Con sus altas y bajas, ventajas y desventajas, los periodistas de medios internacionales de comunicación basados en Venezuela forman parte de un entorno que es también común para los medios locales. Las problemáticas que encara la prensa en Venezuela son ampliamente discutidas y cuestionadas.
Por Luisana Solano / vozdeamerica.com
A propósito del Día Mundial de la Libertad de Prensa, la Voz de América conversó con periodistas de diversos medios para contar en primera persona algunas de las problemáticas a las que se enfrentan en el país suramericano inmerso en una profunda crisis política, económica y social.
“Hemos tenido episodios increíblemente sórdidos”, afirma a la Voz de América Alonso Moleiro, corresponsal del diario español El País, al ser consultado sobre la situación de la prensa en el país.
El periodista y escritor señala que la libertad de prensa en Venezuela sufre un “gran deterioro”.
“Existen unas zonas donde todavía se puede ejercer el periodismo, (pero) se van achicando”, afirma.
Moleiro recuerda, por ejemplo, que el propio Nicolás Maduro criticó públicamente su trabajo el pasado año. “Estuve leyendo un artículo de Alonso Moleiro. Yo conozco a Alonso, era amigo mío cuando yo era diputado. (Es) hijo de Moisés Moleiro. Escribe en El País, lo contrataron en El País. Debe ser que él vende sus credenciales (de) que es un hombre de izquierda, pero no es de izquierda, él es de ultraderecha”, afirmó Maduro durante una presentación en la televisión en 2020.
Y fue más lejos indicando: “Alonso se degradó ideológicamente y se fue para la derecha. Entonces escribe un artículo hoy (en septiembre de 2020) en el periódico El País, de España, utilizando la mentira, la sucia mentira del informe del Grupo de Lima contra mí como presidente, contra Venezuela. Y así como a Alonso Moleiro tienen a 100, 200, 300 plumas que escriben para 100, 200, 300 periódicos, páginas web del mundo y repiten la mentira porque quieren justificar lo injustificable”.
Sin embargo, Moleiro resalta el caso de un corresponsal extranjero de El País, que fue agredido físicamente en Caracas mientras hacia una cobertura en 2020.
La prensa en “estado crítico”
Álex Vásquez, corresponsal de la agencia de noticias Bloomberg, concuerda al señalar que la condición de la libertad de la prensa en Venezuela se encuentra en un “estado crítico” y “acorralada”.
Pero a la vez, destaca las iniciativas de páginas digitales de noticias e investigación nacionales que “siguen haciendo el trabajo y lo hacen muy bien” pese a que -considera- su situación es más complicada en cuanto al tema de la persecución y ataques.
“Ejercer el periodismo en Venezuela es una profesión bastante complicada”, señala a la VOA, por su parte, Gabriela Gonzalez, corresponsal de emisora colombiana W Radio, destacando que por la misma situación que atraviesa el país, esto también le ocurre a otros profesionales.
En el caso particular del periodista, agrega: “No solamente tiene que narrar los problemas que están padeciendo los ciudadanos, sino que también los tiene que vivir”.
Entorno con patrones “restrictivos”
Estos profesionales no son ajenos a la realidad de la profesión en el país ni trabajan exento de la situación que es cada vez más restrictiva, según afirman especialistas en la materia.
Marianela Balbi, directora ejecutiva del IPYS Venezuela, explica a la Voz de América que en el contexto de la pandemia, han visto que se “profundizan unos rasgos que ya durante muchos años hemos venido acumulando” contra los medios.
Esta situación, agrega, se ha traducido “en una imposición de un modelo de censura con consecuencias muy graves, porque entre una de ellas es el silencio en muchas zonas de Venezuela”.
Especifica que entre los patrones identificados por IPYS está el tema de las detenciones arbitrarias, unido a restricciones de acceso a información pública.
En marzo, el instituto publicó su informe anual titulado “El Virus de la Censura”, donde registraron 636 violaciones a las garantías informativas, en el que, de 325 personas afectados, 194 eran reporteros.
Otra organización que ha registrado la situación de la libertad de expresión en el país ha sido Espacio Público. Su director ejecutivo, Carlos Correa, explica la VOA que los patrones “regresivos o restrictivos” aumentaron en el contexto de la pandemia.
Entra las características que destaca está el incremento de los señalamientos por el uso de redes sociales o redes de comunicación, como WhatsApp y de la “percepción criminal o penal contra periodistas y ciudadanos”.
