Aunque Venezuela se mueve ahora entre los países con mayor adopción de criptoactivos, hace siete años, el país tenía poca o cero noción sobre el uso de criptomonedas, y aun así, en medio de la ausencia informativa y la poca práctica, se dio el nacimiento de una de ellas, con la particularidad de ser descentralizada.
Por Raylí Luján | Bloomberg
Bolivarcoin, ahora Bolicoin, se desarrolló en el país suramericano incluso antes de la creación del petro, la criptomoneda oficial anclada al precio del barril del petróleo, como una búsqueda por dar solución a una crisis económica y social sin precedentes.
Su white paper así lo ha contemplado desde 2015, siendo hasta hace poco, la única constancia que explicaba todo lo relacionado con su aparición. Los rostros detrás de Bolicoin, se habían mantenido bajo resguardo por temor a ser perseguidos. Ahora, consideran necesaria su presencia pública, para darle atención a un mercado en crecimiento pero igual de complicado.
Cinco de sus representantes accedieron a una entrevista con Bloomberg Línea, con tres de ellos desde el exterior y otros dos en Caracas, que destacaron la protección que ha permitido trasladar esta criptomoneda de nombre patriótico, a sus usuarios, sorteando el invierno cripto a raíz del derrumbe que viene experimentando Bitcoin.
“El precio de Bolivarcoin se ha visto un poco desvinculado al precio de Bitcoin y en este caso es porque nos damos cuenta que el Bolivarcoin es utilizado como un refugio de valor, entonces las personas al no vender este Bolivarcoin, hace que el valor se mantenga e inclusive suba, creo que estos días ha estado subiendo el precio de Bolivarcoin en comparación con el cripto invierno que estamos viviendo y eso es bastante interesante”, comenta Johan Correa, ingeniero informático y parte del equipo de Bolivarcoin, quien relaciona este comportamiento con la madurez de los usuarios en su uso.
Las cifras de usuarios que maneja Bolivarcoin resultan imposibles de rastrear. Aún así, sus representantes se basan en la data que han recopilado a través de seguidores en Facebook, que ya superan los 80.000, o en un canal de discusión abierto en Telegram, con 1.000 participantes.
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