María Eugenia Varela, lo tiene claro: por muy grave que sea la pandemia no va a dejar que sus hijos «pasen hambre», asegura mientras se prepara para salir a la calle.
Ella, como otras miles de madres venezolanas, desafía a diario la cuarentena decretada por el gobierno, para poder ir a comprar los alimentos y medicinas que necesitan sus hijos y esposo.
«Decidimos que fuera yo la que saliera de casa, porque mi esposo ya tiene más de 50 años y está dentro de las personas con más riesgo de sufrir complicaciones de contagiarse, al ser más joven que él, tengo menos peligro”, explica.
Entiende perfectamente que al salir está poniendo igualmente en riesgo a todos, confía que cumpliendo con las recomendaciones de las autoridades sanitarias podrá burlar al virus.
«Cada vez que llego de la calle, me aplicó alcohol tanto en los zapatos como encima de la ropa, usamos un recipiente tipo splash que contiene alcohol y un poco de agua, con eso desinfectamos las llaves, el celular, e incluso el tapaboca», explica.
Cuando está en la calle trata de no tocar las cosas con las manos e incluso presiona los botones del ascensor con los codos.
Vive en Bosque Tamanaco, un gran edificio ubicado en San Antonio de los Altos, de donde sale temprano cada mañana, desde que se anunció el confinamiento, teniendo claro que los locales cierran ahora más temprano.
“Somos 6 personas en este hogar, lo que implica viajes constantes al mercado, pero se ha vuelto imposible por la situación económica del país”.
Destaca que no es sencillo para una madre llevar la actual situación, porque además debe responder por sus hijos y mantenerlos distraídos para superar el periodo de cuarentena.
“Soy madre de 4 hijos y siempre debo buscar la forma de entretenerlos, evitar que lleguen a desesperarse y que nos desesperen tanto a mi esposo como a mí, es bastante complicado”.
Asegura que la clave está en tener calma y paciencia, “tenemos juegos de mesa, aplicamos una hora para la lectura y la televisión. Un punto positivo de ésta situación es que se han facilitado las charlas familiares, pero no quita el hecho de que es agobiante”.
Mientras que Wilmer Rodríguez, esposo María Eugenia, se asegura a diario de que salga bien protegida, además se encarga de esterilizar la ropa y la casa.
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