KELT-9b es un exoplaneta gigante más caliente que algunas estrellas, alcanzando los 7.426,7 grados Celsius en su superficie. Sin embargo, de alguna manera tiene una atmósfera. Pero un nuevo estudio que utiliza datos del Telescopio Espacial Spitzer de la NASA ha revelado que las moléculas en su atmósfera se hacen pedazos constantemente.
El exoplaneta fue descubierto inicialmente en 2017 por astrónomos utilizando el proyecto Kilodegree Extremely Little Telescope, que combina el poder de observación de dos telescopios robóticos en Sudáfrica y el sur de Arizona.
Es a lo que los astrónomos se refieren como un Júpiter ultracaliente. Los Júpiter calientes fueron algunos de los primeros exoplanetas que se descubrieron. Aunque están en órbitas demasiado cercanas a sus estrellas para soportar la vida en la superficie del planeta, estos intrigantes gigantes gaseosos son diferentes a cualquier planeta de nuestro sistema solar.
KELT-9b es una rareza, incluso en su propia clase de exoplanetas. Está en la constelación de Cygnus, orbitando una estrella a 670 años luz de la Tierra. Registra tres veces la masa de Júpiter y está tan cerca de su estrella, KELT-9, que completa una órbita a su alrededor cada 1,5 días terrestres.
El planeta está atado por mareas a su estrella, de igual forma en que la Luna siempre muestra la misma cara a la Tierra. Y los nuevos datos proporcionados por Spitzer, el observatorio de infrarrojos de la NASA, mostraron que las moléculas de gas hidrógeno están trituradas en el lado diurno del planeta. Esas moléculas no pueden reformarse hasta que aparecen en el lado nocturno del planeta, que es un poco más frío.
El proceso se repite cuando las desafortunadas moléculas vuelven al lado del día. Los hallazgos fueron publicados esta semana en la revista Astrophysical Journal Letters.
“Este tipo de planeta tiene una temperatura tan extrema que está un poco separado de muchos otros exoplanetas”, dijo Megan Mansfield, autora principal del estudio y estudiante de posgrado de la Universidad de Chicago. “Hay algunos otros Júpiter calientes y Júpiter ultracalientes que no son tan calientes pero aún lo suficientemente cálidos como para que este efecto tenga lugar”.
Spitzer es sensible a las variaciones de calor, por lo que las observaciones realizadas por el telescopio les permitieron a los astrónomos detectar el flujo de temperatura entre el día y la noche. En este caso, la diferencia de temperatura no es grande, lo que significa que es probable que el calor fluya del lado del día al lado de la noche.
Pero un nuevo giro sugerido por los datos es que el “punto caliente” del planeta, que debería estar directamente debajo del resplandor de la estrella, ha cambiado, según el estudio. KELT-9b continúa sorprendiendo a los investigadores.