Caracas es sinónimo de colapso: Innumerables cantidades de venezolanos amanecieron con la fe de llenar el tanque del carro con la gasolina iraní, parece que el líquido representa una “parcial” libertad y una angustia menos entre las interminables penurias, pero llegar ahí, significa vivir un calvario. El camino viene pausado por miles y miles de vehículos con la misma aspiración e igual certidumbre ¿Éste será el día? ¿Llegarán a casa con la aguja de combustible “a tope”?
La determinación es un arma de doble filo, puesto que, dedicar el tiempo por unos litros de gasolina, es regalar un poco de esa “libertad” a quienes se han robado la prosperidad del país con las mayores reservas de petróleo en el mundo.
Pero una cosa es clara, llenar el tanque después de la lucha contra el colapso, no es una victoria, es una consecuencia más, y una evidencia palpable de que la crisis no está cerca de culminar.
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