El abogado de alta sociedad que mató a balazos a su hijo y esposa

Redaccion El Tequeno

La primera vez que escribimos esta intrigante historia regada de crímenes dentro de la alta sociedad norteamericana, allá por septiembre de 2021, había sospechas, pero no certezas. Hoy, un año y medio después, ya concluido el juicio contra el prestigioso abogado Alex Murdaugh -que se llevó a cabo entre el 25 de enero y el 2 de marzo de 2023-, casi todas las cartas están sobre la mesa. En esta trama se dan cita millones de dólares, fraudes monumentales, autos de lujo, barcos, aviones y… ¡cinco muertos!

El veredicto final para el letrado que se creía intocable fue cadena perpetua. Marchó preso nada menos que por haber asesinado con disparos impiadosos a su mujer y a su hijo menor de 22 años, a quien le disparó tan de cerca que su cerebro explotó y cayó, fuera de su cráneo, junto a sus pies.

Alex Murdaugh fue a la cárcel por sus últimos crímenes, pero hay muchos más escondidos bajo la alfombra de su pasado. Un pasado lleno de oscuridad. Allá vamos.

Un tiro fallido y la “renuncia”

Alex Murdaugh tenía 53 años, llevaba veinte de casado con su mujer, tenía dos hijos y era heredero de un sólido prestigio profesional por ser parte de la tercera generación de fiscales y letrados de su familia. Andaba por la vida conduciendo autos importados de una mansión a otra por sus pagos en el estado de Carolina del Sur, Estados Unidos. Como si eso fuera poco capitaneaba su barco o volaba su avión privado que aterrizaba en su propia pista y se guardaba en su hangar particular. En sus propiedades tenía una colección de armas de todo tipo, muchas de caza, que sus hijos también sabían utilizar a la perfección.

Sin embargo, la aparente dicha por tenerlo todo, no lo era tanto. El sábado 4 de septiembre de 2021, mientras manejaba su Mercedes Benz GLS sport negro por un camino rural, vio en su tablero una indicación que marcaba que tenía una rueda desinflada (eso fue lo que dijo después). Estacionó y, mientras cambiaba la goma, un hombre llegó en una camioneta azul, bajó supuestamente para ayudarlo, pero le disparó a quemarropa en la cabeza.

Alex tuvo suerte porque no murió y pudo marcar desde su celular al 911. Fue trasladado en helicóptero al Centro de Emergencias de Parker de Savannah, en Georgia. La herida era totalmente superficial, dijeron los médicos. ¿Habían querido asesinarlo? La fortuna de la familia podía ser un objetivo. ¿O había algo más? Ya veremos.

Dos días después, fue dado de alta e inmediatamente renunció a la firma de abogados a la que pertenecía desde hacía décadas. La excusa esgrimida fue que tenía que ingresar a una clínica de rehabilitación por su abuso a la droga oxicodona, un analgésico opioide, que consumía desde hacía, por lo menos, veinte años.

Un faltante de nueve millones de dólares

El acaudalado abogado que había sido atacado estaba en medio de una gran depresión desde hacía 90 días. Más precisamente desde la tragedia que había arruinado su vida: los violentos asesinatos de su esposa y de su hijo Paul. Eso lo habría terminado de empujar a más excesos en su consumo de drogas. Él mismo lo expresó así en los medios de prensa: “Los asesinatos de mi mujer y de mi hijo me han causado enormes dificultades en la vida. (…) Tomé un montón de decisiones de las que verdaderamente me arrepiento. Estoy renunciando a mi firma de abogados para entrar en rehabilitación luego de una larga batalla contra las drogas que fue exacerbada por estos crímenes (…) Estoy muy apenado por haber lastimado a otros, incluida mi familia, amigos y colegas. Recen por mí”.

