Nuevos tipos de delitos desafían a las autoridades chilenas, un fenómeno asociado a la inmigración de grupos de delincuentes que cometen crímenes hasta ahora desconocidos para policías y fiscales en Chile.
En medio de la conversación con DW, el fiscal jefe de la región de Tarapacá, en Chile, Raúl Arancibia, hace una pausa y aclara que cuando habla de delitos cometidos por inmigrantes «siempre me refiero a delincuentes, no a personas que vienen a buscar mejores horizontes».
El comentario es pertinente. Durante mucho tiempo, la prensa chilena evitó hacer referencias a delitos cometidos por extranjeros, una tendencia que ha empezado a cambiar en el último tiempo, especialmente por el asentamiento en el país sudamericano de bandas criminales como el Tren de Aragua, de origen venezolano.
Se trata de «delincuentes», no de inmigrantes en general
Las encuestas muestran una creciente sensación de inseguridad en la ciudadanía. El tipo de crímenes que se comete es cada vez más violento e incluso el subsecretario de Prevención del Delito, Eduardo Vergara, dijo que el país vive «el peor momento en seguridad desde el retorno a la democracia». Y agregó que había que evitar los populismos para abordar este problema, cuyo enfrentamiento es complejo y de largo aliento, «pero hay que reconocer la verdad».
La inmigración de bandas que se han instalado en distintos puntos del país ha derivado en que cada vez se hable de forma más abierta del tema. Y si bien es cierto que, en términos proporcionales, los inmigrantes cometen menos delitos que los chilenos, también es verdad que hay grupos de delincuentes extranjeros que han extendido sus brazos por el país, cometiendo actos hasta ahora poco vistos en Chile: secuestros extorsivos, sicariato, asesinato y mutilación de cuerpos, tráfico de personas, entre otros.
Prácticas más violentas, como «picar» cadáveres
Una de las regiones más golpeadas es la de Tarapacá, que pasó de 18 homicidios en 2020 a 54 en 2021, y en lo que va de 2022 ya suma 25, la mayoría de ellos, crímenes cometidos por bandas extranjeras.
«La criminalidad aumentó de forma muy violenta con la llegada de los colombianos, y con ellos se produjeron los primeros homicidios por encargo o ajuste de cuentas, todo con un grado de violencia inusitado para nosotros», explica a DW el fiscal Arancibia, con más de 20 años de experiencia en el cargo.
Arica, Antofagasta, Valparaíso, Iquique y Alto Hospicio son algunas ciudades afectadas por este cambio. En el caso de las dos últimas, la tasa de homicidios ha llegado a 14 por cada 100.000 habitantes, lejos del promedio nacional, que raramente supera los 4 por cada 100.000.
Descontrol fronterizo, por la porosidad de la frontera
Arancibia explica que el problema tiene que ver con el descontrol fronterizo: el Estado es incapaz de saber quién entra o sale de su territorio por la porosidad de la frontera, un escenario propicio para estos delincuentes. «Estas bandas están a ambos lados de la frontera y, a veces, obligan a migrantes a ingresar armas o drogas», dice Arancibia.
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