Ver a una mujer embarazada junto a sus hijos hurgando entre bolsas de basura en busca de alimentos, llevó a Isabel Tesara a pensar una manera de ayudar a niños en situación de vulnerabilidad.
La dantesca escena la vivió un día de noviembre del año 2016, justo cuando regresaba, cómo cada día, de hacer colas para adquirir uno que otro alimento e intentar cargar de combustible su vehículo.
«Era una época crítica a nivel económico y social en Venezuela. Yo era madre soltera y estaba a cargo de dos de mis 4 hijos (los otros dos estaban con su padre tras un acuerdo) y me la pasaba quejándome por todo, y ver aquello fue un cable a tierra que me llevó a accionar para cambiar el entorno y comenzar a vivir desde el agradecimiento», narró Tesara, quien pronto convirtió su hogar, en la calle Revolución de La Matica, Los Teques, en un comedor.
La iniciativa arrancó atendiendo a 6 pequeños de la zona, quienes eran alimentados dos días a la semana. «Escuchar a los hijos de una vecina decir que las escaleras se les movían (era que estaban mareados porque se iban a la escuela sin comer), me dio el empuje para buscar la manera de masificar las soluciones «.
La problemática fue comentada por Isabel en su iglesia, que pronto brindó ayuda a través del aporte de verduras, llevando a atender a 18 pequeños 3 días a la semana, cifra que luego ascendió a 40.
Mientras algunas personas colaboraban con la causa llevando ingredientes que hacían más variados y nutritivos los platos de los pequeños, quienes actualmente cuentan con almuerzo de lunes a viernes, otros consideraban que Isabel estaba loca por asumir tan pesada responsabilidad.
«A cuatro años de funcionamiento, la vida nos sorprendió con la llegada de la gente hermosa de Acción Campesina, gracias a ellos pudimos alcanzar los 120 beneficiados, ayuda que bendigo cada día porque fue complementada con equipos y formaciones».
Con más individuos aportando, como un grupo de estudiantes del liceo Ambrosio Plaza de la capital mirandina que dedicó su proyecto a la recolección de juguetes nuevos y usados para los niños de El Maná, así como varios padrinos que se encargan de 18 pequeños (a quienes envían mudas de ropa, juguetes e implementos de higiene), Isabel quiere ir por más.
Nuevos horizontes
«En 7 años de trayectoria, comencé con niños que ya son adolescentes y lamentablemente muchos han tomado malos caminos, por lo que aquí los instamos a estudiar (si no están escolarizados o tienen algún vicio no son recibidos). En tal sentido, pasamos de ser un comedor al «Centro Comunitario El Maná» para aparte de los alimentos, brindar talleres de formación tanto a niños, como adolescentes y madres jóvenes de la comunidad», explicó Tesara, quien ya cuenta con un cronograma de actividades de cara al 2024.
Precisamente, el martes 19 de diciembre, el caricaturista sañantoñero de proyección internacional Fernando Pinilla, dictó un taller de dibujo en el que participaron más de 40 niños y adolescentes, quienes además de la inducción que se extendió por casi 4 horas, fueron dotados con un kit de colores, lápices, borradores y sacapuntas, y además disfrutaron de un compartir y cotillones.
Ayuda invaluable
Los niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad no han sido los únicos beneficiados con el funcionamiento del Centro Comunitario El Maná.
«Contrario a lo que muchos pueden pensar, desde que trabajo con estos niños vivo en calma y dejé de quejarme porque vivo el presente como lo que es: un regalo. Respiro desde el agradecimiento y la empatía, bendecida con el cariño tan genuino y único que sólo pueden dar los pequeños desde la nobleza de su corazón, lo que me da una paz que nunca antes había sentido», afirmó Isabel, quien es apoyada de manera fija en su labor por sus hijos, dos cocineras y dos voluntarias que se han convertido en parte de su familia.
Una de esas leales colaboradoras es Milagros Lira, quien ayuda con la causa desde hace año y medio, cuando llegó «doblada» (por un problema en la columna). «Una amiga me habló del centro comunitario y me dijo que acudiera para distraerme. Llegué sin poder pararme derecha y ayudaba un par de días a la semana pelando y picando verduras. Ver a estos chamos tan agradecidos, cambió mi perspectiva de la vida, dejé las quejas y mi situación de salud (apoyada por un tratamiento médico) mejoró drásticamente, así que ahora prácticamente vivo aquí «, dijo entre risas la entrevistada.
Colabora
Si quieres brindar una mano amiga al Centro Comunitario El Maná, bien sea con la donación de productos, el acondicionamiento de la platabanda de la casa, el apadrinamiento de niños o el dictado de talleres de formación en algún oficio, puedes comunicarte al número telefónico 0412-559-68-56, seguirlos por Instagram @ComedorElMana o escribir al correo electrónico [email protected]
Johana Rodríguez