Cuando más de 150 líderes mundiales, incluidos presidentes y primeros ministros, lleguen a Nueva York para participar en las sesiones de alto nivel de la 78 Asamblea General a partir del 19 de septiembre, el barrio donde se ubica la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se convertirá en una auténtica zona de guerra.
Las calles estarán sembradas de decenas de policías, personal del servicio secreto estadounidense, agentes de seguridad de la ONU, perros detectores de bombas, cierres de carreteras… y una ambulancia de guardia en el campus de la ONU lista para hacer frente a cualquier urgencia médica.
El Servicio Secreto de Estados Unidos también tiene un capellán oficial listo para realizar la extremaunción en caso de cualquier asesinato político en las instalaciones de la ONU.
Lo único que falta son drones de vigilancia aérea, ya que en las sedes de la ONU hay un cartel, quizá medio en broma, que dice: “Zona sin drones”.
Mientras tanto, cientos de funcionarios de la ONU y periodistas serán sometidos a controles dobles y triples de sus documentos de identidad con fotografía, al menos cada 200 o 300 metros fuera del edificio de la ONU, lo que recuerda a la seguridad en el Pentágono y la sede de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), donde su identificación de visitante está preparada para cambiar automáticamente de color si se excede en su visita.
En respuesta a las preguntas sobre seguridad, Paulina Kubiak, portavoz del presidente saliente de la Asamblea General, declaró: «Siempre hay restricciones durante la AGNU”, la Agencia General de las Naciones Unidas.
“En este momento, no hay restricciones relacionadas con la covid. Por lo tanto, no es necesario llevar máscaras ni vacunarse», añadió.
Aun así, en 1964, con una seguridad relativamente menor, el edificio de la ONU fue atacado -quizás por primera vez en la historia del organismo mundial- por un lanzacohetes mal dirigido.
Cuando el carismático Ernesto «Che» Guevara, en su día segundo del líder cubano Fidel Castro, acudió a las Naciones Unidas para dirigirse a la Asamblea General en 1964, la sede de la ONU fue literalmente atacada.
El discurso del revolucionario marxista nacido en Argentina quedó momentáneamente ahogado por el sonido de una explosión.
Las fuerzas anticastristas en Estados Unidos, respaldadas por la CIA, habían montado una insidiosa campaña para impedir que el Che Guevara hablara ante la AGNU.
Se disparó un bazuca de 3,5 pulgadas contra el edificio de la Secretaría, de 39 plantas, junto al río Este, mientras se celebraba una bulliciosa manifestación anticastrista y anti-Che Guevara frente al edificio de la ONU.
Según Wikipedia, el bazuca es el nombre común de un lanzacohetes portátil empleado principalmente contra tanques y otros carros de combate, ampliamente desplegado por el ejército estadounidense, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
La mano oculta era visible -solo faltaban las huellas dactilares- en el primer atentado terrorista contra el edificio de la ONU.
Pero el lanzacohetes, que al parecer no era tan sofisticado como los actuales misiles lanzados desde el hombro y granadas propulsadas por cohetes, no alcanzó su objetivo, sacudió las ventanas y cayó al río a unos 200 metros del edificio.
El activista afroamericano por los derechos civiles Martin Luther King Jr. dijo en una ocasión que en Estados Unidos hay «misiles guiados y hombres equivocados».
Un periódico describió el ataque como «uno de los episodios más salvajes desde que las Naciones Unidas se trasladaron a su sede del río Este en 1952».
Como recordarán los antiguos funcionarios de la ONU, el fallido bombardeo del edificio de la ONU en 1964 tuvo lugar cuando el Che Guevara lanzó un duro ataque contra la política exterior de Estados Unidos y denunció una propuesta de pacto de desnuclearización para el hemisferio occidental.
Tras su discurso en la Asamblea, el Che Guevara fue preguntado por el ataque dirigido contra él. “La explosión le ha dado más sabor a todo el asunto”, bromeó, mientras mordisqueaba su puro cubano, durante la conferencia de prensa.
Cuando un periodista le dijo que la policía de Nueva York había detenido a una mujer, descrita como una exiliada cubana anticastrista, que había sacado un cuchillo de caza y saltado el muro de la ONU con la intención de matarlo, el Che Guevara acotó: «Es mejor ser asesinado por una mujer con un cuchillo que por un hombre con una pistola».
A la pregunta de si hubo otros ataques contra la ONU, Samir Sanbar, ex secretario general adjunto y jefe del Departamento de Información Pública, dijo a IPS que el único ataque que recordaba era el atentado Bagdad, la capital iraquí, 2003.
Dos de sus colegas más cercanos, Sergio Viera de Mello y Nadia Younes, murieron en ese atentado.
“Ambos no querían ir, pero les empujó alguien que los quería afuera”, explicó Sanbar, que trabajó bajo las órdenes de cinco secretarios generales distintos.
El 19 de agosto de 2003, un terrorista suicida condujo un camión lleno de explosivos hasta la sede de las Naciones Unidas en la capital iraquí y la hizo estallar, matando a 22 personas, entre ellas Vieira de Mello, alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y jefe de la misión de la ONU en Iraq.
El atentado contra el edificio del Hotel Canal causó también más de 150 heridos, la mayoría de ellos trabajadores humanitarios que habían llegado a Iraq para ayudar a reconstruir el país tras el derrocamiento del presidente Sadam Huseín.
Puede leer aquí la versión en inglés de este arículo.
El atentado fue uno de los más mortíferos de la historia de la ONU y marcó un punto de inflexión en la forma en que la ONU y los grupos de ayuda operan sobre el terreno.
El 18 de agosto, la ONU conmemora el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria anual, que se estableció con motivo del bombardeo de Bagdad hace 20 años.
Mientras tanto, los ataques contra las fuerzas de mantenimiento de la paz de la ONU han continuado con 32 miembros del personal de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas “28 militares y cuatro policías, incluida una mujer policía” muertos en ataques deliberados en 2022.
Por nacionalidades, los miembros de las fuerzas de mantenimiento de la paz que murieron en 2022 procedían de Bangladesh (3), Chad (4), Egipto (7), Federación de Rusia (1), Guinea (1), India (2), Irlanda (1), Jordania (1), Marruecos (1), Nepal (1), Nigeria (2), Pakistán (7) y Serbia (1).
Esto eleva el número de víctimas mortales al menos a 494 miembros del personal de las Naciones Unidas y el personal asociado que murieron en ataques deliberados en los últimos 12 años a causa de artefactos explosivos improvisados, granadas propulsadas por cohetes, fuego de artillería, disparos de mortero, minas terrestres, emboscadas armadas y sucesivas, ataques a convoyes, ataques suicidas y asesinatos selectivos.
En los últimos 78 años, las Naciones Unidas y sus organismos especializados han recibido el prestigioso Premio Nobel de la Paz en 12 ocasiones. La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) recibió el premio Nobel de la Paz en 1954 y 1981.
En 2001, las Naciones Unidas y el entonces secretario general, el ghanés Kofi Annan, recibieron el mismo premio «por su labor en pro de un mundo mejor organizado y más pacífico».
Pero la ONU pagó un alto precio en vidas humanas por estos merecidos galardones.
T: MF / ED: EG
IPS