Barack Obama tiene fama de buen jugador de basquetbol, de aquellos que saben cerrar los partidos a favor de su equipo. Ayer por la noche, en el United Center Arena, el templo deportivo de los Chicago Bulls, el ex presidente Obama no defraudó las expectativas puestas en él para cerrar el segundo día de la Convención del Partido Demócrata con un discurso elocuente y encendido de apoyo a Kamala Harris.
Para usar una metáfora basquetbolística, su discurso consistió en un triple tras otro. No fue una tarea sencilla, a pesar de que la capacidad de oratoria de Barack Obama es legendaria. Esto es porque el desafío de cerrar con una nota alta una jornada marcada por un clima de notable algarabía no era menor.
“No sé ustedes, pero yo estoy en llamas esta noche,” dijo el ex presidente al empezar su discurso. Michelle Lujan Grisham, la gobernadora del estado de Nuevo México, utilizó palabras similares: “estamos sintiendo un fuego ahora; nos encendimos para elegir a Kamala Harri
Michelle Obama, en un discurso tan brillante como conmovedor, se refirió al clima que se vivía en el estadio, y en amplios sectores de la sociedad, como “algo mágico que está en el aire.” Y agregó: “es el poder contagioso de la esperanza, la anticipación, la energía, la alegría de estar una vez más en la cúspide de un día más luminoso.”
Los Obama y la gobernadora Lujan Grisham sintetizaron con estas expresiones una atmósfera mezcla de entusiasmo, optimismo y exuberancia que ya se percibía durante la primera jornada de la Convención, y que fue aún más evidente en la segunda.
Este clima fue tan fuerte durante todo el segundo día que en un momento sin discursos, mientras la organización llevaba a cabo los preparativos logísticos para la ceremonia de nominación de la fórmula, las delegaciones de los distintos estados se enfrascaron en una especie de juego de canciones que culminó en la famosa ola que es moneda corriente en los eventos deportivos. Era, a todas luces, la previa de una fiesta.
Y cuando llego el momento de la ceremonia de nominación, comenzó la verdadera fiesta, con un DJ musicalizando los breves discursos de cada estado con canciones acordes a las respectivas identidades de estos. Una lograda puesta en escena, con el público usando brazaletes con luces de colores blanco, rojo y azul que se encendían y apagaban al ritmo de la música, transformaron lo que suele ser un ritual aburrido en un entretenimiento por momentos electrizante.
Esta ceremonia también sirvió para medir la popularidad para los asistentes de algunos futuros presidenciables, entre los que sobresalieron por su recepción los gobernadores de Maryland (Wes Moore), Michigan (Gretchen Whitmer) e Illinois (JB Pritzker). Sin embargo, ninguno de ellos pudo competir en el entusiasmo que generó la aparición del rapero Lil Jon para presentar los votos de la delegación de Georgia.
Entre la finalización de la ceremonia de nominación de la fórmula y los discursos de los Obama (claramente el plato fuerte de la segunda jornada) tuvieron la palabra algunas de las figuras claves del Partido Demócrata, como Bernie Sanders, Chuck Schumer, Tammy Duckworth y JB Pritzker, entre otros. Y el esposo de Kamala Harris, Douglas Emhoff, realizó una muy lograda presentación de la candidata presidencial.
Un tema que ha sido común denominador en muchos discursos de la Convención hasta ahora, así como en conversaciones en los pasillos, es la idea de que la fórmula del Partido Demócrata es el contrincante más débil en esta elección (underdog es la palabra utilizada en inglés). En palabras del ex presidente Obama, la contienda electoral “seguirá siendo una carrera reñida en un país dividido”.
Con el binomio Harris-Walz revirtiendo el déficit de la fórmula encabezada por el presidente Biden para pasar a liderar en la mayoría de las encuestas, la idea de que es el contrincante más débil tiene poco asidero. Es posible que esta idea sea un intento de no caer en exceso de confianza ni dormirse en los laureles.
Sin embargo, el clima de entusiasmo que reina entre las filas del partido posiblemente atente contra la estrategia de considerarse el contrincante más débil y las encuestas tampoco hacen muy creíble esta posición. Siguiendo con las metáforas deportivas, tal vez ha llegado la hora de ponerse el traje de candidatos al título.
Por último, la abundancia de sensaciones positivas entre las bases del Partido Demócrata contrasta con la escasez relativa de contenido de políticas públicas en los discursos de sus líderes. Esta escasez fue aún más evidente en una jornada supuestamente destinada, según los organizadores de la Convención, a articular “una visión audaz para el futuro de Estados Unidos”.
Es entendible que la fórmula liderada por Kamala Harris haya centrado su estrategia comunicacional de estas primeras semanas en revertir el pesimismo que generaba su antecesor en un sector del partido y de la sociedad. Pero puede ser que haya llegado el momento de empezar a agregarle más contenido de políticas públicas a esta estrategia. Caso contrario, el clima actual de euforia puede hacerle perder de vista que este contenido es clave para convencer al electorado indeciso que es indispensable para triunfar en noviembre.