La disputa entre Evo Morales y el presidente Luis Arce ha intensificado la división del Movimiento al Socialismo (MAS), desestabilizando a Bolivia. Morales enfrenta graves acusaciones y órdenes de captura, y en respuesta, sus seguidores organizan bloqueos que paralizan el país.
Por Infobae
La escasez de combustible se agrava, afectando sectores clave. Arce, por su parte, promete restablecer el orden, incluso recurriendo a las fuerzas de seguridad. La crisis refleja un conflicto interno no solo político, sino también por el control del MAS y las elecciones de 2025.
Esto son las cuatro claves para entender el delicado momento que vive Bolivia:
1 – Tensiones políticas entre Evo Morales y Luis Arce
El enfrentamiento entre Evo Morales y el presidente Luis Arce ha llegado a un punto crítico en las últimas semanas, acentuando la división interna del partido Movimiento al Socialismo (MAS). Las tensiones comenzaron a intensificarse cuando seguidores de Morales, en respuesta a las órdenes de captura por acusaciones de estupro y trata de personas, iniciaron bloqueos masivos en las carreteras de todo el país, afectando el tránsito y la logística nacional. El conflicto entre ambos líderes no solo se centra en el plano económico y social, sino que se ha convertido en una disputa por el control del partido y la candidatura presidencial de cara a las elecciones de 2025.
Morales ha acusado al gobierno de Arce de perseguirlo políticamente y de orquestar un supuesto plan para asesinarlo. Según él, los disparos recibidos por sus vehículos en el Trópico de Cochabamba fueron parte de un intento de magnicidio, mientras que el gobierno sostiene que se trató de un operativo antidrogas en el que la comitiva de Morales se negó a detenerse y respondió con disparos. El jefe cocalero afirmó en una entrevista que, si llegara a ser arrestado, habría un “levantamiento” indígena y militar en Bolivia, apoyado por sectores que él asegura están listos para rebelarse.
En respuesta, Arce ha mantenido una postura firme. A través de mensajes oficiales, ha declarado que su gobierno está dispuesto a usar las “facultades constitucionales” para restablecer el orden, lo que podría implicar el uso de las fuerzas de seguridad del Estado. La situación se ha agravado con la promulgación de un decreto que otorga un bono especial a los policías involucrados en operativos, y con el despliegue de oficiales hacia zonas conflictivas como Cochabamba. Estas medidas reflejan la gravedad del conflicto político y la determinación del gobierno para frenar las manifestaciones.
2 – Conflictos judiciales y tensiones sociales
Evo Morales, el exmandatario y líder cocalero, enfrenta graves acusaciones de estupro y trata de personas. Se le señala por haber mantenido una relación con una menor de 16 años durante su presidencia, un caso que ha llevado a la emisión de una orden de captura tras su inasistencia a una citación de la Fiscalía. La fiscal departamental de Tarija, Sandra Gutiérrez, ha declarado que existen “pruebas materiales” que respaldan la investigación, negando que se trate de una persecución política. Gutiérrez detalló que los cuatro cuerpos del expediente contienen indicios que refutan cualquier alegato de sesgo judicial.
Ante la posibilidad de su detención, Morales ha hecho un llamado a la movilización de sus seguidores, quienes han respondido con bloqueos y barricadas en todo el país, especialmente en su bastión sindical, el Trópico de Cochabamba. Las manifestaciones, inicialmente motivadas por el respaldo al líder cocalero, han sumado una serie de demandas económicas y políticas, como la provisión de dólares y la validación de un congreso del MAS que ratificó a Morales como jefe del partido y lo proclamó candidato para las elecciones presidenciales de 2025.
La violencia ha sido un componente recurrente en este conflicto. En Mairana, Santa Cruz, un enfrentamiento entre policías y manifestantes dejó 29 heridos, y la situación se tornó crítica cuando periodistas y policías fueron retenidos como rehenes por los bloqueadores. La Defensoría del Pueblo intervino y negoció un intercambio ordenado de detenidos, aunque los bloqueadores persistieron en su resistencia. Además, Morales ha afirmado que sus seguidores están preparados para tomar medidas más extremas si las acciones del gobierno continúan, incluyendo una rebelión indígena.
El gobierno de Arce ha denunciado las tácticas de los bloqueadores, acusándolos de usar armas de fuego y dinamita, y ha ordenado operativos para restablecer el orden. En tanto, la figura de Morales sigue siendo divisiva: por un lado, recibe apoyo incondicional de ciertos sectores campesinos y cocaleros; por otro, enfrenta la desaprobación de quienes lo consideran un peligroso desestabilizador en un momento de crisis económica y social.
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