No alcanzarían los rezos. Aunque tampoco eran muchas las personas dispuestas a elevar plegarias al cielo por él. Lo cierto es que Alex Murdaugh no había renunciado a su puesto en el famoso estudio de abogados Peters, Murdaugh, Parker, Eltzroth & Detrick: había sido obligado a retirarse. Sus socios habían descubierto que se había apropiado de grandes cantidades de dinero de sus clientes de manera ilegal. La suma defraudada rozaba los 9 millones de dólares. Y todo había quedado al descubierto el viernes 3 de septiembre de 2021, justo el día anterior de aquel afortunado tiro que solo le rozó el cuero cabelludo.

Entonces, ¿había sido un ataque? O, ¿podía ser un intento de suicidio fallido?

Sus socios no callaron: “… ha sido decepcionante para todos nosotros (…) No hay lugar para él y su conducta en nuestra firma”. Hasta el hermano mayor de Alex, Randolph Murdaugh IV (54), habló por televisión y aseguró estar “shockeado, al igual que el resto de mi familia, por enterarme de la adicción de Alex y por el hecho de que haya robado dinero de la firma”.

Hasta aquí, una combinación de tragedia personal con un monumental descalabro financiero. Pero habría mucho más. Solo habría que rasguñar la superficie para descubrir lo enterrado. La prepotencia de los Murdaugh y sus tentáculos llegaban muy lejos en ese mundo donde el alcohol, las balas y el desenfreno por conseguir lo deseado no encontraba límites. Ni siquiera en la vida de los otros.

El precio de las drogas

Los abogados de Alex Murdaugh sostenían que su cliente había usado ese monto exorbitante de dinero para financiar sus onerosas adicciones. Pero una semana después, la justicia fue severa y le suspendió la matrícula de abogado. La policía había descubierto la verdad sobre el estrafalario episodio en la ruta y el fallido tiro a su cabeza. La realidad era bien distinta a la que el millonario herido había contado.

Se descubrió que Alex Murdaugh había contratado a su proveedor de drogas, el dealer Curtis Edward Smith (61), para que lo “asesinara” de un disparo. Según una de sus tantas versiones, su intención había sido que su único hijo vivo, Richard Alexander “Buster” Murdaugh (hoy de 26 años), pudiera cobrar la póliza de su seguro de vida de 10 millones de dólares. No había existido ninguna goma pinchada en el Mercedes Benz porque, además, la cubierta de su lujoso vehículo era run-flat, de esas que pueden seguir rodando muchos kilómetros sin tener que ser cambiadas. De hecho, no había rueda de auxilio en el coche. El inteligente abogado había resultado un cuentista de patas cortas.

Curtis Edward Smith terminó confesando su participación en el complot y enfrentó cargos criminales y Alex Murdaugh fue acusado de intento de estafa al seguro, por haberle provisto un arma al atacante y por haberlo entrenado para “fallar” en el tiro. ¿Qué había sido entonces? ¿Un simulacro de asesinato o una parodia de suicidio? La vida de Axel Murdaugh empezaba a revelarse como una gran estafa.

Los abogados que lo representaron complicaron la historia contando que su cliente había pensado el plan creyendo, de manera equivocada, que su hijo mayor no podría cobrar el dinero del seguro si él cometía suicidio. Por eso había contratado a alguien para “ser asesinado”. Además de estafador, parece que Alex Murdaugh no sabía mucho de su profesión ni de su especialidad que era, precisamente, el tema de litigios por daños personales. De hecho, por el tipo de seguro que tenía y por cuándo lo había contratado, el suicidio no excluía de ninguna manera a su heredero. ¿Cómo Alex podía no saberlo? ¿Cuál era el objetivo real de la patraña montada?

El 14 de septiembre de 2021, Curtis Edward Smith, fue arrestado. Dos días después, se entregó Alex Murdaugh. Si bien el fiscal le pidió a la jueza del caso, Tonja Alexander, que el monto para la libertad condicional fuera de 100 mil dólares, quedó en libertad luego de depositar una fianza de 20 mil dólares y de entregar su pasaporte. Una vez más, el reo era beneficiado por su condición de hombre con poderosas influencias.

El misterioso doble crimen

Unos meses antes de ser detenido Alex Murdaugh había protagonizado la gran catástrofe de su existencia.

