Diecisiete años han pasado ya desde mi primer Xacobeo. Fue en 2004, cuando decidí marcharme a España a hacer El Camino de Santiago. No sabía nada de nada. En ese entonces, y menos aquí en Venezuela, no era tan conocido como lo es ahora. No sabía que había flechas amarillas que te marcaban el camino, no entendía exactamente para qué la gente salía a caminar de un albergue a otro, no tenía muy claro cómo eran los albergues para peregrinos. En fin… no entendía realmente por qué me iba a hacer El Camino. Más tarde aprendí que uno no va, el Camino es el que llama.
Ese año conocí al que ahora es mi esposo, también impensable en ese momento. Y, estando ya en Santiago, descubrí que ese año era Xacobeo.
Seis años pasaron hasta el siguiente Xacobeo. Abril de 2010. Dos días después de casarme con el peregrino que había conocido seis años antes, de la mano, o mejor dicho, en bici, iniciábamos nuestra luna de miel con destino Santiago de Compostela. Esta vez, ya no salía de San Antonio de los Altos, salía de la puerta de mi casa en Burgos. Quinientos kilómetros nos esperaban para recorrer nuevamente ese camino mágico que nos puso de frente, en un Monasterio de un pueblito de Lugo años atrás.
Y este año 2021, once años después de ese Camino de Miel, se celebra nuevamente el Xacobeo, y puedo asegurar, que este año no termina sin que vayamos a visitar nuestro lugar favorito. Aunque, como consecuencia del Covid, el Papa Francisco anunció que se prolongará hasta el 31 de diciembre de 2022.
Pero, ¿qué siginifica Xacobeo?
Xacobeo o Año Santo Jacobeo o Compostelano, hace referencia al año en el que el día de la festividad del Apóstol Santiago, es decir el 25 de julio, cae en domingo, lo que sucede hasta 14 veces en un siglo. Según la Iglesia católica, ganar el Jubileo, permite a los peregrinos que visiten la tumba del Apóstol en la Catedral de Santiago conseguir la indulgencia plenaria o el perdón de todos los pecados. Algo que solo puede hacerse en cinco ciudades del mundo: Compostela, Roma, Jerusalén, Santo Toribio y Caravaca de la Cruz
¿Cómo llegar a Santiago?
El Camino de Santiago empieza en la puerta de tu casa, por eso no hay una sola ruta, sino varias. Sin embargo, la más famosa y la que mayor cantidad de peregrinos acoge es la llamada Camino Francés. Inicia en España, en Roncesvalles, en la frontera con Francia, a 800 Km de Santiago. Pero puede iniciar en Francia, Italia, en Sarria, a 100 Km de Santiago, o en tu casa. No hay un punto de inicio fijo y me atrevería a decir que tampoco hay un punto y final. Lo más importante no es llegar a Santiago, lo importante es el camino y lo que te pasa en él.
¿Por qué hacer el Camino de Santiago?
Hay quienes lo hacen por motivos religiosos, otros por motivos espirituales, otros por ecoturismo y otros por hacer un viaje con amigos o familia. Otros muchos también lo hacen para reencontrarse a sí mismos, normalmente después de haber pasado por una situación difícil. De los casos que conozco de ese tipo, doy fe de que hacer el Camino ha resultado ser una experiencia sanadora, de esas que te permiten empezar de cero, sin dolor, sin rencor, en paz y en equilibrio contigo mismo y con el resto del mundo.
¿Pero qué tiene de especial salir a caminar de un sitio a otro durante días?
Pues todo lo que pasa entremedias. El primer día no sabes absolutamente nada. No conoces a nadie (si viajas sola como fue mi caso). No sabes qué hacer, ni por dónde empezar. Poco a poco te vas familiarizando con las flechas, con las ampollas sobresaliendo de los pies de los peregrinos que llevan más días que tú. Te lamentas de cada objeto inútil que metiste en tu mochila y que no te sirve para nada más que para hundirte la espalda en cada paso que das.
Comienzas a conocer gente, todos de lugares diferentes al tuyo. Algunos continuarán y otros se quedarán contigo acompañándote en alguna parte del viaje y otros hasta el final. Algunos días estarás solo, contigo, con tus pensamientos. Otros, te reencontrarás con los que has conocido antes.
Te empezarán a salir las primeras ampollas, pero tranquilo, siempre habrá algún compañero peregrino que estará dispuesto a sanártelas, ya aprenderás a curártelas, y ya ayudarás a sanar a otros.
Con el pasar de los días, el estar peinado y arreglado va pasando a un plano muy secundario. Cada vez el exterior pierde importancia y lo de adentro va ganando protagonismo. Estás tú solo, en una tierra lejana, en un camino que hace días no tenía mucho sentido y ahora resulta que se lleva todos tus días y tus noches. Imaginas, una y otra vez, cómo será llegar a Santiago.
En medio de esa austeridad de ropa, de lujos, de familia, de conocidos, va naciendo una nueva realidad. Cada día se convierte en un viaje interior y en un viaje a las diferentes culturas y experiencias de tus nuevos compañeros de viaje.
Las sonrisas y las ganas de hacer el bien son comunes entre todos los peregrinos. A cada paso los buenos deseos entre desconocidos de diferentes nacionalidades se concentran en una sola palabra: ¡Buen Camino!
Para mí, el Camino de Santiago es el mundo paralelo ideal. Un mundo donde todos somos iguales dentro de nuestras diferencias. No hay otra opción, no hay espalda que aguante tanta cosa inútil. Donde invertimos más tiempo en mirarnos a nosotros mismos, en lugar de mirar lo que hacen los demás. Y donde las ganas hacer y desear el bien al otro son la regla.
Lo que sientes cuando llegas finalmente a Santiago, no te lo voy a contar. Solo deseo que recibas la llamada y que tengas un muy Buen Camino.
Beatriz López Díaz
CEO de Inspirience
IG: @Inspirience