El 5 de febrero de este año se publicó en la plataforma de YouTube el video de la canción Donaltron, un pegajoso dembow interpretado por los venezolanos Davicito, Junior Caldera y LuxorMaster, que a modo sátira alza la voz contra las redadas y deportaciones que han marcado el regreso del republicano a la Casa Blanca. El tema, originalmente compuesto por LuxorMaster y lanzado como un freestyle (estilo libre) el 15 de diciembre de 2024, ya se había hecho viral en la red social TikTok, pero fue el remix el que terminó de catapultarlo.
“Donald Trump, no quiero que tú me deportes. Yo solo quiero papeles y me sellen el pasaporte. Te prometo que trabajo y me presento en todas las cortes. Ando en busca de una gringa pa’ casarme aquí en el norte”, dice un extracto del tema que devino en éxito y cruz para sus protagonistas, especialmente para Davicito, quien fue arrestado el 8 de abril por las autoridades migratorias en Chicago, y lleva cinco semanas detenido en el Dodge County Detention Facility de Wisconsin.
Su nombre real es Claudio David Balcane, tiene 26 años, y emigró de Venezuela a Colombia, siendo un menor de edad, por vía terrestre en 2016. En 2021, se movió a Perú, donde residían algunos miembros de su familia. Allí se convirtió en padre de un niño, pero en 2023 decidió hacer la larga travesía de millones de inmigrantes hacia Estados Unidos, cruzando la selva del Darién y toda Centroamérica hasta México. Finalmente, entró legalmente al país a través de la aplicación CBP One, el 23 de abril de 2024.
EL PAÍS tuvo acceso al testimonio del artista gracias a uno de sus allegados, quien prefiere no revelar su identidad por motivos de seguridad. “Sabemos quién eres tú, me dijeron cuando me detuvieron”, declaró Davicito vía telefónica desde el centro de detención de Wisconsin en el que se encuentra recluido. Su violenta detención es una prueba de la forma en la que están operando los funcionarios de ICE en las últimas semanas. Ocho hombres fuertemente armados, vestidos de civil con chalecos antibalas, lo abordaron y apuntaron cuando salía de su domicilio en Chicago, una dirección que no se encontraba en ningún registro y fue hallada tras labores de inteligencia. Minutos antes de salir de su casa, el rapero publicó una historia en redes sociales, en la que aparecía sin camisa y comentó a sus seguidores que se dirigía al estudio a grabar más música. Todo indica que pudo haber sido geolocalizado por la publicación en redes.
Otras dos personas se encontraban con él en el momento, pero fueron ignoradas por los agentes. Iban tras él. Lo lanzaron al suelo, y con la rodilla en la espalda, fue esposado. “Soy artista y no he cometido ningún delito”, reparó en decir el venezolano, quien piensa que su arresto tiene más que ver con sus tatuajes —uno de los ocho puntos con los que el Departamento de Seguridad está catalogando a inmigrantes como miembros del Tren de Aragua— que con el éxito viral, Donaltron. Sin embargo, cuando era trasladado de Chicago a Wisconsin, los funcionarios de ICE le mostraron el video de la canción, se mofaron de él y lo amenazaron con ser deportado.
El mayor temor del artista venezolano y sus allegados es que termine siendo enviado como tantos otros a El Salvador, Guantánamo o Libia. Venezuela tampoco es opción, porque Davicito se ha manifestado contra el régimen de Nicolás Maduro, y sus derechos humanos no estarían garantizados en caso de regresar.
Su primera vez frente a una corte de migración fue en junio de 2024. En esa ocasión, el juez le recomendó que hiciera una petición de asilo, y esta terminó de ser presentada en el límite de la fecha, justo antes de cumplir el año de su llegada. Si bien su detención coincide con el correo enviado por la Administración Trump pidiendo a los beneficiarios de parole humanitario y CBP One su partida inmediata del territorio (una jueza bloqueó temporalmente la orden de acabar con estos programas), su caso de asilo sigue abierto, y es lo que su defensa peleará en la audiencia pautada este 31 de mayo. Representado por el bufete de abogados Consumer Law Group de Chicago, el venezolano podría salir libre bajo fianza, pero podría no tener que pagarla si aparece un patrocinador que sea ciudadano estadounidense, pruebe conocerlo y presente una declaración de ingresos con la que se hace responsable del mismo.