Destaca, precisamente, que los comunicadores son una parte importe de los afectados de estas violaciones de libertad de expresión en el país. “Informarse en Venezuela e informar en Venezuela es cada vez más duro”, afirma Correa.
La prensa internacional como “foco” y “ventana”
En el caso específico de los medios de comunicación extranjeros con presencia en el país, la directora de IPYS explica que ha habido una “evolución” en cómo ha sido la relación con el gobierno, donde al principio existía una “preferencia”, pero luego el interés también pasó a ellos.
“(Las corresponsalías) siguen siendo unas ventanas necesarias (…) que realmente permite que la información salga de Venezuela y se pueda conocer afuera”, afirma Balbi.
Correa, por su parte, identifica las distintas “capas” con la que se ha desarrollado el “hostigamiento” al ecosistema de medios en el país a través de los años, iniciando con la televisión, pasando por la radio y luego por la prensa escrita, por lo que las personas buscan otras opciones para informarse.
“La prensa extranjera ha sido un foco, especialmente cuando ya se han doblado, se han reducido, otras ofertas informativas”, explica el director de Espacio Público. Coloca como ejemplos la salida de la programación de las cableoperadoras, años atrás, de canales como NTN24 o CNN en Español.
González, de la W Radio, enfatiza que las agresiones no son sólo físicas, también pueden ser verbales y se pueden dar en escenario como las redes sociales o incluso programas de televisión o radio. “Personalmente, he sido víctima de cada uno de esas agresiones”, afirma.
En el informe de reunión de medio de año sobre Venezuela de la Sociedad Interamericana de Prensa, la situación no pasó desapercibida y apuntó que: “Sigue la persecución contra corresponsales extranjeros”. Colocan como ejemplo la detención y posterior liberación de dos periodistas de NTN24 en el mes de abril.
Este mismo año, específicamente entre febrero y abril, el canciller venezolano Jorge Arreaza envió cartas a las agencias Deutsche Welle (DW), Agence France-Presse (AFP), Associated Press (AP) y BBC cuestionando, en la mayoría de los casos, su línea editorial, la rigurosidad en algunas publicaciones o los manejos de ciertas informaciones, luego de una “evaluación general” o un “cuidadoso seguimiento” del contenido de estos medios.
Las misivas mencionan temas como la situación de la pandemia en el país, pero una de las constantes son las sanciones, consideradas por el gobierno venezolano como “medidas coercitivas unilaterales”, y sus consecuencias para el país.
La DW hizo pública su respuesta a la cancillería venezolana, donde rechazaron las afirmaciones de Arreaza y lamentan que no fuesen percibidos los “constantes esfuerzos por facilitar una información imparcial”.
En el caso de la BBC, el canciller venezolano reveló que se les invitó a procesar cualquier queja mediante un formulario en la página web del medio.
En algunos casos, el canciller calificó la respuesta de la agencia a estas misivas como “poco reflexiva” o “poco autocrítica”. En otras, como “seria y respetuosa” o “educada”, asegurando incluso que se puede “trabajar coordinadamente para mejorar los accesos a las fuentes”.
Para Moleiro, periodista de El País, las cartas son un esfuerzo del gobierno por “crear una contención a partir de una queja, porque escuchen su versión”.
Entre tanto Gabriela González señala que no son sólo críticas para pedir por una línea editorial “distinta”, sino que también coloca al periodista que hace el trabajo dentro del país “en una situación de conflicto con sus superiores”.
Vocación y responsabilidad
Balbi, de Ipys, considera que la labor del periodista en Venezuela representa un esfuerzo “titánico” que demuestra “vocación” e “interés por hacer una enorme resistencia a un patrón de conducta antidemocrática”.
Lo más difícil de explicar de la situación que atraviesa Venezuela, comenta por su parte Moleiro, es “graficar el modelo de dominación chavista” y “no ver a la polarización como una causa, sino como una consecuencia”.
A pesar de toda la situación, Moleiro considera que “la prensa ha resistido”. “Aquí se está contando la historia. Aquí hay un diagnóstico gracias a un esfuerzo periodístico y de las organizaciones de la sociedad civil entorno a lo que pasó en Venezuela”, afirma.
En el caso de Vásquez, periodista de Bloomberg, comenta que de las informaciones que quizás lleven un poco más de dificultad a la hora de explicar están relacionadas a la “dinámica institucional y la económica” del país.
“Teniendo en cuenta todas las limitaciones que tiene la prensa nacional, la responsabilidad de los corresponsales internacionales es muy grande, porque son, sin duda, una ventana de toda la crisis del país para el mundo”, concluyó Vásquez.