El éxodo masivo de personas venezolanas es una realidad que se vive desde hace siete años, y en los últimos cinco se ha acrecentado el número de caminantes, ya no solo desde las fronteras de Venezuela hacia países como Colombia y Brasil, sino que se está observando una ola de caminantes desde ciudades centrales del vecino país.
Y es que según cálculos del Observatorio Venezolano de Migración, y de la plataforma de monitoreo R4V, un aproximado de 1.700 personas venezolanas salen huyendo a pie, a diario, en busca de mejores condiciones de vida.
Este panorama lo constataron investigadores del Observatorio de Investigaciones Sociales en Frontera (ODISEF), de la Universidad de Los Andes, el Observatorio Venezolano de Migración y la Universidad Católica del Táchira, quienes realizaron un monitoreo de campo y con lo recolectado publicaron el Informe de Movilidad Humana Venezolana VIII: caminar para emigrar, realidades y perspectivas, del 1 de septiembre al 30 de diciembre de 2022.
Entre sus conclusiones más resaltantes se destaca que la movilidad humana venezolana sigue en pleno desarrollo. «En el caso de la movilidad de salida las personas encuestadas admitieron como principales razones para salir del país: a pesar de tener empleo el sueldo no le alcanza para comprar alimentos (56 %) y no conseguir empleo (42,3 %)», precisan.
La investigación determinó el perfil socio demográfico de los caminantes venezolanos. En su mayoría son jóvenes (18 a 25 años), bajo nivel educativo, solteros, se dedica a ocupaciones elementales, no tiene casa propia, y para este proceso migratorio tampoco tiene pasaporte ni información del país de destino.
Refiere el informe que el 15,8 % de los encuestados ya tenía una experiencia previa como migrante, en los últimos doce meses había migrado de Venezuela, retornado y ahora camina nuevamente para migrar. Varias de las causas del retorno coinciden con las causas para migrar: no consiguieron lo que estaban buscando.
Las personas caminantes venezolanas encuestadas para el informe tienen algunas expectativas de los gobiernos de los países receptores. Por ejemplo, el 92,1 % espera conseguir empleo, el 55,3 % regularización de su estatus migratorio, el 46 % servicios de vivienda, salud y educación, y 12,7 % capacitación para el empleo. No obstante, advierte el informe, los países de América Latina tienen altos porcentajes de desempleo y los caminantes venezolanos que están migrando no tienen una formación profesional que les permita ser competitivos.
«Es urgente que los esfuerzos nacionales e internacionales que se han gestado para atender la crisis migratoria venezolana no cesen, antes bien, deben aumentarse y fortalecerse ante la inminente continuidad de esa movilidad humana», exhortan los investigadores en sus conclusiones.