Para muchos de los españoles que me leen, la Transición no es un recuerdo distante, sino una memoria fresca. Después de casi 50 años, la democracia española ―como todas― ha tenido aciertos y errores. Momentos de mucha luz, y circunstancias difíciles. Pero ese tesoro, el derecho de la gente a elegir su futuro, es el mayor patrimonio de los españoles.
El País | Edmundo González
Esa es precisamente la bandera que nos mueve cada día desde que asumimos la candidatura presidencial de las fuerzas democráticas: el derecho de los venezolanos a elegir su futuro. Y el pueblo habló claramente el pasado 28 de julio: una Venezuela justa, libre, plural y democrática es hoy la causa en torno a la cual estamos unidos. Venezuela ya no es un país polarizado, como lo fue en otros tiempos de nuestra historia reciente. En todas las regiones, en todas las clases sociales, en todas las profesiones y creencias se hizo evidente el deseo de los venezolanos de que las cosas cambien. El 28 de julio también ratificamos que queremos vivir en paz: en el futuro con el que soñamos la paz es nuestra casa, la democracia es la puerta para llegar a ella y el voto es la llave para abrirla. Ahora tenemos la tarea aún más grande de articularnos para lograrlo: pueblo, dirigencia y la comunidad internacional remando en una misma dirección para que nuestra victoria en las urnas se convierta en una realidad concreta.
Ante esta realidad inocultable, hay sectores del gobierno que quieren llevar al país por un camino distinto. En la noche de las elecciones, el Consejo Nacional Electoral anunció unos resultados que dos semanas después no se han podido verificar. A la sombra de una mentira, el pueblo ha sido víctima de una arremetida violenta por parte de fuerzas represivas al servicio de quienes pretenden ignorar lo que se siente en la calle y que reposa en las urnas. Fuera de Venezuela, todo tipo de actores han puesto en duda la integridad de los resultados anunciados: desde la Unión Europea y países hermanos de la región como Brasil y Colombia, hasta organizaciones que fueron invitadas a observar el proceso electoral como el Centro Carter.
Frente a eso, desde el Comando con Venezuela articulamos una labor titánica de defensa del voto en la que participaron cientos de miles de venezolanas y venezolanos dispuestos a arriesgar sus vidas, sus familias y su futuro para proteger el mandato de las urnas. Esta labor nos permitió recopilar y publicar la gran mayoría de las actas de votación que respaldan nuestra victoria. Cualquier persona en el país y alrededor del mundo puede verificar los resultados y ver las actas individuales de cada mesa de votación en este link.
El principio que nos guía en este difícil momento es el respeto a la soberanía popular. Y la exigencia para hacer cumplir la voz del soberano es sencilla: queremos que el Consejo Nacional Electoral permita la verificación de los resultados a través de la publicación, revisión y comprobación de las actas en cada mesa electoral del país. El acompañamiento de la comunidad internacional en este proceso sería fundamental para garantizar el debido cumplimiento de nuestra Constitución y de la Ley Orgánica de Procesos Electorales.
Desde esta esquina, ratificamos nuestro compromiso a hablar y negociar con quien sea necesario para avanzar hacia una nueva democracia donde quepamos todos los venezolanos. Y lo hacemos en defensa de cada voto emitido el 28 de julio. Porque detrás de cada uno de esos votos se esconde la esperanza de una familia por reunirse, el anhelo de un abuelo por poder ver a sus nietos, el sueño de un joven de progresar en la tierra que lo vio nacer y la convicción de que los venezolanos estamos preparados espiritualmente para tener una democracia donde no existan los enemigos.