La política de bonos y subvenciones del gobierno le ha permitido consolidar apoyo en ciertos sectores populares; sin embargo, algunos expertos señalaron, en entrevistas con Bloomberg, que las presiones fiscales del país hacen que este andamiaje sea cada vez más difícil de mantener.
“La dependencia del Estado le ha hecho mucho daño al venezolano. Más bien, hay que liberar su capacidad productiva, con la educación, el emprendimiento y crear un clima apropiado para el establecimiento de negocios pequeños y grandes que les permitan insertarse en un mercado de trabajo formal”, manifestó el economista José Guerra.
Según Guerra, el enfoque de la política social tiene que dirigirse más bien a crear capacidades en los venezolanos para que puedan educarse mejor, conseguir un trabajo y un sueldo decente; lo que denominó como “el gran subsidio a la educación pública».
Para la politóloga venezolana Nastassja Rojas, estas ayudas o bonos se han utilizado más como una herramienta para generar clientelismo en Venezuela, donde este tipo de subsidios ni siquiera logran cubrir las necesidades de las poblaciones más vulnerables en el país.
La experta agregó que estos instrumentos económicos no tienen impacto en las prestaciones sociales y, por lo tanto, señala que no son bonos o subvenciones que puedan apuntar a un crecimiento económico para el país.
“No creo que el oficialismo vaya a reconocer una derrota, pero si la oposición llegara al poder, no pueden desmontar todas esas ayudas de la noche a la mañana, porque precisamente ese tipo de cambios no son populares a pesar de que mucha gente, como tú ves, incluso los adultos mayores, saben y ya son conscientes de que estos bonos no tienen una gran relevancia o impacto en su economía”, señaló Rojas a Bloomberg.
Reducción de los bonos
De acuerdo con el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación de Maestros (Cendas-FVM), en mayo el costo de la canasta básica se estimaba en US$547,13, mientras que el salario mínimo se mantiene en US$3,5.
Maduro mantuvo el salario mínimo congelado en mayo, pero sí subió el denominado ingreso mínimo integral, que se compone de un bono de alimentación (US$40) y el Bono de Guerra Económica (US$90).
Los expertos consultados por Bloomberg, señalaron que desde hace al menos 50 años Venezuela mantenía una política de subsidios que, poco a poco, el oficialismo dirigido por Nicolás Maduro ha ido reduciendo la entrega de este tipo de bonos.
Economistas del Centro de Políticas Públicas del IESA estimaban un gasto en las subvenciones de US$25.000 millones en el año 2014, pero los bajos ingresos petroleros, como consecuencia de una caída en la producción de la industria, hizo que el país se transformara.
En ese sentido, los subsidios en las últimas décadas para servicios públicos o alimentación, lejos de contribuir para erradicar la pobreza, hambre o vivienda, marcaron un aumento en las cifras.
Según cifras de Naciones Unidas, cerca de un 82% de los venezolanos vive en la pobreza y el 53% en la pobreza extrema, “con ingresos insuficientes para acceder a una canasta básica de alimentos”.
Esto implica que los subsidios y ayudas sociales en Venezuela no se deberían eliminar en el corto plazo, a juicio del catedrático del Observatorio de Política y Economía Latinoamericanas de la española IE University, Germán Ríos.
“Sin embargo, en el futuro, los subsidios y ayudas sociales deben ser sostenibles fiscalmente y mejorar las condiciones de vida de los venezolanos en el largo plazo. Por esta razón, el gobierno debería migrar gradualmente a subsidios y ayudas del tipo transferencias condicionadas, que han sido muy exitosos en Brasil y en México”, apuntó el analista a Bloomberg.
Cambio en la política de subsidios
Guerra apuntó a Bloomberg que la hiperinflación acabó con la política social y la quiebra del Estado desde el punto de vista fiscal hace imposible que se puedan realizar las mismas transferencias económicas al pueblo.
“En Venezuela, la política social como la entendimos en el pasado, no existe. Esa política básicamente consistió en transferencias directas a las familias, subsidios generalizados de forma indirecta a través de ventas de alimentos, misiones sociales”, expresó.
Venezuela sostuvo por años fuertes subsidios a la electricidad, a la telefonía y a la gasolina, principalmente, pero ha venido desmontando estas ayudas en medio de las presiones fiscales.
“De manera tal que lo único que queda es la bolsa de comida y ocasionalmente esta se entrega a una familia muy determinada y no tiene la amplitud ni la cobertura que tenía en años anteriores”, dijo el también analista del Observatorio Venezolano de Finanzas.
En visión del economista, la política social en Venezuela tendría que partir mejor de subsidiar la demanda y no la oferta, para que el dinero llegue directamente a la población, sin que el Estado tenga que desplegar recursos como bodegas, supermercados, cadenas de distribución y de frío para preservar alimentos.
“Que la gente con el dinero que se le va a entregar compre en el lugar, en la tienda, en el supermercado que considere más conveniente dependiendo de su ubicación geográfica o de la oferta y de los precios que esa cadena ofrezca. Creo que esa es la mejor manera de subsidiar directamente en una transferencia monetaria a las familias”, consideró Guerra.
Cifras aportadas por OVF a Bloomberg, apuntan a que en Venezuela hay más de un millón de hogares que viven en condición de extrema precariedad, por lo que consideran que estas transferencias deberían apuntar justamente a estas poblaciones.
La propuesta del OVF es que esa transferencia monetaria para las poblaciones más vulnerables comience en los US$80 mensuales y que posteriormente el gobierno pueda ir subiéndolo paulatinamente hasta alcanzar la mitad o un porcentaje importante del valor de la cesta básica.
Pero el gran problema es que “el Estado venezolano no tiene cómo hacer este gasto y, por tanto, se va a requerir de la ayuda y la cooperación financiera internacional, en tanto que se recupera la actividad económica y la economía. Ahora esto es imposible”, estimó el economista.
La previsión es que luego de las elecciones el subsidio a la gasolina se mantenga por un tiempo, aunque la propuesta es que vaya disminuyendo progresivamente porque es altamente regresivo y beneficiaría solo a un porcentaje de la población, por lo que Guerra ve más viable que se aplican ayudas directamente al transporte.
“Los subsidios pueden tener un impacto importante en las elecciones en la medida que se utilicen para que los receptores de los mismos voten por el Gobierno, bajo el argumento de que, si gana la oposición, estos eliminarán los bonos. Este mecanismo funciona en Venezuela, porque los recipientes de los subsidios temen que el sistema electoral no sea transparente, y si votaran por una opción diferente a la del Gobierno, esto se sabría y perderían el subsidio”, agregó Germán Ríos, de IE University.