El lunes 7 de junio de 2021, su mujer Margaret “Maggie” (52) y su hijo Paul (22) murieron cosidos a balazos en el área de las perreras de su coto de caza, ubicada solo a 400 metros de la mansión de 550 metros cuadrados en la que la familia vivía edificada sobre un terreno de unas 717 hectáreas, en Moselle, Islandton, Carolina del Sur. En la propiedad, valuada en más de 4 millones de dólares, había varias construcciones, incluida una cabaña de unos 150 metros cuadrados que los chicos usaban en los veranos para quedarse con sus amigos.

La primera versión del dueño de casa fue que esa noche, cuando llegó a su propiedad luego de haber visitado a su madre que sufría de demencia, durmió una corta siesta en el sillón del living. Y fue recién más tarde que encontró los cuerpos de su mujer y de su hijo en las perreras. A las 22.07 llamó al 911 y alterado pidió ayuda: “Habla Alex Murdaugh, ¡les dispararon a mi esposa y a mi hijo!”. Dijo que, por lo que veía, no parecían estar respirando.

La investigación comenzó esa misma noche a las 23.47 cuando los detectives llegaron a la escena de los homicidios. Según se estableció posteriormente, las víctimas habían recibido los disparos entre las 21 y las 21.30. Paul tenía heridas de bala en el torso y en la cabeza hechos con una pistola convencional; Maggie, tenía disparos en la cabeza, el torso y las muñecas producidas por un rifle semiautomático. ¿Eran dos los atacantes? La duda estaba instalada.

Al principio, nadie sospechó del angustiado padre de familia y no se presentaron cargos. No podían pensar que pudiera estar involucrado. Alex parecía destruido.

El 11 de junio se realizaron los funerales de Maggie y Paul bajo una lluvia torrencial. Los hermanos de Alex Murdaugh dijeron convencidos al programa Good Morning America: “Mi hermano amaba a Maggie y a Paul tanto como a su hijo Buster. No hay posibilidad de que él tenga nada que ver con esto”.

El 25 de junio de 2021 él y su hijo mayor, Buster quien tenía 24 años en ese momento, ofrecieron una recompensa de 100 mil dólares para quien aportara datos para encontrar a los culpables de los asesinatos de Maggie y Paul.

Alex dijo a los medios: “Es tiempo de pensar en la Justicia por Maggie y Paul. Buster y yo, junto con los padres de Maggie y nuestra familia entera, pedimos que nos ayuden y si tienen información que se comuniquen con la línea de recompensas de la policía o con la de Crime Stoppers”.

La declaración de Alex era, cuanto menos, hipócrita. Pero para saber de esto falta recorrer un trecho todavía.

En el mes de octubre de ese mismo año se mencionó a Alex Murdaugh como persona “de interés” en el caso. ¿La razón? Habían comenzado a aparecer detalles en la investigación que indicaban que el matrimonio, antes de los crímenes, enfrentaba problemas conyugales. De hecho, hacía algún tiempo que Maggie estaba viviendo lejos de su marido y se había instalado en su casa de playa en Edisto Island. Algo más: había consultado a un abogado de Charleston, especialista en divorcios.

Además, estaban los registros de las llamadas de sus celulares. Estos indicaron que Alex había llamado a su esposa Maggie varias veces para concretar un encuentro en la casa de Moselle y le había propuesto que luego fueran juntos a visitar al padre de Alex, quien estaba internado con un cáncer terminal.

Maggie no quería encontrarse en Moselle, prefería un lugar público y neutral, pero la insistencia de su marido terminó por ganar la discusión. Ella manejó hasta el campo y estacionó su auto. Se encontró con su hijo Paul y caminaron hasta las perreras hacia su muerte.

La que les tenía preparada el patriarca de la familia. El querido esposo, el amante padre.

La policía enfrentaría severas críticas por su accionar durante el comienzo de la investigación. La escena de los crímenes fue pisoteada bajo la lluvia y fracasaron con la recolección de ADN porque le habían permitido a los familiares caminar por todos lados tocando todo.

