Los casos de Covid-19 en Venezuela se han multiplicado en las últimas semanas, disparando las alarmas de médicos y opositores que dicen que el régimen de Nicolás Maduro perdió el tiempo y no dotó a los hospitales de la infraestructura necesaria para combatir la enfermedad.
Venezuela entró en un espiral de nuevos contagios hace un mes, sufriendo un alza de al menos 33% de los casos cada siete días, dijo Julio Castro, infectólogo y miembro del equipo médico asesor del líder de la oposición, Juan Guaidó.
Maduro atribuye el auge de los contagios a venezolanos que regresan “infectados” desde países vecinos. También lo achaca al “virus colombiano”, una cepa que dice que es más agresiva y que ataca regiones de frontera como el estado Zulia, en la zona limítrofe con territorio colombiano.
Los asesores médicos de Guaidó no comparten la idea del “virus colombiano” y sostienen que el brote en Zulia se debe básicamente a la falta de servicios básicos como agua y electricidad.
Según los datos oficiales, los que el gobierno muestra como prueba del éxito de la política oficial contra el virus, hasta el 14 de julio los casos de contagios sumaban 10.010, con 96 decesos. Pero los especialistas opinan distinto.
Desde marzo, cuando comenzó el confinamiento, y hasta ahora “el régimen perdió el tiempo (…) no compró ventiladores, no acondicionó hospitales (…) no hizo todo lo que había que hacer para atender a los pacientes, no aumentó el número de camas en terapia intensiva”, dijo el médico y diputado José Manuel Olivares, miembro del equipo asesor en salud de Guaidó.
El régimen señala que en su red de unos 300 hospitales públicos de Venezuela hay más de 23.000 camas listas para atender pacientes, aunque tales datos han sido puestos en duda por grupos no gubernamentales de médicos. El Ministerio de Información no respondió una solicitud de comentarios.
Olivares y gremios médicos además advirtieron que en Venezuela ya han fallecido 20 trabajadores de la salud, 12 de ellos doctores, a causa de COVID-19 y que si los hospitales no son dotados rápidamente con equipos de protección aumentarían los riesgos para el personal.
Irene Guedes, una ama de casa de 54 años, dijo estar preocupada porque en la barriada donde vive, Bermúdez I, en el suroeste de Caracas, estuvo en contacto con un pareja que la semana pasada dio positivo al virus y fue ingresada en un centro de salud público.
Sentada en un banco frente a su casa, con un tapabocas de tela blanco, Guedes respondía las preguntas de un miembro de una brigada pública de salud que visitaba la zona.
“Siento mareos, se me van los tiempos, no huelo nada”, dijo Guedes en voz baja, mientras el médico Wilfredo Sánchez le recomendaba ir a un centro de atención para hacerse una prueba.
A unos 100 metros de la casa de Guedes entre los serpenteantes callejones de Bermúdez I, Analeida Games, de 61 años, dijo que la semana pasada ella y su esposo, Orlando Perdomo de 57, tuvieron fiebre y dolores de huesos. Agregó que ni fueron al centro de salud ni se han hecho pruebas.
“Eso fue solo una gripe”, dijo Games a otro miembro de la misión de unos 15 integrantes.
El coronavirus no solamente ha golpeado a la población, también ha afectado el corazón de régimen de Maduro. Diosdado Cabello, jefe de la Asamblea Constituyente cubana, y Tareck El Aissami, ministro de Petróleo, dijeron la semana pasada que estaban contagiados y que se mantenían aislados.
El martes, Maduro defendió nuevamente la respuesta del país a la pandemia y dijo que las agencias de noticias extranjeras, incluida Reuters, se centraron en incidentes negativos e ignoraron los acontecimientos positivos del manejo de la situación.
“En Venezuela todos se hospitalizan, todos. Todos. Es la orden y se esta cumpliendo desde hace meses. Todo el mundo está atendido, nadie anda por allí vagando por la calle o en su casa abandonado”, sostuvo Maduro. Reuters
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