Investigadores argentinos realizaron un trabajo, publicado en Science Advances, en el que se demuestra cómo los patrones de sueño a lo largo del mes parecen estar afectados por la influencia de la Luna.
Los científicos descubrieron que en las noches que preceden a la Luna llena, el inicio del sueño se atrasa y las personas duermen menos. En promedio, el retraso a la hora de dormir es de alrededor de 30 minutos, pero hubo sujetos que tenían diferencias de hasta una hora y media.
El estudio salda una controversia que se prolongaba desde hace años: “Nadie había hecho un análisis longitudinal siguiendo a los mismos participantes a lo largo de todas las fases lunares. Tampoco se había hecho con lo que se considera el gold standard para los estudios de sueño en campo, la actimetría. Es decir, la medición de la actividad a lo largo del día por medio de un dispositivo del tamaño de un reloj que se pone en la muñeca”, destaca Horacio de la Iglesia, investigador argentino.
El primer autor del paper es Leandro Casiraghi, también argentino, doctorado en la Universidad Nacional de Quilmes y actualmente finalizando su posdoctorado con el primero. Entre los coautores se cuentan la antropóloga médica Claudia Valeggia y su marido Eduardo Fernández-Duque, ambos también argentinos, pero de la Universidad de Yale.
El estudio
Para explorar sus hipótesis, Casiraghi y De la Iglesia analizaron los registros de sueño de dos ciclos lunares (cada uno de 29 días) de un centenar de sujetos. Usaron los actímetros por períodos de dos semanas, pero en todas las fases posibles de la Luna. Los resultados que obtuvieron después de revisar una y otra vez los datos fueron inesperados.
“Para ser totalmente honestos, no fue lo que pensábamos que iba a pasar. La hipótesis del trabajo era que si encontrábamos este efecto, seguramente aparecería en las comunidades que no tienen acceso a la luz eléctrica. Pero pudimos ver que también se manifestaba en Ingeniero Juárez, que si bien no es una ciudad, es un asentamiento urbano con luz eléctrica. Ahí se nos desarmó la hipótesis original y tuvimos que repensarla. En ese momento fue cuando decidimos ir a los datos de los estudiantes”, dice Casiraghi.
Lo que los científicos llaman “el valle de duración de sueño”, es decir, las noches en las que la gente se va a dormir más tarde, se produce entre tres y cinco días antes de la Luna llena.
“Nuestra intuición nos decía que iba a ser un poquito antes y un poquito después. Nos preguntamos qué estaba pasando y lo que ocurre es muy interesante: en esas noches, la luz de Luna está disponible en la primera mitad de la noche. El satélite sale 50 minutos más tarde cada día y después de esa fase, si bien hay dos o tres lunas muy luminosas, salen muy tarde y ya no llegan a mantenerte despierto. A esa hora, la mayoría de la gente se fue a dormir y ya no la ven”, explica el experto.
Con estas observaciones parece claro que los patrones del sueño están sincronizados con las fases lunares, pero lo que todavía no alcanzan a dilucidar es cómo se ejerce ese efecto. Una hipótesis es que si bien la luz de luna no es suficiente para activar el sistema circadiano, sí lo es para mantener a las personas alertas y en actividad. Otra es que la atracción gravitacional de la Luna predispone a ser más sensibles a la luz. Durante las lunas llenas es el momento del mes en el que la atracción gravitacional es máxima durante la noche.
“Esto podría explicar que el efecto se verifique en lugares como Seattle, donde la contaminación lumínica es superior a la intensidad de la luz de Luna”, especula De la Iglesia.
Una tercera posibilidad es que se deba a una combinación de ambas.