Colocar fragmentos de huesos, cabello o cenizas de un santo dentro de los altares, es el momento más importante durante la liturgia de consagración o dedicación de una nueva iglesia. En el caso del Santuario de Nuestra Señora de Fátima, ubicado en Carrizal, su altar guardará huesos de San Atanasio, un santo del siglo IV.
El padre José Antonio Da Conceicao, explicó a #ElTequeño que la reliquia de primer grado fue enviada por el Cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede. El hueso de San Atanasio permanecerá desde este jueves 13 de octubre dentro del nuevo altar.
Pero, ¿quién fue San Atanasio?
Nacido en Alejandría (Egipto), el año 295, al llegar a la adolescencia estudió Derecho y Teología. Después se retiró a un lugar solitario para vivir en la más absoluta soledad a la semejanza de los eremitas.
Precisamente conocerá a algunos y, entre ellos, a San Antonio Abad, el pionero del Monaquismo. Sobre él ofrecerá datos en sus escritos a modo de apuntes biográficos, gracias a lo cual conocimos de la existencia del Patrón de los animales. De vuelta a la ciudad se dedica a un servicio completo a Dios. Por entonces, Arrio estaba difundiendo el error de que Cristo no era Hijo Natural de Dios, sino que era adoptivo.
Para tratar este problema se convocó el Concilio I de Nicea, en la ciudad de Asia Menor del mismo nombre. En él tuvo mucho influjo Atanasio que era diácono y que acompañaba a Alejandro, Obispo de Alejandría. En él se condenó el arrianismo por ser una doctrina herética, reafirmando la Fe en el Señor Jesús, Hijo Unigénito de Dios, de la misma Naturaleza que el Padre. Así se profesa actualmente en el Credo.
Pasados cinco meses es elevado a la Sede Alejandrina tras morir el Titular. Su Ministerio estuvo lleno de dificultades porque fue desterrado varias veces. Esta fue la constante de su Episcopado, del que también perduran las numerosas obras en defensa de la Fe, así como las muchas aportaciones teológicas que le han otorgado el merecido título de Doctor de la Iglesia. San Atanasio muere en el año 373.
Redacción El Tequeño