No habían sabido cómo manejar a una familia tan encumbrada. Quizá, víctimas de los prejuicios, los agentes hayan presumido que un millonario no rifaría su destino dorado de esa manera burda y sangrienta.

Dos años antes: borrachera y un choque mortal

Paul Murdaugh, quien murió bajo una lluvia de balas ese 7 de junio, dos años antes, y con solamente 19 años, había protagonizado su propia historia de violencia y mentiras.

Para este capítulo negro familiar hay que remontarse al 24 de febrero de 2019, cuando Paul se subió junto con varios amigos y amigas al barco de su padre, con un cargamento de alcohol comprado con el documento de su hermano Buster, mayor de edad. Iban a una fiesta, navegando por el río Beaufort, dónde comerían ostras asadas. Paul tomó sin parar. A las dos de la madrugada decidieron volver. Varios les ofrecieron llevarlos en auto, pero Paul no quiso dejar su barco. Eran seis jóvenes deslizándose sobre el agua en la oscuridad, cuando la conducción de Paul se volvió errática. Sus amigos y su propia novia, le rogaron que dejara llevar el timón a uno de ellos. Se negó orgulloso: “Nadie va a manejar mi barco”, gritó. El descontrol conducía la nave de pesca de 6 metros de eslora. Discutieron entre ellos y la novia de Paul lo enfrentó. Él le dio un cachetazo. De pronto, sufrieron un impacto brutal y en medio de gritos cayeron al agua. Mallory Beach (19) iba charlando con su novio Anthony Cook, cuando voló por el aire y se la tragó el río. Cuando llegaron empapados a la orilla se dieron cuenta de que estaban debajo del puente en Archers Creek. Ahí se percataron que Mallory no estaba. En medio de la histeria, Connor Cook, hermano del novio de Mallory, llamó al 911. Eran las 2.30 de la madrugada. El servicio de rescate llegó y los heridos sobrevivientes fueron derivados al Beaufort Memorial Hospital.

El pelirrojo Paul Murdaugh llegó en calzoncillos y totalmente ebrio. Tenía en sangre tres veces más alcohol de lo legalmente permitido.

El cuerpo de Mallory fue localizado una semana después. Los peritos establecieron que había muerto ahogada luego de un gran golpe contra algo filoso.

El 18 de abril de 2019, Paul fue imputado por la muerte de Mallory y por las heridas que sufrieron dos de los otros jóvenes. Se declaró no culpable y quedó en libertad gracias, otra vez el dinero como protagonista, a que su padre pagó la fianza de 50 mil dólares. En el juicio podría ser sentenciado a 25 años de cárcel. Pero Paul portaba una ventaja sobre el común de los mortales: un apellido de letrados que, en la zona, constituía un pasaporte a la impunidad.

En el hospital se presentó el mismísimo dueño del barco, Alex Murdaugh. Quería intentar presionar a los testigos para que declararan cómo a él le convenía. La prepotencia era absoluta. Anthony Cook, novio de Mallory, se expresó furioso: “Paul debe pudrirse en prisión”.

En los meses que siguieron, Paul Murdaugh recibió varias amenazas de muerte por mail. Su abuso con el alcohol venía en ascenso vertiginoso desde la muerte de la que había considerado como su segunda madre un año atrás, Gloria Satterfield, quien lo había criado desde los 2 años de vida. Pero ya hablaremos de esta muerte más adelante.

Por todo esto, cuando Paul apareció asesinado junto a su madre, hubo especulaciones de todo tipo. ¿Podría ser una venganza por lo ocurrido con Mallory Beach? En todo caso, muerto ya no podría responder por ello. Y, además, su homicidio no impidió que la familia de Mallory continuara con la demanda civil.

Un atropellado… ¿accidental?

Los detectives investigaban el doble homicidio de los Murdaugh en 2021 cuando se toparon con una información antigua sobre otro crimen, ocurrido en el año 2015. El caso ya había sido archivado: era la extraña muerte de un joven llamado Stephen Smith.

