Caracas Design Week: luces, sombras y reflexiones sobre la convocatoria cultural

Cuando las cofundadoras del Caracas Design Week (CCSDW) Larissa Briceño, Ana Sanz y Sylvia Neresoff, esta última también directora, convocaron el 3 de junio una rueda de prensa junto con el Instituto de Diseño de Caracas y la Embajada de España en la Quinta La Esmeralda, el objetivo era claro: promover el diseño, por tercer año consecutivo, como herramienta catalizadora del desarrollo comercial, cultural, educativo y social de Venezuela.

La invitación a formar parte de la semana más trascendente para el diseño y la arquitectura en la capital fue recibida con expectación por los caraqueños.

Caracas Design Week Diseño Arquitectura

El encuentro, clave para impulsar el diseño, la moda, la arquitectura y la gastronomía, reunió del 7 al 14 de junio a talento local e internacional. | Foto Ezequiel Carías

El encuentro, que comenzó el sábado 7 de junio, prometió una inmersión en un vasto programa de recorridos, experiencias, charlas magistrales, vitrinas y propuestas innovadoras. Pero, al cierre de la jornada, la conversación giró en torno a la ausencia de público.

El despliegue fue ambicioso. El panorama, a priori, estimulante.

Se registraron aproximadamente 160 actividades, abarcando un espectro diverso de temáticas y formatos que, sobre el papel, resultaban sumamente atractivos.

La curaduría parecía haber logrado un balance entre lo académico y lo comercial, lo experimental y lo práctico. En la práctica, la vitalidad de la oferta se topó con una realidad desoladora.

Faltó quórum.

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A uno de los encuentros realizado el domingo 8 de junio en Las Mercedes, recorrido organizado por Espacio Ana Frank y que rendía tributo a la inclusión social, fueron al rededor de 10 personas | Foto Ezequiel Carías

Recorriendo distintos escenarios, se percibió que la mayoría de las propuestas reunía grupos que, en pocas ocasiones, no superaban la docena de personas en total. Como la Ruta de la Coexistencia, junto con el Espacio Ana Frank, inaugurada en Las Mercedes el domingo 15 o los encuentros en el Cubo Negro que, a pesar de rayar la treintena, convocaron pocas personas.

Este hecho, contrastante con el interés que la convocatoria generó en los días previos a la semana, planteó interrogantes sobre la dinámica de participación ciudadana en eventos de esta índole en el contexto actual del país. 

La organización esperaba al ciudadano común. No el público de nicho, al que están acostumbrados.

Sylvia Neresoff, cofundadora y directora del CCSDW | Foto Abraham Tovar


Mirada microscópica a la Caracas Design Week

En un intento por comprender la dinámica de esta tercera edición, el día de su culminación, el 14 de junio, Sylvia Neresoff ofreció algunas impresiones.

Su perspectiva sobre el evento, si bien reconocía ciertos matices, fue muy optimista, señalando una edición «espectacular» tanto a nivel de contenido y propuestas —desde las actividades en tiendas y locales comerciales hasta la participación de marcas— como en su dimensión educativa, expositiva, de artes visuales y hasta gastronómica.

Destacó, asimismo, el movimiento generado en la ciudad y la disposición del público caraqueño a trasladarse para visitar los distintos espacios.

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Faltó presencia del ciudadano común. El de nicho y el estudiantil, al que están acostumbrados los organizadores, sí fue fiel al cronograma de convocatorias

Un factor diferenciador clave este 2025, según Neresoff, fue la presencia de invitados internacionales: diseñadores, arquitectos y gestores culturales de la talla de Álvaro Catalán, Edgar González e Iván Vidal.

Los profesionales no solo compartieron su experiencia y procesos creativos, sino que también propiciaron debates y reflexiones con arquitectos, diseñadores locales y, crucialmente, con estudiantes, ofreciendo además masterclasses abiertas al público.

