“El día que conocí a Bin Laden”, un relato íntimo sobre los motivos para unirse a la yihad

Redaccion El Tequeno

“No intentéis comprenderme”. Esto es lo que le dijo Nizar Sassi al historietista francés Jérémie Dres para que plasmara en el cómic “El día que conocí a Bin Laden” cómo fue captado por Al-Qaeda cuando era joven para ser entrenado en Afganistán y matar en nombre del islam.

En 2001, Nizar Sassi y Mourad Benchelalli eran dos muchachos de 15 años que vivían una “vida normal” en Vénissieux, en la periferia de Lyon (Francia).

Un día, el hermano de Mourad (que militaba ya en el grupo terrorista Al-Qaeda) los convence para viajar a Afganistán, donde conocerán a Osama Bin Laden y vivirán, con consecuencias personales, los atentados cometidos el 11 de septiembre de 2001 en EEUU.

Una historia “vieja”, cuenta a EFE el autor del cómic, porque hablamos de algo que sucedió hace más de 20 años, pero también muy actual. “Si hace unos años los jóvenes franceses eran captados para ir a ese país, ahora lo son para viajar a Siria”, explica.

“Es una vieja historia que me fascinó -añade- porque me hizo pensar en cuáles fueron las razones para ir allí”.

Eso es lo que explica Dress en estas viñetas, ya que se “obsesionó” con conocer los motivos por los que estos jóvenes franceses musulmanes, “integrados” en la vida francesa, se embarcaron en esta aventura yihadista.

La “aventura” finalizó cuando Estados Unidos bombardeó la localidad afgana de Jalalabad y ellos huyeron con otros combatientes a las montañas de Tora Bora.

ACABAR CON LA SOSPECHA

Según Dres, “los culpables de que ocurra esto son las organizaciones terroristas, porque son ellas las que quieren captar a jóvenes europeos”.

“Pero tenemos que entender -matiza- que, en países como Francia o Bélgica, hay mucha gente que vive en las periferias, en guetos. No es que no estuvieran integrados, es que no se sentían integrados en gran parte debido a los discursos de los políticos”.

Esta reflexión lo lleva a reconocer que es “pesimista”, porque este problema “no se ha resuelto”. En parte no ha sido así porque cuando se informa de exyihadistas que, como en el caso de Mourad, se dedican a dar charlas en centros escolares sobre el peligro de la captación, no son tratados “como se merecen”.

“No nos podemos quedar con que son sólo ‘dos exyihadistas’”, advierte el autor.

En cuanto al futuro para que la sociedad entienda que muchas de estas personas no son más que “jóvenes frustrados”, Dres afirma que “necesitaremos más de 20 años para entender” esta situación.

Así, “El día que conocí a Bin Laden” llega a España publicado por la editorial Garbouix Books para dar testimonio del sufrimiento de Nizar Sassi y Mourad Benchelalli, ahora dos adultos de 40 años.

En sus páginas, el lector conocerá cómo llegan a Pakistán en la huida y allí son vendidos al Ejercito, que los entrega a los estadounidenses y luego los envían al centro de reclusión de Guantánamo.

Y de ahí a Francia, donde pasaron un año en la prisión de Fleury con la sospecha de terrorismo, la misma que aún los persigue y que Dres intenta eliminar con más ahínco en el segundo volumen de esta obra, que tratará sobre su vida después de los atentados de 2001.

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