El cuerpo de Stephen, de 19 años, había sido hallado a la vera de la ruta Sandy Run, en Hampton, el condado que siempre estuvo bajo la influencia de la dinastía Murdaugh, el 8 de julio de 2015. El cadáver presentaba un golpe fatal en la cabeza. Se pensó que podía haber sido atropellado por alguien que había huído. No hubo acuerdo entre los peritos criminales. El forense Ernie Washington declaró que la muerte parecía haber sido un homicidio y dijo ver algo así como una herida de bala y que Stephen poseía una herida defensiva en una de sus manos. Además, en la escena, no había trozos de ningún vehículo. Pero otros opinaron lo contrario: al no haber hallado ninguna bala sumado al hecho de que el joven había sido hallado en el camino, entre su vehículo que no arrancaba y su residencia habitual, parecía un simple accidente. Sospecharon que podría haber sido golpeado por el espejo de un camión -cuyo conductor habría optado por fugarse- y que eso le hubiera abierto ese agujero en la cabeza.

Lo cierto es que Stephen Smith, quien estudiaba enfermería, era abiertamente gay. Y, según su madre Sandy Smith, esa podría haber sido la causa de su homicidio. Ella declaró, desde el comienzo, que sospechaba que su hijo había sido objeto de un “crimen de odio” por su condición homosexual. Entre los rumores circulantes había uno que lideraba las apuestas: Buster Murdaugh, el hijo mayor del magnate, sería parte del grupo que lo había asesinado. Buster era mencionado más de cuarenta veces en las fichas policiales por distintos entrevistados quienes lo involucraban en la muerte de Stephen. Un dato clave: Buster y Stephen habían sido compañeros de clase en el secundario de Wade Hampton.

Pero con el paso del tiempo todos los rumores se fueron acallando. No había pruebas y la sombra de la poderosa familia Murdaugh asustaba a los potenciales testigos.

El 22 de junio de 2021, luego de los crímenes de Maggie y Paul, se reabrió la investigación. Sandy salió a decir: “He estado esperando por esto desde siempre.(…) Era como si nadie buscara respuestas. Stephen no obtuvo, todavía, justicia”. Hasta hoy nada más ha trascendido.

Caída fatal por las escaleras y una propuesta indecente

Hubo otro caso que los detectives rescataron de las fichas policiales y que tenía un lazo directo con los Murdaugh. Gloria Satterfield, la casera de la familia, había muerto en febrero de 2018, en la mismísima casona de los Murdaugh, en un accidente doméstico. Se habría tropezado con los perros y había caído por la elegante escalera con tanta mala suerte que se golpeó la cabeza. Agonizó inconsciente en el hospital durante unos días hasta que murió el 26 de febrero. Tenía 57 años y llevaba trabajando con la familia más de veinte. Su partida de defunción, sin embargo, decía que había muerto por “causas naturales” y no hubo autopsia. Se ve por todos lados la mano “legal” de Alex Murdaugh moldeando la realidad a su gusto.

Fue el mismísimo Alex Murdaugh quien le propuso a los hijos de Gloria, Michael Satterfield y Brian Herriot, que le entablaran juicio para que el seguro se hiciera cargo de la muerte de Gloria y así ellos cobraban el dinero de la póliza que ascendía a nada menos que 4.3 millones de dólares. Murdaugh les presentó al abogado Corey Fleming para que los representara en el juicio contra él mismo en el reclamo por la muerte de su madre. Por supuesto, los hijos no vieron un solo peso. Alex Murdaugh terminó admitiendo que se había quedado con todo ese dinero. Los hijos de Gloria se enteraron de esto por la prensa y, a fines del 2021, presentaron una demanda contra Murdaugh por estafa y llegaron a un acuerdo. Algunos especulan que Gloria sabía demasiado de la vida de Alex Murdaugh y que eso podría haber causado su muerte. O, algo peor. La póliza del seguro había sido contratada solo un mes antes… ¿podría haber sido Gloria empujada por las escaleras por algún miembro de la familia para poder ejecutar un fraude al seguro? Quién sabe.

