Imagine un sueño en el que siente una intensa sensación de no estar solo, la experiencia más verdadera y real de su vida, mientras se aleja flotando del cuerpo y mira su propio rostro. Siente una punzada de miedo cuando sus recuerdos pasan rápidamente, pero luego atraviesa un umbral trascendente y le invade un sentimiento de paz.
Los relatos de las experiencias cercanas a la muerte son notablemente consistentes en forma y contenido. Incluyen recuerdos intensamente vívidos que implican sensaciones corporales que dan una fuerte impresión de ser reales, más reales incluso que los recuerdos de acontecimientos previos. El contenido de esas experiencias incluye recuerdos de la propia vida que “pasan ante los ojos”, viajando felizmente a través de un túnel hacia la luz y sintiéndose “uno” con algo universal.
Algunos científicos han descartado estas historias como alucinaciones o sueños, pero recientemente algunos equipos de investigación han comenzado a prestar más atención a estos fenómenos como un medio para entender la conciencia y arrojar luz sobre los misterios de la muerte.
Aunque contemplar de cerca la muerte provoca miedo en muchas personas, estas características positivas se reportan en algunas de las experiencias sufridas por aquellas que casi fallecieron para luego revivir.
¿Qué sucede cuando morimos, cuando nuestro corazón se detiene y toda la actividad eléctrica se interrumpe en nuestro cerebro? El ser humano se ha hecho esta pregunta desde tiempos inmemoriales. Los textos religiosos son capaces de proporcionar multitud de explicaciones, pero los científicos no han renunciado a proporcionar sus propias respuestas y están dando algunos pasos para comprender el funcionamiento del cerebro, durante la transición de la vida a la muerte.
Más recientemente, esto ha sido posible gracias a una investigación que ha monitoreado los cerebros de personas que han estado a punto de fallecer. Algunos de ellos han podido contar sobre lo que experimentaron.
Según los hallazgos publicados el jueves pasado en la revista Resuscitation, los cerebros de algunos pacientes con paro cardíaco produjeron una ráfaga de actividad durante la reanimación cardiopulmonar (RCP) a pesar de que sus corazones dejaron de latir hasta por una hora. Un pequeño grupo de participantes pudo recordar la experiencia, incluso, uno de ellos identificó un estímulo musical que sonaba mientras los médicos intentaban resucitarla.
Los investigadores interpretaron los registros cerebrales que les hicieron a estos pacientes como marcadores de “experiencias de muerte lúcida y recordada”, una observación que “nunca antes había sido posible”, indicaron los autores.
En el estudio, los investigadores intentaron determinar una firma biológica de las experiencias “del más allá”. El personal médico utilizó dispositivos portátiles que colocaron en la cabeza de los pacientes que llegaban con una emergencia cardíaca para medir sus niveles de oxígeno y actividad eléctrica cerebral, sin interferir con su tratamiento médico. También se evaluaron las percepciones conscientes e inconscientes colocando auriculares a los pacientes que reproducían una grabación repetida de los nombres de tres frutas: cambur, pera y manzana.
En términos de aprendizaje inconsciente, una persona que no recuerda haber escuchado los nombres de estas frutas puede pensar en ellas y mencionarlas. Respaldando esto, investigaciones anteriores han demostrado que personas en coma profundo aprendieron inconscientemente los nombres de frutas o ciudades al susurrarle esas palabras al oído.
Entre mayo de 2017 y marzo de 2020, 567 personas sufrieron paros cardíacos en los veinticinco hospitales participantes en el estudio. El personal médico logró recopilar datos de actividad cerebral y oxígeno de 53 de estos pacientes, la mayoría de los cuales mostraban un estado eléctrico plano en monitores cerebrales electroencefalográficos (EEG).
Pero alrededor del 40% experimentó actividad eléctrica con ondas cerebrales normales relacionadas con la conciencia, luego que revivieron. En ocasiones, esta actividad se restablecía hasta 60 minutos después de la RCP. Las exploraciones EEG de estos pacientes revelaron ondas cerebrales gamma, delta, theta, alfa y beta asociadas con una función mental superior, lo que indica que pueden estar recordando vivencias. Muchos describieron el evento como una “evaluación moral” de “toda su vida”.
Este nuevo estudio representa un esfuerzo por comprender lo más objetivamente posible la naturaleza de la función cerebral en su aplicación a la conciencia y a las experiencias cercanas a la muerte, lo cual se suma a artículos publicados sobre los picos de actividad EEG en el momento de la muerte.
Los científicos postulan que el cerebro cuenta con “sistemas de frenado” que filtran la mayoría de los elementos de la función cerebral de nuestro día a día. Esto permite a las personas desenvolverse en el mundo porque en circunstancias normales “no se podría funcionar teniendo acceso a toda la actividad del cerebro”, indicaron.
Sin embargo, los investigadores plantean la hipótesis de que en el cerebro agonizante se elimina el sistema de frenado. Partes que normalmente están inactivas se activan y la persona obtiene acceso a toda su conciencia: “A todos los pensamientos, los recuerdos y lo que había estado almacenado”. “No conocemos el beneficio evolutivo de esto, pero parece preparar a las personas para su transición de la vida hacia la muerte”, presumen los investigadores.
Si bien los resultados que reportan son sorprendentes desde un punto de vista científico, los hallazgos deberían sensibilizar a los médicos al tratar a los pacientes que reciben RCP como si aun estuvieran despiertos y, para aquellos que no pueden salvarse, los médicos podrían invitar a sus familiares a despedirse, ya que es posible que el paciente aún pueda escucharlos.
Paulino Betancourt Figueroa | @p_betanco
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