Mientras en Europa siguen flotando trágicamente en el aire las declaraciones de Vladimir Putin de que Rusia “utilizará armas nunca usadas antes con quienes se inmiscuyan en su operación en Ucrania”, el Brasil de Lula busca un diálogo con Moscú en nombre de una paz que complazca tanto a Ucrania como al Kremlin.
Por eso invitó en abril a Brasilia al canciller ruso, Sergei Lavrov, que confirmó la visita tras reunirse el miércoles con su colega brasileño, Mauro Vieira, en el G20 de India. “Durante la reunión, que se desarrolló en un ambiente constructivo”, reza la nota de Itamaraty, “se reafirmó el objetivo mutuo de profundizar todo el complejo de relaciones de asociación estratégica ruso-brasileña y se discutió en detalle el calendario de contactos bilaterales a varios niveles”. Brasil y Rusia son miembros de los BRICS, la alianza que también incluye India, China, y Sudáfrica.
La creación de un “club de la paz” para mediar una salida a la guerra ha sido un proyecto impulsado por el Presidente Luiz Inácio Lula da Silva desde que asumió el cargo el 1 de enero. Incluso lo mencionó durante su visita a Washington con el presidente Joe Biden, sin mucho éxito. A Moscú, en cambio, le gustó la idea, al menos al principio. En unas declaraciones difundidas por la agencia estatal rusa TASS, el viceministro de Asuntos Exteriores, Mijaíl Galuzin, elogió la “postura de soberanía” de Brasil al “rechazar la presión de Estados Unidos” para enviar armas a Kiev y agregó que Putin “analizará la propuesta de Lula”. Itamaraty negó, que Brasil hubiera presentado una propuesta. No habría ningún documento, sino sólo declaraciones de Lula y de algunos miembros de su gobierno. Además, el entusiasmo de Moscú se atenuó el 2 de marzo, cuando otro vicecanciller ruso (Moscú tiene once viceministros de Asuntos Exteriores), Sergei Ryabkov, se quejó del voto de Brasil en la ONU. El 23 de febrero, Brasil dijo sí a la resolución que ha condenado la invasión rusa de Ucrania, exigiendo la retirada inmediata de sus tropas del territorio ucraniano. El texto de dicha resolución también incluía la recomendación específica de Brasil de “cesar las hostilidades”. Países como China, India e Irán se abstuvieron. La reacción del Kremlin fue dura. Ryabkov declaró que “si Brasil era capaz de evaluar plenamente la intrincada lógica de esta trágica y desafiante historia, debería por lo menos haberse abstenido”. Sobre la propuesta de Lula, Ryabkov fue claro: “No necesitamos ninguna mediación”.
Sin embargo, la visita de Lavrov podría reabrir nuevas perspectivas para el presidente brasileño, que no renuncia a su papel de mediador. Lo reiteró en el aniversario del primer año del conflicto, el 24 de febrero. En Twitter escribió que “es urgente que un grupo de países no involucrados en el conflicto asuma la responsabilidad de iniciar negociaciones para restablecer la paz”. A finales de enero, Lula había negado al canciller alemán Olaf Scholz – de visita oficial en Brasil para anunciar la donación de unos 200 millones de euros al fondo amazónico – el envío de municiones a Ucrania, declarando que “Brasil es un país de paz” y, en referencia a Volodymyr Zelensky dijo que “cuando uno no quiere, dos no se pelean”.
El jueves, Lula habló por videoconferencia con el presidente ucraniano por invitación del propio Zelensky, que le pidió que respaldara su propio plan de paz que también apoyan los europeos, principalmente el presidente francés Emmanuel Macron. Sin embargo, Lula se tomó su tiempo, respondiendo que aún lo está evaluando pero reiterando que “no hay solución para una guerra que no contemple los intereses de las dos partes en conflicto y que los planes unilaterales no tendrán ninguna posibilidad”. En la conversación de media hora, el presidente ucraniano no hizo ninguna referencia a la petición de armas hecha por Alemania y rechazada por Lula, pero invitó a Ucrania el presidente brasileño. Lula respondió que “no es la prioridad en este momento, pero que no faltarán oportunidades”, añadiendo que también pondrá el tema del conflicto sobre la mesa en sus conversaciones con Xi Jinping durante su largo viaje a China, entre 24 y 30 de marzo.
El pasado mayo, la controvertida declaración de Lula a la revista Time de que “Zelensky es tan culpable de la guerra como el presidente ruso” le hizo entrar en la lista del gobierno ucraniano de oradores que promueven la propaganda rusa, de la que fue retirado posteriormente debido a la repercusión mediática. A las pocas horas de la primera vuelta de la votación, el 2 de octubre 2022, Lula había recibido el apoyo en Twitter de Edward Snowden, el ex agente de inteligencia estadounidense que desde Rusia, donde se nacionalizó hace unos meses, escribió un tuit que no dejaba lugar a dudas: “Lula”
Más allá de su propuesta de mediación, Lula se encuentra ahora con una papa caliente heredada del ex presidente Jair Bolsonaro que, pocos días antes de la invasión a Ucrania, visitó a Vladimir Putin en Moscú para garantizar a Brasil la continuidad de las importaciones de fertilizantes rusos, que junto con los de Irán representan cerca del 30% de sus necesidades. La patata caliente dejada por Bolsonaro es que los rusos que han penetrado desde hace tiempo en la producción de fertilizantes en Brasil se han expandido en total silencio del gobierno anterior, incluso después de las sanciones de Europa y Estados Unidos.
