Asombro, admiración, risa, rabia y hasta impotencia genera un pequeño puesto comercial, en el centro de Bogotá, donde un colombiano expone y vende figuras de origami, de diferentes tamaños y colores, pero con una gran particularidad: están elaborados con bolívares, los devaluados billetes venezolanos.
Por Karen Sánchez / voanoticias.com
Pero… ¿A quién se le ocurre armar figuras con el dinero? Bueno, pues, en vez de ver bolívares tirados en las calles de Caracas o niños jugando con estos billetes, Luis Orlando, un cucuteño de 61 años de edad, prefirió recogerlos o conseguirlos en casas de cambio o en la frontera para que estos cobraran valor, a través de sus esculturas.
Tras vivir 50 años en Caracas, regresó de Venezuela hace cuatro y, desde hace ocho meses, está radicado en Bogotá. Dice que aunque no aguantó hambre en la capital venezolana, se cansó de la inseguridad.
En Venezuela, un salario mínimo equivale a un poco más de tres dólares, (150.000 Bs), dinero que perfectamente cobra valor cuando es utilizado en una figura pequeña -como un llavero- que puede llegar a costar lo mismo que este salario.
Orgulloso de su invento, y hasta de las reacciones de la gente, Orlando sonríe, explica concentrado y manipula estos objetos que la gente mira con respeto, pero también con curiosidad.
¿Son de verdad? Preguntan los transeúntes, mientras tocan y curiosean el pájaro o un monedero que parecen sacados de un fábrica de esculturas por su variedad y perfección.
Quizás Orlando no tenga una gran fábrica, pero sí una gran habilidad que lo ha llevado, incluso, a ser invitado en algunas exposiciones fuera del país.
Una motivación natural
La cárcel se convertiría en el lugar de inspiración para esta ingeniosa idea. Orlando visitaba a un par de amigos, en Caracas, en su celdas y allí conoció que uno de los principales pasatiempos era precisamente elaborar figuras con origami.
“Ellos (los amigos) hacían todo lo que son unos cisnes pequeños, figuras pequeñas, pero yo, con unas figuras de internet, traté de meterme por otro camino (…) Ellos tenían la práctica, el doblaje del papel o la cartulina, más no el papel moneda, pero yo traté de elevarlo a otro nivel y hacer figura más llamativas(…) Fue algo espontáneo, natural”, le dijo a la Voz de América.
“Darle valor a lo que no tenía valor” es su slogan. Ahora junto con dos migrantes venezolanos, Orlando se dedica a trabajar en este proyecto con figuras que se venden por valor de entre tres y 100 dólares.
Una hora es el tiempo estimado para trabajar un llavero; otras figuras, como los cisnes, le toman un par de horas y un poco más. Cuando trabaja el billete entero, se demora elaborando en una figura entre 6 y 8 horas. Lo más difícil, dice él, es trabajar con un billete partido para doblarlo.
Las culebras o cobras son su principal desafío: además de tardarse una o dos semanas construyéndolas, pueden llegar a medir 50 cm de alto, pero hasta 4 metros de largo y, para poder enrollarlas, debe esperar que el papel esté húmedo y la pega (pegante, papel higiénico y químico) funcione para darle forma.
Los automóviles también se han convertido en un reto.
¿Qué tiene de especial el bolívar?
Los colores, formas y diferentes caras hacen que el bolívar deje de ser un simple papel moneda. “Muchas veces me dicen: ‘¿Usted pinta el billete’? No, todo el billete nos da la forma de trabajar por cuatro colores diferentes porque tiene dos caras; si lo partimos en dos, nos da cuatro caras, pero si lo partimos en cuartas partes, nos da ocho caras de cada lado”.
De esta manera es que Orlando juega con las formas y los colores. “Puedo hacer juego de colores o con la cara de un prócer de la patria, el número del billete y esas cosas a la gente le gustan”, cuenta a la VOA.
Así mismo la textura, que para Orlando los hace fácil para partirlos y para trabajar, y es muy fuerte.
Estos mismos billetes son entregados a los compradores que, en su gran mayoría, son extranjeros. “A todos los que vendemos, les enseñamos el billete con que está hecho y se los regalamos. Si un artículo tiene tres billetes, de tres colores, le doy tres. Si es solo uno, uno solo”.
Contrario a lo que la gente piensa de estos billetes, han sido la fuente de ingreso más importante para Orlando, quien hoy en día se dedica por completo a este oficio que le ha permitido subsistir, gracias a su ingenio. Incluso, cuenta, ha vendido figuras que se han llevado a Bélgica, Rusia y Alemania.
“Tengo un auge, por lo menos en Bogotá, muy bonito y a nivel internacional (…) Se pueden hacer muchísimas cosas si uno emplea la mente para el bien común”, puntualiza Orlando.