Nicolás Maduro, heredero político del líder socialista Hugo Chávez Frías, cumple este miércoles 10 años de su juramentación como presidente electo de una Venezuela que ha gobernado surfeando una crisis tras otra.
Maduro ha experimentado cuestionamientos a su legitimidad desde su primer día de gestión, sanciones e inestabilidades económicas, protestas de calle, investigaciones de La Haya y una comunidad internacional que le dio la espalda, con una popularidad de menos 20 %, según firmas como Datanálisis.
Aun así, el mandatario permanece en el poder, liderando entre promesas frecuentes de recuperación económica, depuración interna en su administración y un liderazgo de “mano de hierro”, todavía desde el Palacio de Miraflores, subraya el politólogo venezolano Pablo Andrés Quintero.
“Los años 2014, 2017 y 2020 fueron de formación (política) y fortalecimiento de su liderazgo, con una gran cantidad de desaciertos, como la represión”.
Pablo Andrés Quintero, politólogo venezolano.
“Su era ha estado llena de desafíos, se ha puesto a prueba desde diferentes ángulos, lo que ha fortalecido su liderazgo” en el partido de gobierno, señala.
El comportamiento de su gobierno, de acuerdo con Quintero, ha sido “esquivar una y otra crisis a lo largo de estos 10 años”.
La Voz de América repasa los hitos más relevantes del madurismo desde la muerte de su padre político, en tiempos cuando aspira a la reelección.
Inicios turbulentos
Maduro asumió la presidencia venezolana antes de ganarla por votación. La muerte de Chávez, con él como vicepresidente del poder ejecutivo, dio paso a que asumiera el cargo en marzo de 2013 entre críticas por inconstitucionalidad del proceso por la oposición.
Un mes luego, derrotó al candidato presidencial opositor Henrique Capriles Radonski por un estrecho margen de 220.000 votos en un universo de 15 millones de papeletas.
El antichavismo denunció fraude en un proceso plagado de “irregularidades, oscurantismo” y fallos judiciales a favor del oficialismo, recuerda el politólogo Leandro Rodríg
Miles de manifestantes antichavistas se volcaron a las calles para exigir la renuncia de Maduro hasta en dos oportunidades. En 2014, dirigentes como Leopoldo López llamaron a la gente a protestar en la mayoría de las regiones de Venezuela como una “salida” a una espiral de escasez, delincuencia, inflación y vulneración de derechos civiles.
Luego, en 2017, la oposición reprochó multitudinariamente en las calles la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente por parte de Maduro, que tacharon de ilegal.
Varios funcionarios vinculados al chavismo, como la exfiscal general Luisa Ortega Díaz, se expresaron en contra de las decisiones del poder político, mientras la oposición y buena parte de la comunidad internacional condenaban la represión contra los manifestantes.
La derrota electoral y la anulación del Parlamento
Bajo el liderazgo de Maduro, el chavismo perdió abrumadoramente las elecciones del Parlamento nacional en diciembre de 2015. La oposición ganó las dos terceras partes de la Asamblea Nacional, pero sentencias judiciales declararon la nulidad de sus decisiones por desacatar otro fallo que ordenaba repetir las votaciones de 3 diputaciones indígenas.
Entre sanciones e hiperinflación
La represión de las protestas de 2014, la convocatoria “inconstitucional” de una Asamblea Nacional Constituyente -según la oposición- y la actuación violenta del Estado contra manifestantes en 2017 dieron pie a que Estados Unidos y la Unión Europea, entre otros bloques de naciones, anunciaran sanciones económicas contra funcionarios del chavismo.
Luego, en 2019, la administración del presidente estadounidense Donald Trump anunció sanciones contra las instituciones políticas y financieras del gobierno de Maduro. El oficialismo las consideró como “un bloqueo” y las culpó de la crisis económica nacional.
Economía reprobada
La era de Nicolás Maduro ha estado marcada por una economía “cerrada” con controles del tipo de cambio, de precios de venta al público, de tasas de interés, de la cartera crediticia bancaria y con “talante comunista”, según el economista Aldo Contreras.
Venezuela experimentó 120% de inflación en el primer año de gobierno de Maduro y alcanzó un nivel jamás visto en el país en 2018, al llegar a 2.800.000 %. En los últimos 12 meses, el alza de precios supera el 440 %, de las más altas del mundo, precisa.
El país entró durante 50 meses en un proceso conocido como hiperinflación, una inflación fuera de control y sin tendencia a equilibrarse, entre noviembre de 2018 e inicios de 2022.
El bolívar, la moneda nacional, se ha depreciado sin pausa por la subida, por ejemplo, de hasta 304 % en solo ocho meses del tipo de cambio en su primer año de gobierno, destaca.