La visión de la organización también incluyó la incorporación de talentos disruptivos, como Alex Jiménez Higueras, quien, en el marco de la Bienal Iberoamericana de Diseño y gracias al programa Acerca de la Agencia Española de Cooperación y Desarrollo y la Embajada de España, dictó un taller sobre economía circular.

La exposición de los ganadores de la Bienal Iberoamericana de Diseño fue de las más concurridas en la Hacienda La Trinidad, en Caracas | Foto Ezequiel Carías

Estos encuentros buscaron «mover y sacar de la zona de confort» a los participantes, confrontándolos con nuevas maneras de abordar el diseño y la arquitectura, y reflexionando sobre el rol del diseñador ante los retos contemporáneos.

Sylvia Neresoff, además, fue enfática al decir que esta tercera edición de la Caracas Design Week consolidó el rol académico.

«Presentamos el diseño de distintas maneras y al final podemos decir que hay una mirada 360°, donde el eje academia ha tenido una fuerza y un peso muy importante», señaló.

Con ello, se cumplió uno de los tres objetivos primordiales del CCSDW: estrechar la relación con las universidades, incentivarlas a salir de sus recintos convencionales hacia espacios no tradicionales para así fomentar la interacción con un público diverso que trascendiera sus muros.

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La organización calificó de «espectacular» el encuentro, superando el número de visitantes de las dos ediciones anteriores

Para la organización, las expectativas no solo se cumplieron, sino que se «superaron». Estimaron, de hecho, una asistencia total de entre 22.000 y 23.000 personas durante la semana, a pesar de que aún no se llevaba a cabo la recolección de la data que arroja la cifra exacta.

Esta información contrasta con la observación del bajo quórum en actividades específicas, sugiriendo que el éxito se midió más por el tráfico general y la exposición que por la participación activa en cada evento.

La ausencia de reportes de incidentes, según Neresoff, fue motivo de orgullo, reflejando el «comportamiento ciudadano» en cada uno de los espacios.

El eje académico fue vasto. Sin embargo, la afluencia del ciudadano de a pie a la mayoría de las actividades convocatoria fue baja | Foto Abraham Tovar


Un evento transversal con retos geográficos y económicos

La percepción de que la CCSDW podría ser un evento de nicho fue desmentida contundentemente por la cofundadora.

«Para nada. Cumplimos con el eje de la creatividad, de la innovación y del diseño», afirmó.

Subrayó que el evento fue gratuito y buscó atraer a todo tipo de público, desde niños con sus padres hasta profesionales y novatos, lo que lo convirtió en un encuentro «muy democrático y transversal».

A su vez, la confianza de las marcas que repitieron su participación y la curaduría más afinada de esta edición fueron factores de suma importancia para las organizadoras.

Las tiendas, por ejemplo, comprendieron la eficacia de concentrar sus esfuerzos en «1, 2 o 3 eventos bien pensados y en determinadas horas», en lugar de programaciones diarias intensas.

Neresoff aseguró, a pesar de las evidencias del bajo aforo en las actividades a lo largo de la semana, que sí hubo mucha participación entre los caraqueños. Algo que no ocurrió con el público que esperaban desde otras partes del país

Sin embargo, no todo resultó según lo planeado. La incorporación del turismo fue un objetivo ambicioso que no cubrió las expectativas.

A pesar de una alianza especial con una agencia de viajes, la creación de paquetes atractivos y un notable despliegue promocional a nivel radial y con comunicaciones directas, el público esperado del interior del país —de ciudades como Barquisimeto, Mérida, Maracaibo, Valencia, Maracay, Puerto La Cruz y Lechería— no se materializó de forma masiva. Aunque sí hubo visitas de grupos de arquitectos y estudiantes de ciudades cercanas como Valencia y Maracay, la afluencia deseada fue menor.

