Desoladas, así lucieron las carreteras que comunican el centro con el sur del país durante los primeros tres días del asueto de la Semana Mayor, un panorama que contrasta con años anteriores.
La Autopista Regional del Centro, en sus tres tramos: Miranda – Aragua – Carabobo, presentaba este jueves y viernes santo un tránsito similar al de cualquier fin de semana.
Mientras que la carretera que comunica Aragua con Guarico estaba desierta. «Esto no es ni la sombra de lo que era hace unos 4 o 5 años, la crisis acabó hasta con las vacaciones de los venezolanos», reseñaba Vittorio Casaburi, uno de los pocos temporadista.
Recuerda que a la altura de Tierra Blanca, entre Villa de Cura y San Juan de los Morros, solía registrarse una cola de varios kilómetros pues además de una alcabala en ese punto hay un embalse que los temporadista acostumbraban visitar.
«Este año ni siquiera porque estaban asfaltando la vía – jueves en la mañana – había cola», agregó el hombre quien viajo al Guárico a visitar familiares.
La tarde de ese día, un grupo de efectivos policiales acompañados por funcionarios de Protección Civil generaban una tímida cola para ingresar a la capital guariqueña.
«La afluencia de temporadista ha sido la más baja que recuerde yo en una década trabajando en PC», indicaba uno de los informados que invitaba a los pocos conductores a usar el cinturón de seguridad.
El panorama a orilla de vía era igual de desolador. La mayoría de los tradicionales locales de venta de muebles en el tramo entre Bella Vista y Villa de Cura [Aragua] estaban cerrados. Un par de restaurante, sin comensales, ofrecían un menú limitado por falta de productos.
«Antes de este desastre provocado por el gobierno de turno era tradición comer carne en vara, ya no quedan restaurante de esos», dijo otro conductor, agregando que ni venta de mango se ve en la zona.
Ni por ser Semana Santa los lugares de turismos religioso de la región tenían visitantes. La capilla dedicada al Dr José Gregorio Hernández, ubicada entre Parapara y Ortiz [Guárico] , estaba literalmente vacía.
«Cada vez que paso por acá me detengo para dar gracias al doctor, esto solia estar lleno de gente y mire como esta hoy Viernes Santo», indicaba Carmen Orta, mientras señalaba los kioscos del santuario cerrados, «ni venta de velas hay».
Solo ella en compañía de dos familiares más recorrían el pequeño santuario al caer la tarde. «Sin duda esta ha sido, al igual que el carnaval, la temporal más triste que han vivido los venezolanos», sentenciaba, «hoy todos pedimos por un cambio en nuestra patria» .
Daniel Murolo