«Nada apagará mi devoción por ella, ni siquiera la pandemia», sentencia Rosana Aponte, quien año tras año, desde hace exactamente 8, viaja hasta Barquisimeto para agradecer a la Divida Pastora por la salud de su hija.
Este año no podrá asistir, tanto el Covid-19 como la cruda escasez de gasolina, le impiden movilizarse desde Los Teques hasta la capital del estado Lara para formar parte de una de las devociones marianas más grandes del mundo.
«Así sea por Zoom, video llamada o YouTube, el 14 de enero acompañaré a mi pastora en su día», sentencia la joven, madre de una niña de 9 años que fue sanada por la patrona de los larenses.
Rosana conoció de la devoción a la Pastora cuando tenía 19 años, «vivía en Barquisimeto con una tía desde que tenía 17 y fue cuando comencé a conocer sobre la gran pasión que sienten los habitantes de Lara por ella».
«Me fui enamorando de su historia, contagiando de ese amor que millones sienten por ella, fui año tras años a las multitudinarias procesiones hasta que me casé», recuerda.
Con su primer hijo, Rosana mantuvo la tradición de ir en vacaciones y visitar en el pueblo de Santa Rosa la imagen, pero fue cuando nació su segunda hija que realmente se creó un vínculo más poderoso.
«Mi niña nació con un problema en el estómago de reflujo, tenía inmadurez en el esófago, un día de desesperación, luego de verla vómitar unas 14 veces durante la noche, le pedí a la Pastora que si la curaba yo iba a ir hasta que fuera viejita a caminar junto a ella», recuerda.
Desde entonces van 8 años en los que Rosana junto a su familia camina las calles de Barquisimeto en una de las procesiones más grandes del mundo para agradecer por la salud de su pequeña.
«Es muy hermoso estar entre esa multitud, verla pasar frente a uno es increíble, es una devoción muy grande que se siente», indica. Admite que no poder asistir este año le genera tristeza.
-Pero este 14 de enero la acompañaré de forma virtual, utilizando las plataformas digitales que activen para tal fin, con video llamada con mis primas estaré presente para seguir honrandola por la salud y sanidad de mi hija, en mi corazón esa devoción jamás se apagará.
Fe a primera vista
«Ya son casi 10 años desde que la conocí», reseña Jenny. Jamás había oído antes hablar de ella. De una virgen con zapatos y cabello de verdad. Fue amor a primera. «Una amiga de Barquisimeto, aparte de enseñármela me invitó a su casa, con su familia a recorrer la procesión y todas las fiestas que ocurren esos días alrededor del 14 de enero. Sus fiestas son alucinantes. Todo, absolutamente todo, gira en torno a la Madre».
-Allá te dicen que después de que vas la primera vez “la Virgen no te suelta” y te hace volver cada año. Y así fue, así ha sido.
Mi fe por ella – agrega la joven- se sembró para siempre en mi corazón desde aquella primera vez que la vi en la procesión. Llegué a la ciudad, la visité en Santa Rosa y fue lindo, pero no sentí nada especial. El verdadero impacto lo viví en la procesión, apenas la divisé a lo lejos frente a mis ojos en movimiento entre la multitud, sentía que el corazón se me iba a salir. Supe que ella estaría para mí, para siempre.
En enero 2019 pude visitarla y estaba preciosa, emocionante, lágrimas a flor de piel.
«En este 2020, mi padre, en medio de la pandemia, en un país precario, fue diagnosticado con neumonía bilateral por Covid e internado de inmediato. Su cara al dejarlo en la puerta de la emergencia rondaba mi cabeza pensando que sería nuestro último encuentro. Más de 60 años, hipertenso y con 2 semanas de evolución. Fueron muchas noches en vela, en oración y aferrados a Dios. En una de esas noches le prometí a la Divina Pastora que si salvaba a mi padre, recorrería su procesión el próximo 14 de enero».
-Fue dado de alta, totalmente recuperado, cumplió su reposo y cuarentena 1 mes más en casa y hoy tengo una promesa que cumplirle a la Madre amada, Divina Pastora. Habrá restricciones en Venezuela, sin embargo, de rodillas en mi casa frente al tv, acompañaré la transmisión hasta que pueda agradecerle en persona. Gracias por TANTO Divina Pastora de mis amores.
Corriendo por ella
«Fuí por primera vez a Barquisimeto en 2015 a participar en la carrera de 21km (media maraton) de la Divina Pastora», recuerda Daniel, agregando que otra corredora – devota de la Virgen- le regaló un escapulario y le aseguró que lo iba a necesitar.
“A los pocos días a mi mamá le detectaron que estaba enferma y le pedí mucho a la Divina Pastora que le concediera salud. Mi mamá fue sometida a una operación la cual superó sin problema. Los médicos dijeron que estaba curada. Ahí me percaté que la Divina Pastora había cumplido lo que lo pedí”, recordó.
Por el favor concedido y en honor a ella, comenzó a orar y a regalar escapularios a las personas que lo necesitaban. Igualmente, decidió participar cada año en la carrera del 14 de enero en la madrugada, que parte de El Obelisco hasta Santa Rosa.
“Aparte de hacer la carrera, me uno a la procesión ese mismo día. Camino junto a la imagen y compro escapularios para dárselos a las personas que quiero”.
Este año no podrá asistir, sin embargo asegura que madrugará y saldrá a correr en su ciudad – San Antonio de los Altos – en honor a la Pastora.
Daniel Murolo