En ese contexto, Maduro decidió concretar dos reconversiones monetarias en 2018 y 2021 para eliminar un total de 11 ceros a la expresión de la moneda local.
El Producto Interno Bruto de Venezuela se contrajo “más de 90 %” en los últimos 9 años, detalla Contreras, presidente del Colegio de Economistas del estado andino de Táchira.
“Hubo sectores que se contrajeron al 100 %, como la construcción. El tamaño de la economía era de 460.000 millones de dólares cuando Maduro asumió el poder y ahora es de 162.000 millones de dólares”, especifica el también docente universitario.
Las reservas internacionales del país eran de 22.000 millones de dólares en 2014, pero ahora alcanzan los 9.600 millones, con un salario mínimo mensual equivalente a menos de 6 dólares.
“Más de 80 % de la población tiene salarios que no pueden cubrir ni la canasta alimentaria. Es un Estado que no logra resolver los problemas económicos primarios”, advierte.
El poder cuestionado
Maduro ganó las elecciones presidenciales de 2018 con un amplio margen sobre candidatos independientes, pues la oposición no participó en ellas, tachándolas de ilegales y fraudulentas por haber sido convocadas por la Asamblea Constituyente oficialista.
La Asamblea Nacional de 2015 desconoció esos resultados y acusó a Maduro de usurpar el poder desde el 10 de enero de 2019. Ese acto incluyó la juramentación de Juan Guaidó, entonces presidente de aquel parlamento, como mandatario encargado del país.
Al menos 60 gobiernos desconocieron a Maduro y se inició la formación de un gobierno interino opositor, que duró 4 años. La opinión pública internacional resultó “bastante tóxica” para el líder chavista, según el analista Pablo Andrés Quintero.
Las elecciones de 2018 conllevaron “la pérdida del último vestigio de legalidad” de la administración de Maduro en Venezuela, opina, por su parte, Rodríguez Linárez.
La migración sin precedentes
Al menos 7,2 millones de venezolanos han emigrado de su país por la crisis política, económica, social y de derechos humanos existente en los últimos años, con especial acento desde la ascensión al poder de Nicolás Maduro, según la plataforma de cooperación interagencial para refugiaos y migrantes conocida como R4V.
Se trata del “peor éxodo del mundo” desde un país sin conflicto armado, como en Siria o Ucrania, subraya el politólogo Leandro Rodríguez Linárez.
Las investigaciones de La Haya y la ONU
La Corte Penal Internacional decidió en noviembre de 2021 abrir una investigación sobre Venezuela por presunta comisión de crímenes de lesa humanidad, como encarcelaciones, torturas, violencia sexual y persecución contra la población por motivos políticos por parte de las autoridades civiles, miembros de las fuerzas armadas y simpatizantes del gobierno.
Maduro respondió inicialmente con la firma de un memorando de cooperación con el fiscal de la CPI, Karim Khan, pero ha criticado últimamente su rol por presunta parcialidad.
Aquella investigación inició en fase de examen preliminar en febrero de 2018. También, una misión independiente de determinación de hechos de las Naciones Unidas y la oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos indagaron in situ y denunciaron la comisión de graves violaciones a derechos fundamentales de los venezolanos por el gobierno.
La mancha de la corrupción
Varios escándalos de corrupción milmillonaria han tintado la cara del gobierno madurista, especialmente en la industria petrolera. El fiscal general Tarek William Saab, antiguo gobernador y diputado del Partido Socialista Unido de Venezuela, acusó al expresidente de la estatal PDVSA, Rafael Ramírez, de haber desfalcado 4.800 millones de dólares al Estado.
Tareck El Aissami, hombre de confianza de Maduro, respaldó esas acusaciones mientras ejercía como presidente de PDVSA y ministro de Petróleo hasta que, en marzo pasado, renunciara tras el desmantelamiento de una red de corrupción que habría dejado 21.200 millones de dólares en cuentas por cobrar en las operaciones petroleras del país.
Una oposición sin éxito
La oposición venezolana no ha logrado desalojar a Maduro del poder a pesar de calificarlo como un “usurpador” de la Presidencia y de denunciar la ruptura del orden constitucional.
Maduro ha sobrevivido políticamente a las protestas de calle de 2014 y 2017, un presunto atentado con drones cargados de explosivos en 2018, el desconocimiento de su legitimidad en 2019 y un intento de golpe de Estado cívico militar en su contra ese mismo año.
Según analistas como Quintero y Rodríguez Linárez, gran parte de la responsabilidad de los fallos políticos de la estrategia contra Maduro y el chavismo es de la misma oposición.
“El país no se ha encontrado con una oposición que se oponga realmente, sino que sigue la agenda del chavismo”, observa Rodríguez Linárez.