La Justicia brasileña avanza como una máquina implacable sobre el ex presidente Jair Bolsonaro, que así y todo mantiene la esperanza de que la potencia política de Donald Trump y Javier Milei le permita encontrar una vía de escape.
Por El Mundo
Bolsonaro, presidente entre 2019 y 2023, «planificó, actuó y tuvo el control directo y efectivo de los actos ejecutorios realizados por la organización criminal que pretendía llevar a cabo un Golpe de Estado y la Abolición del Estado Democrático de Derecho, hecho que no se consumó por circunstancias ajenas a su voluntad», señala un informe de la Policía Federal (PF), conocido en la noche del martes en Brasilia.
El plan incluía el envenenamiento con agentes químicos de Luiz Inácio Lula da Silva, ganador de las elecciones de 2022, su vicepresidente, Geraldo Alckmin, y el juez del Supremo Tribunal Federal (STF), Alexandre de Moraes. Como en la exitosa serie La casa de papel, los responsables del plan utilizaron nombres de países (Japón, Alemania, Austria, Argentina, Brasil y Ghana) para conservar su anonimato y pusieron apodos a sus objetivos. A Lula lo llamaron Jeca, y a Alckmin, Joca.
Según la policía, los 37 inculpados cometieron tres delitos: tentativa de abolición violenta del Estado democrático de derecho, tentativa de golpe de Estado y organización criminal, cuyas penas van de 12 a 28 años de prisión, sin considerar agravantes.
Entre los acusados figuran altos cargos de importancia vital en el gobierno de Bolsonaro. El plan estaba cuidadosamente orquestado, e incluía un centro de desinformación y ataques al sistema electoral, además de un centro de incitación a los militares a sumarse al golpe de estado y un centro paralelo de Inteligencia, entre otros.
Bolsonaro, que ya está inhabilitado políticamente hasta 2030 a raíz de otro caso en el que fue condenado, cree pese a todo que hay una vía de escape para él. La semana que viene, en Buenos Aires, hablará en la conferencia ultraconservadora CPAC, a la que asistirán Milei, la nuera de Trump, Lara Trump, y el español Santiago Abascal.
«Ciertamente, el Tribunal Supremo se sentirá menos cómodo para perseguirlo», dijo recientemente a Folha de Sao Paulo el diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del ex presidente y también presente en Buenos Aires la semana próxima. El propio ex jefe de Estado se quejó repetidas veces del juez de Moraes, algo en lo que insiste su hijo. «Estados Unidos tendrá ahora mucho más poder contra los abusos de las autoridades patrocinadas por un ministro del STF», dijo en referencia a De Moraes y al pulso judicial no solo con Bolsonaro, sino también con el magnate estadounidense Elon Musk.