos no pudieron haberse enfrentado a ningún funcionario.
Los tres fallecidos fueron señalados por el gobernador de Táchira, Freddy Bernal, como los responsables del atentado contra el pool de Ureña el 7 de mayo y de ser miembros de la banda La Línea. El pasado fin de semana, el mandatario ratificó que La Línea es el grupo criminal que estaría intentando tomar el control del territorio en este municipio tachirense.
Toda esta situación vuelve a sembrar el terror que por muchos años padecieron los residentes de los municipios fronterizos, los cuales fueron duramente acechados por grupos paramilitares como Los Urabeños, desde mediados del año 2000 hasta 2012.
No obstante, este municipio entró en un silencio ensordecedor a partir del año 2019, cuando según fuentes locales, la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN), conformada en su mayoría por militantes del centro de Venezuela, tomó el control de este territorio.
Desde entonces, tomaron las riendas sobre el comportamiento de la ciudadanía y se sintió un ambiente más tranquilo en la zona urbana, puesto que gran parte de los comerciantes no estaban produciendo y los locales cerraron, aunque los crímenes siguieron ocurriendo por las trochas. La mayoría de las veces los cadáveres son despojados en territorio colombiano.
¿Cómo surgió la banda la Línea?
De acuerdo con información aportada por la unidad investigativa de la organización especializada en temas de crimen, Insight Crime, La Línea fue un grupo criminal que se desprendió del Clan del Golfo, también conocido como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AUG), herederos del paramilitarismo en Colombia.
Existen registros de su presencia en los pasos fronterizos entre Táchira y Norte de Santander desde 2018, pero en 2019 fue cuando actuaron más fuerza entre Cúcuta y Ureña, dedicándose al control del contrabando en este punto de la zona limítrofe. Además, cobraban extorsiones, secuestraban y asesinaban a las personas que no cumplían sus órdenes, precisó Insigh Crime a lapatilla.com
Su principal centro de operación fue el Barrio La Isla de Cúcuta, lo que les daba acceso directo a la frontera. Sin embargo, en el mismo 2019, las autoridades colombianas iniciaron una fuerte persecución contra sus integrantes y los líderes del grupo delictivo. Ese año también se reportó la desarticulación de la banda, cuyo desmantelamiento fue confirmado por los investigadores de la ONG Insigh Crime en 2020.
“Entonces, las declaraciones de Freddy Bernal sobre la responsabilidad de La Línea en la ola de violencia que se vive en Ureña, parece más responder a su posición de persecución contra grupos paramilitares que ahorita no tienen presencia en Venezuela y tampoco en Cúcuta”, expuso una portavoz de Insight Crime.
Además, las investigaciones que viene adelantando el equipo apuntan a que en Ureña hay actualmente una gran presencia de Ejército de Liberación Nacional, convertida en una guerrilla binacional.
¿En las trochas ya no hay suficientes ganancias?
Por otro lado, sobre estos acontecimientos, el coordinador del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) Capítulo Táchira, Yensy Meneses, expuso que con la reapertura de los pasos fronterizos formales, el comercio se institucionalizó de nuevo, y los medios de financiamiento, como el control de las trochas, ha mermado significativamente.
Mientras estuvo cerrada la frontera, los grupos irregulares estuvieron concentrados en las trochas, lo que les permitía fácilmente obtener una fuente de financiamiento, pues gran parte de los volúmenes de mercancía estaban transitando por allí, analizó Meneses.
Colombianización de la criminalidad
Ahora, en cuanto a si son o no grupos paramilitares los que intentan tomar el control de Ureña, el especialista en la materia, Jesús Alberto Berro, abogado, criminalista y exdirector de Politáchira, explicó que el término de paramilitares está siendo mal empleado, pues lo que existe en el margen fronterizo en este momento son vulgares grupos estructurados o hamponiles sin ideología.
Destacó que los grupos paramilitares son los que tienen formación militar y no ocupan cargos de esa índole. Por ende, actúan de forma paralela a la estructura militar, y su historia se remonta a la presencia de las Autodefensas Unidas de Colombia, que fueron formadas con la anuencia del Estado venezolano para hacer el trabajo sucio.
“El término paramilitar se desnaturalizó y a las bandas criminales les llaman paramilitares. Para mí no son más que unos vulgares grupos estructurados organizados y mega bandas criminales”, aseveró.
En San Antonio y Ureña llegaron a marcar fuerte presencia Los Rastrojos, Las Águilas Negras, recordó Berro.
Sin embargo, indicó que los grupos armados se han venido estableciendo con consentimiento del Estado y han proliferado. Ahora se habla de la presencia del Tren de Aragua, Tren de Oriente y Tren del Llano, además de otro grupo denominado AK47, que se reparten las trochas en alianzas estratégicas.
Táchira llegó a tener un crecimiento exponencial en la tasa de homicidios y criminalidad violenta, con cifras de hasta 90 homicidios por cada 100 mil habitantes, incluso, superó el centenar dentro del promedio general de Venezuela, recapituló Berro.
Luego del año 2019, la opacidad de información estadística se acentuó. Ahora no se sabe si las cifras se han reducido o no, subrayó el abogado, porque incluso en los pasos informales han ocurrido hechos dantescos, que dan muestra de la “mexicanización y colombianización” de la criminalidad violenta, por la atrocidad y la barbarie de los hechos.