Comercios de las regiones de Venezuela cierran sus puertas por no soportar carga tributaria

Redaccion El Tequeno

En cada cuadra de la avenida 20 de Barquisimeto se registran entre dos y tres comercios con sus santamarías abajo en plena semana laboral. Para Eldi Montero, presidente de la Cámara de Comercio de Lara, esta situación es sinónimo de la cantidad de negocios formales que han quebrado en los últimos dos años por no aguantar la carga de impuestos y tributos, nacionales y municipales que se han venido incrementando al igual que las tarifas de servicios como el agua, la electricidad, el aseo urbano e internet.

Ana Uzcátegui | La Prensa de Lara 

Las industrias también sufren las consecuencias de la voracidad fiscal, pero en este sector no se han registrado cierres, sino un descalabro en la capacidad productiva. Se encarecen los productos, se desmejoran los salarios, se adquieren menos materias primas en las empresas de manufactura o se aplican recortes de personal.

«Cada negocio formal en el país debe pagar 17 impuestos, algunos se pagan diariamente, como el Impuesto de las Grandes Transacciones Financieras (IGTF), otros se cancelan mensualmente como el impuesto municipal de Actividad Económica o patente, que en el caso de Iribarren representa el 2% de los ingresos brutos que genera al mes una empresa, así como la retención y el pago del IVA y los anticipos del Impuesto Sobre La Renta (ISLR). Hay impuestos que se pagan trimestralmente como el aporte al Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (Inces), o algunos que se cancelan anualmente, como la alícuota de la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología (Locti), o el aporte a la Ley del Deporte, Actividad Física y Educación Física», explicó Montero.

Buena parte de los pequeños negocios cuyas ventas al mes no les da para cancelar toda esta carga tributaria más los servicios y alquiler, deciden cerrar o se dedican a las ventas por internet o por delivery, donde evaden impuestos.

Henri Gómez es propietario de una óptica en el centro de Barquisimeto, asegura que en el mes de mayo pagó 200 dólares equivalente al impuesto de Actividad Económica; la tarifa del aseo urbano fue de 80 dólares; canceló 17 dólares del impuesto de saneamiento ambiental del Vertedero de Pavia; 60 dólares en la factura de Corpoelec; 20 dólares del servicio de agua y 150 dólares adicionales por el alquiler de su local.

«Servicios como el aseo aumentan su tarifa a medida que las ventas se incrementen. No estamos negados a pagar impuestos, lo que queremos es que las tarifas se fijen discutiéndolas con el sector privado», expresó.

Gastos mayores
«Las industrias pagan los mismos impuestos que los comercios, pero más caros», soltó Joel Segura, presidente de la Cámara de Industriales de Lara.

«Una industria no se va a la informalidad ni tiende a cerrar tan rápido como un comercio, lo que se hace es que toda la voracidad fiscal recae en el incremento del producto final. El problema es que eso tiene una limitante, si se aumenta mucho un producto la demanda baja, cuando eso ocurre se toman medidas drásticas que van desde no poder realizar mejoras salariales en un año, disminuir la compra de materia prima, o incluso hacer recortes en las nóminas», confesó.

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