El Hospital de Peluches: una segunda vida a los juguetes con experiencia

Redaccion El Tequeno

Cientos de peluches, muñecas y juguetes, son “operados” por un grupo de voluntarias en El Hospital de Peluches que es liderado por Lilian Gluck.

Desde el 2017, la casa de la familia Gluck también se convirtió en el primer hospital de juguetes del país.

Si les faltan ojos, nariz, boca o necesitan suturas, están en el lugar indicado, pues de allí saldrá como nuevos y en camino a ser motivo de alegría para un niño venezolano.

Han pasado casi 20 años desde que Lilian, educadora de profesión, se retiró de las aulas de clases y, aunque no imaginaba que su carrera continuaría en el Hospital de Peluches, sigue educando desde su labor social. 

“Dignificar a los niños venezolanos” es una de las frases célebres de esta venezolana que cada semana reúne a su equipo de voluntarias para arreglar los juguetes que reciben por donaciones en sus centros de acopio.  

Más de 50 mil juguetes han salido del Hospital de Peluches desde su fundación en el 2017.

Esta historia comenzó cuando Lilian se dio cuenta de que la infancia y adolescencia de sus tres hijos había terminado, pero aún conservaba todos los juguetes que alegraron sus días por años. 

“Decidí darles una segunda vida”, rememora Lilian; los entregó a vecinos, amigos y pacientes del Hospital Clínico Universitario y, desde entonces, se dio cuenta de que los juguetes usados tenían un propósito más grande para Venezuela. 

En entrevista exclusiva para Solaz, Lilian habla sobre la historia y el trabajo que hacen en El Hospital de Peluches. 

Una iniciativa de reciclaje y buena voluntad

Desde sus inicios, afirman haber tenido una excelente recepción. Sobre todo, porque además de restaurar juguetes, también poseen una labor pedagógica en torno al reciclaje y la dignificación de los niños. 

“Soy tu nuevo amigo. Soy un peluche con experiencia, pues jugué con otros niños. Quiéreme y cuídame que yo haré lo mismo contigo. Cuando seas grande, regálame a otro niño que me quiera y juegue conmigo como tú”, dice la etiqueta de cada juguete  que sale de El Hospital de Peluches.

Lilian cree que cada persona tiene algo para reciclar y así ayudar a reducir el impacto de la basura en el medio ambiente; pero, sin excepciones, solo entregan cosas que estén en buen estado.

Actualmente, cuenta con 40 voluntarias (y algunos hombres) en Caracas, pero también tienen personas que reparten sus juguetes en el interior de Venezuela y otras que recolectan desde la ciudad de Miami, Estados Unidos. 

Los juguetes se dirigen a hospitales reales, otras fundaciones y centros educativos. Además, trabajan de la mano con empresas que se pongan en contacto con ellos para contribuir con su labor o aumentar el alcance de su mensaje.

Convertir su casa en un hospital es una idea que, para Lilian, no ha perdido sentido; más bien cree que funciona para “decirle al país que sin importar el dinero que se tenga, la colaboración de muchos puede alegrar a los niños de un país”. 

“Próximos regalos de los niños de Venezuela”

Una mesa de costura, otra de puesta de lazos y una más para clasificar los juguetes que estén listos para un nuevo dueño; un equipo de cuarenta voluntarias reparte sus esfuerzos en el patio trasero de la casa de Lilian.

Cada una de ella está haciendo algo; reforzar la costura de un peluche o arreglar el pelo de una barbie. Todas trabajan bajo la atenta mirada de “las veteranas” quienes forman parte del hospital desde el 2017. 

No hay batas blancas, ni anestesia, pero se trabaja tal cual como en un hospital. El paciente es tratado con amor y con un objetivo claro: hacerlo sentir como nuevo. 

Dios sabe a qué niño le tocará ese muñeco”, dice Esther, voluntaria en el Hospital desde hace un año y medio, con respecto a un juguete que está en terapia intensiva.

“Lo desarmé completamente y le hice ropa nueva, falta rellenarlo y afinar los últimos detalles para que se pueda ir a jugar por ahí”, explica entre risas. 

El hospital se mantiene gracias a las donaciones de sus seguidores en redes sociales, empresas y otras fundaciones aliadas. Su directora afirma que es el lugar en el que nacen “los próximos regalos de los niños de Venezuela”.

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