El heredero del preso otrora “prestigioso”

En julio de 2022 Alex Murdaugh fue finalmente detenido y acusado por los crímenes de su mujer y su hijo. El teléfono celular lo situaba a la hora y en el lugar exacto dónde ocurrieron los asesinatos.

El 25 de enero de este año comenzó el juicio en Walterboro, Carolina del Sur. El acusado fue defendido por los letrados Dick Harpootlian y Jim Griffin.

La prueba clave de la fiscalía fue un video tomado por Paul Murdaugh para Snapchat momentos antes de morir. En él se ve el lugar dónde estaba la víctima parada, se observan los perros y, al fondo, se escucha la voz de su propio padre. Cinco minutos después madre e hijo morían acribillados.

En enero de 2023, justo antes del juicio, los familiares de Mallory Beach y de los otros dos heridos en el accidente, firmaron un acuerdo monetario extrajudicial.

El 21 de febrero de 2023, Buster, el hijo mayor de Alex fue llamado al estrado para declarar a favor de su padre. Conservó la calma durante una hora cuarenta y dos minutos. Cada tanto, parecía a punto de quebrarse. Dijo que su padre había quedado destruido por las muertes: “Estaba con el corazón roto”. Su padre lloró al escucharlo.

La defensa insistió en que no había sangre en la ropa que el acusado usaba esa noche y que no había testigos directos de los tiros. El 23 de febrero Alex Murdaugh tomó la palabra y negó haber disparado contra su mujer y su hijo. Aunque no pudo negar que fuera su voz la del video filmado a las 20.44 de ese día fatal. Era escalofriante porque de alguna manera el hijo muerto señalaba en las redes a quien lo había asesinado. Finalmente, Alex aceptó haber estado allí, atribuyó sus dichos anteriores a pensamientos paranoides producto de su adicción a los opioides y admitió también haber robado dinero de sus clientes.

El fiscal Creighton Waters, aseveró: “La investigación concluyó que había solo una persona que tenía el motivo, que tenía los medios, que tuvo la oportunidad para cometer estos crímenes (…)”.

El 2 de marzo, luego de tres horas de deliberaciones, el jurado compuesto por doce personas dio su veredicto: culpable. El juez sostuvo que la evidencia era abrumadora. Fue sentenciado a dos cadenas perpetuas sin posibilidad de libertad condicional y trasladado al Correccional de Kirkland para determinar, en un plazo de 45 días, a qué prisión de máxima seguridad será enviado para vivir lo que le quede de vida.

Un legado de mentiras

De Buster Murdaugh, el heredero que quedó vivo, se sabe poco más. El joven había pensado seguir los pasos de su padre en el derecho y se había inscripto en la Universidad de Carolina del Sur. Pero en marzo de 2019 fue expulsado de la institución por plagio, según publicó el medio The Wall Street Journal. Lo que se hereda no se hurta dice el refrán popular. Las mentiras parecen estar impresas en el ADN familiar. Según The Post and Courier, un diario local de Carolina del Sur, la familia Murdaugh pagó luego 60 mil dólares a un abogado con buenas conexiones para lograr que Buster fuera readmitido en la universidad. Un escándalo. En septiembre de 2022 el abogado de Alex Murdaugh, Jim Griffin, le dijo a ese mismo medio que la universidad y Buster habían llegado a un acuerdo: el joven no volvería a esa casa de estudios. El parecido físico de Buster con su padre es sorprendente y es más pelirrojo que lo que fue su hermano Paul. Buster hoy estaría viviendo en un lujoso condominio en Hilton Head Island, con su novia la abogada Brooklynn White y su perro golden retriever llamado Miller. Nunca habría vuelto a pasar ni una noche en la casa de campo donde ocurrieron los asesinatos. Tampoco a la casa de playa donde vivía su madre antes de morir.

Como no podía ser de otra manera, la historia llegó con éxito a HBO Max y a Netflix. Era demasiado jugosa para dejarla pasar.

El poder, el dinero, las influencias y las mentiras no siempre se salen con la suya. A veces, como en este caso, la verdad puede sacar su cabeza por entre el barro y darnos un respiro. Menos mal.

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