Neresoff atribuyó esta circunstancia a la difícil situación económica y a los retos que implican los traslados y la pernocta para quienes vienen de fuera de Caracas, más que a una falta de interés o información.

El cubo verde, enfocado en la sustentabilidad, fue una de las tantas experiencias que se realizaron en el Cubo Negro de Caracas | Foto Abraham Tovar

Otro tópico que se analizó fue la concentración geográfica del evento. Aunque en ediciones anteriores se había considerado expandir el CCSDW a otras áreas de la ciudad, incluso al centro de Caracas y sus valiosos museos, «la complejidad de la movilidad urbana», dijo, llevó a la decisión de consolidarse en los municipios de Baruta y Chacao.

Si bien se incorporó la subida de Los Naranjos para incluir a Parque Cerro Verde y Casa Mall —sumándose a centros comerciales ya participantes como Tolón, Paseo Las Mercedes y Vizcaya—, la expansión hacia otras zonas se postergó, aunque se mantiene en la mira la posibilidad de integrar en el futuro el eje de los museos y el patrimonio cultural.

El diseño como motor de desarrollo

La sustentabilidad resaltó. Emergió como un reto global que, según Neresoff, ninguna ciudad o país puede evadir.

Sin embargo, la mayor satisfacción para la organización radicó en la apertura de la tercera edición con una exposición internacional, un hito que, a su juicio, «ubica al Caracas Design en otro nivel».

Caracas, durante esta semana, se consolidó como una vitrina del diseño local e internacional, según la directora del CCSDW | Foto Abraham Tovar

La inauguración con la Bienal Iberoamericana de Diseño, donde el capítulo Venezuela tuvo un rol protagónico al recibir cinco menciones y dos premios honoríficos, fue un motivo de orgullo que evidenció el «nivel de talento y creatividad de nuestros propios diseñadores».

Este logro, afirmó, representa un paso más hacia la consolidación de Caracas como una vitrina del diseño local e internacional.

Es así como los tres grandes objetivos de la Caracas Design Week se reafirmaron: impulsar la actividad comercial en el sector del diseño y la arquitectura, fortalecer la relación con las universidades, y fomentar el uso del espacio público para el encuentro ciudadano. Este último punto, mediante actividades en avenidas y calles, busca que el ciudadano se apropie de su ciudad, la camine, la recorra y haga vida en ella, promoviendo valores de respeto, inclusión y convivencia.

La arquitectura fue parte del eje trasversal educativo con más relevancia durante la Semana del Diseño de Caracas

Sylvia Neresoff hizo también hincapié en el apoyo recibido, resultado de un modelo basado en alianzas y colaboraciones.

Aunque no contó con apoyo del Estado para realizar actividades ni tampoco recibió propuestas, destacó que desde la fase conceptual, la Alcaldía de Baruta brindó su respaldo en permisología, tránsito, seguridad, iluminación y limpieza, una experiencia que se replicó al incorporar a Chacao en el segundo año.

Además, empresas privadas, marcas, centros de arte, galerías, estudios y universidades de diversos sectores vieron en el evento no solo una vitrina para sus productos y servicios, sino también un marco bajo un gran paraguas que convoca a la creatividad y la innovación.

Lo ocurrido este 2025 invita a un análisis más profundo sobre las dinámicas de participación cultural en una sociedad en constante transformación | Foto Abraham Tovar

De esta manera, la Caracas Design Week, a pesar de sus desafíos en la convocatoria masiva de actividades específicas, se consolida como un esfuerzo significativo por promover un modelo de ciudad vibrante y en constante evolución; un espacio para el encuentro y la inspiración en tiempos de transformación. Y esperan que se repita para 2026 y los años siguientes en mayor medida.

La reflexión sobre la afluencia no demerita la labor de quienes procuran elevar el perfil del diseño en Venezuela, sino que, por el contrario, invita a un análisis más profundo sobre las dinámicas de participación cultural en una sociedad en constante transformación.

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