Se trata del caso del magnate ruso Andrey Melnichenko. Octavo hombre más rico de Rusia según Forbes en 2021, con una fortuna de unos 18.000 millones de dólares, ha sido sancionado tanto por la Unión Europea como por Estados Unidos por ser considerado miembro del reducido grupo de oligarcas próximos al presidente Putin. En marzo de 2022, las autoridades italianas incautaron su “megayate”, valorado en 530 millones de euros, en la ciudad portuaria de Trieste. Melnichenko es fundador, principal accionista y miembro del consejo de administración de la empresa energética de carbón SUEK y del gigante de la producción de fertilizantes EuroChem Group. A pesar de que en un comunicado oficial publicado por la BBC inmediatamente después de las sanciones el EuroChem Group declaró que “Andrey Melnichenko ha renunciado a su cargo de director no ejecutivo del consejo de administración y se ha retirado como principal beneficiario”, una investigación exclusiva de Reuters reveló que para salvar su imperio industrial Melnichenko simplemente lo cedió a su esposa el día antes de ser sancionado por la Unión Europea.
Melnichenko llegó a Brasil en 2016 cuando compró el 51% de las acciones de una empresa que luego compró en su totalidad en 2020, la “Fertilizantes Tocantins” de Barcarena, ciudad de 130.000 habitantes en el estado de Pará. Diario do Poder de Brasil en 2015 la Fertilizantes Tocantins durante el gobierno de Dilma Rousseff recibió 40 millones de reales, unos 13 millones de dólares al cambio de entonces, en incentivos fiscales de la Secretaría de Desarrollo Económico, Minoría y Energía (SEDEME) como forma de atraer inversiones al estado para impulsar el mercado laboral. El 29 de marzo de 2022, cuando Melnichenko ya era objeto de sanciones en Europa, el grupo EuroChem anunció que había comprado el 51,48% de las acciones de otra empresa brasileña de fertilizantes, la Fertilizantes Heringer SA, que distribuye, según el anuncio, 4 millones de toneladas al año.
Según Agência Pará, la ciudad de Barcarena también interesó a otros rusos en 2021 para invertir en la ampliación del puerto local. Entre ellos, algunos miembros del CN CEPLA, conocido en inglés como NK SESLA. En un informe reciente del Institute for National Strategic Studies (INSS), el analistarechazó escribió que el Comité Nacional Ruso para la Promoción del Comercio Económico con Países Latinoamericanos (CN CEPLA en español) con sede en Santiago de Chile, a través de sus negocios “facilita actividades rusas de inteligencia”. El CN CEPLA fue fundado en 1998 por el ex general del KGB Aleksandr Vladimirovich Starovoitov, encargado de la seguridad cibernética y electrónica en Rusia. Según Farah, “es muy probable que el objetivo principal de la red sea la inteligencia electrónica, la criptología y la vigilancia, más que el comercio en la región”. Tatiana Mashkova, que según la prensa brasileña estuvo presente en la reunión por videoconferencia con el gobernador del estado de Pará, Helder Barbalho del Movimento Democrático Brasileiro (MDB), para financiar la ampliación del puerto de Barcarena, es la directora general del CN CEPLA desde 2021. Según Farah, en febrero de 2022 Mashkova se reunió tanto con el presidente de Argentina, Alberto Fernández, como con Bolsonaro durante sus respectivas visitas a Putin en Moscú a la vigilia del comienzo de la guerra.
A este complicado escenario se suma la facilidad con la que el gobierno de Bolsonaro autorizó el pasado noviembre una expedición científica rusa al corazón del Amazonas a bordo del Academik Boris Petrov. Se trata de un navío de propiedad del gobierno ruso, perteneciente a la misma flota que recientemente ha provocado un debate sobre el riesgo de espionaje ruso en aguas suecas. También a la luz del caso de los buques militares iraníes cuyo atraque fue autorizado por Lula en los últimos días en el puerto de Río de Janeiro, creando consternación fuera de Brasil, el presidente se ve ahora en la necesidad de tomar una decisión clara ante la comunidad internacional sobre el camino que pretende seguir en relación con Rusia. Si continuar siguiendo los pasos de Bolsonaro permitiendo que Moscú siga penetrando en la economía y la seguridad del país a pesar de una guerra en curso en Europa, o por el contrario ponerse del lado de las democracias.