Sin antecedentes penales en su país de origen ni en ninguno en los que ha vivido; Davicito asegura que se ha ganado la vida rapeando en autobuses y calles, siempre vinculado a la movida underground, el mundo del grafiti y la música urbana. Fueron las redes sociales las que le dieron una plataforma para darse a conocer, y su tema dedicado a la selva del Darién el que lo hizo conocido. “Yo me voy por el Darién, así me coman vivo los jaguares, me pique una mapanare o me maten los militares. Voy es loco para USA… Me quiero comprar una casa, y me quiero comprar un McLaren”, canta con humor descarnado sobre el sueño americano y la dura travesía hacia el norte. Sus letras incluyen menciones a la violencia callejera y sus personajes. Ha llegado a imitar la voz de un malandro (pandillero) en sus canciones, pero claramente se trata de ficciones musicales inspiradas en la vida de los más excluidos de Latinoamérica, y las problemáticas sociales que los rodean.
Su cara también es una de las más visibles de una movida musical de venezolanos, la mayoría de la ciudad de Maracay, que se han apostado en la ciudad de Chicago para hacer música urbana. El tema Cuidaito, en el que también participan John Theis y Brayita58 (actualmente detenido por posesión de un vaper con cannabis en Florida, donde no está permitido) es uno de los éxitos de este colectivo, que ha trabajado con cantantes de la talla de Akapellah y Lil Supa, y hoy se encuentra bajo perfil. El grupo mezcla a un grupo de migrantes con residencia legal y otros en situación irregular. Este contexto ha sido una piedra de tranca para muchos de sus miembros. Justo dos días antes de su detención, Davicito tenía agendada la firma de su primer contrato musical.
24 horas en la misma celda
El día de su detención, el artista venezolano entregó su teléfono celular a las autoridades para que pudieran verificar sus vínculos y actividades artísticas. A estas les intrigaba tanto sus viajes por el país para atender proyectos musicales, como sus tatuajes. Los que fotografiaron para investigar si estaban relacionados con el Tren de Aragua.
Davicito, que proviene de la región donde nació la banda criminal, negó durante el interrogatorio cualquier tipo de pertenencia a esta. Sus tatuajes han sido objeto de sospecha desde que entró a Estados Unidos. Su primer día en el país fue recluido e interrogado al respecto, pero un funcionario le informó que las dudas habían sido despejadas y recibiría la libertad condicional para continuar con su caso.
Esta vez, las condiciones de su arresto han sido mucho peores. El cantante ha confirmado que permanece las 24 horas del día en la misma celda, sin ver la luz del día, pero mantiene contacto con sus allegados a través de llamadas telefónicas monitoreadas. También expresó haberse negado a firmar la orden de deportación.
La campaña por su liberación #FreeDavicito
La etiqueta #FreeDavicito ha circulado estas cinco semanas por redes sociales para pedir por la libertad del artista venezolano, pero el éxito del tema Donaltron también le valió el odio de muchos que llegaron a etiquetar a ICE en la publicación en redes sociales para pedir su detención.
Su compañero en la canción, LuxorMaster, quien prefiere mantener su nombre real y ubicación en el anonimato, ha sido el único que no se ha visto afectado porque fuentes aseguran que a Junior Caldera ya se le negó la entrada. EL PAÍS contactó al equipo del cantante para confirmar la anulación de su visado, pero no dieron respuesta.
“Pienso que no me he visto afectado porque en la canción no doy un mal mensaje. Tampoco tengo tatuajes con los cuales puedan relacionarme con ningún grupo criminal. Estoy motivando a los inmigrantes y dando el ejemplo. La canción habla con sarcasmo y parodia la realidad que estamos viviendo los inmigrantes en este país. Y así somos los venezolanos, le sacamos un chiste a todo”, cuenta vía telefónica.
El artista, oriundo de Valencia (Venezuela), aún no puede vivir de la música. Pensó que la prosperidad le llegaría tras el fenómeno del tema en Internet, pero sigue trabajando en construcción y rapeando sobre lo duro que se ha puesto todo para los inmigrantes en Estados Unidos. “Lo que está pasando con Davicito es sumamente injusto. Él no es ningún delincuente, por tener tatuajes quieren acusarlo de ser el cantante del Tren de Aragua”, aboga por su compañero y recuerda a su primo, quien aparece en la primera versión de Donaltron, y cayó preso recientemente en una redada que tuvo lugar en Boston. Se llama Gerardo Bolívar, tiene 23 años y es bailarín, conocido en redes sociales con el avatar Casi loco. “Estoy muy preocupado por él porque estos casos no tienen visibilidad. Él también ingresó al país con el programa CBP One, no lo hizo ilegalmente, pero parece que eso ya no vale nada”, concluye.