El pueblo tiene hambre. Busca qué comer y la cuarentena parece no detenerlo. Las medidas de confinamiento para frenar la expansión del coronavirus, llegan para completar la historia de terror que vive la ciudadanía por la dificultad de acceder a los alimentos, una realidad que viene aumentando en las propias narices de Nicolás Maduro. Los efectos de la pandemia y la crisis país obligan a la población a jugarse el todo o nada, incluso a caer en lo que unos llaman «delitos de hambre» y que otros prefieren decirles, sin ánimos de justificarlos, «delitos por necesidad».
La cuarentena puso a los sectores más vulnerables entre la espada y la pared, a debatirse entre el miedo al coronavirus o a la sensación de hambre, y esto se replica en todo el país.
El diario El Impulso refiere que en medio de la paralización en la que se encuentra la nación, campesinos en Lara roban cosechas y matan ganado para mitigar el hambre. En tanto, el Observatorio Venezolano de Violencia señala que la delincuencia aprovecha la crisis de los servicios y la cuarentena por la covid-19 en la región capital. La precariedad se siente más de cerca y las reacciones no se hacen esperar.
Mantenerse vivo
«Antes de llegar el coronavirus ya se vivía al límite. En las comunidades las reservas se agotaron», explica Alexander Campos, integrante del Centro de Investigaciones Populares, quien advierte que la nueva extensión de la cuarentena podría avivar momentos de tensión en los sectores más vulnerables.
Las comunidades buscan sobrevivir a los cada vez más punzantes embates de la precariedad y la pobreza. El también profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV) menciona que los delitos por hambre son aquellos que se cometen con la sola intención de sobrevivir. Agrega que un ejemplo claro de esto es el raterismo y la invasión de propiedades privadas para sustraer cosas que les sirvan para revender o mantenerse vivo: desde bombonas de gas hasta alimentos.
La prostitución (en adultos e infantil) también es un mal que acecha a las comunidades en estos momentos de cuarentena, advierte Campos, aunque señala que parte de esa población no tendría la idea de incurrir en estos actos de forma continua. Solo es una alternativa eventual para solventar problemas específicos.
«Cuando digo repunte es por el hecho de que aunque esto se mantenía latente siempre y en un crecimiento progresivo por la crisis, cuando llegó la cuarentena comenzamos a ver picos más altos. Estos actos se han intensificado exponencialmente en estos más de 50 días«, agrega.
El investigador precisa que los picos comenzaron a evidenciarse pasados 15 días desde que el gobernante Nicolás Maduro declaró el confinamiento en el país. Gran parte de la ciudadanía, tras el anuncio, quedó sin poder trabajar y sin alternativas para obtener los ingresos extra con los que muchas familias subsistían.
Alexander Campos alerta que los primeros en cometer estos delitos fueron personas adultas, pero luego se sumaron jóvenes y posteriormente fueron incorporados adolescentes y hasta niños.
Estima que en una primera fase estos delitos están circunscritos a las propias comunidades, porque las personas no tienen los medios para salir de ellas. Sin embargo, asegura que se han formado grupos que hacen incursiones a zonas del centro de Caracas pero luego regresan a sus sectores. El integrante del Centro de Investigaciones Populares advierte que cuando en las comunidades se agoten las opciones, las bandas que se hayan formado podrían comenzar a salir.
Basándose en los reportes de la red de informantes del Centro -que está presente en todo el país-, asegura que el colapso de los servicios básicos ha acelerado la necesidad de entrar en el delito, pues se convierte para muchos en la solución menos tardía a la falta de agua, transporte, la imposibilidad para trabajar, a la carestía de gas y la inaccesibilidad de los alimentos.
Sobre lo último, destaca que en medio de la cuarentena la preocupación por la alimentación ha aumentado, pues la distribución de las cajas de los Comités Locales de Abastecimiento Popular (CLAP) es irregular. Señala que esto se replica en todo el país, pero que mientras más lejano está un pueblo de la capital mayor es la ausencia del beneficio.
Con respecto a la población que vive en situación de indigencia, Alexander Campos refiere que muchos han muerto y «lamentablemente siempre se puede caer más abajo. Los efectos de la cuarentena lo que han hecho es cerrar el camino a la personas para solucionar los problemas que ya tenían acentuados en sus hogares antes de la pandemia», dice.
Para leer la nota completa pulse Aquí
Si quieres recibir en tu celular esta y otras informaciones descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/eltequenopuntocom y dale click a +Unirme.