El imperio económico de Silvio Berlusconi, sacudido por la muerte de su fundador, encara un periodo de incertidumbre, lleno de especulaciones sobre su futuro y los posibles litigios entre sus herederos.
Los inversores se abalanzaron el martes sobre las acciones de su grupo de televisión MediaForEurope (ex-Mediaset), cuyo precio se disparó en la Bolsa de Milán desde el anuncio el lunes del fallecimiento del magnate. El mercado prevé una posible cesión del grupo con beneficios.
Fininvest, el «holding» de la familia Berlusconi con el que controla infinidad de sociedades, quiso atajar los rumores asegurando que sus «actividades proseguirán en la línea de continuidad absoluta en todos los aspectos».
La sucesión del magnate, tercera fortuna de Italia con un patrimonio según Forbes de 6.400 millones de euros (6.800 millones de dólares), será compleja, pero parece que el patriarca octogenario lo dejó todo bien resuelto, según los analistas.
«Su imperio sobrevivirá sin Silvio Berlusconi ya que consiguió asegurar una transición entre las generaciones que fue planificada antes», explica a AFP Andrea Colli, profesor de historia empresarial en la Universidad Bocconi de Milán.
El exdirigente, que entró en la vida política italiana a principios de los años 1990, hacía mucho tiempo que no intervenía «directamente» en la gestión de su grupo, según Colli.
En su opinión, Berlusconi «aprovechó su estatuto de emprendedor para acceder al poder» y luego «utilizó su influencia política para fines personales y, sobre todo, para apoyar su imperio».
«Personalidad de hierro»
En primera línea se sitúa su hija Marina, de 56 años, presidenta de Fininvest desde 2005 y de la editorial Mondadori desde 2003, llamada la «zarina» o el «cerebro financiero» del clan Berlusconi.
«Marina Berlusconi tomó el relevo de su padre, adquiriendo de forma progresiva los espacios de libertad e independencia que le permitieron convertirse en puntal de referencia para el grupo», estima Colli.
«Parece frágil, pero tiene una personalidad de hierro», le gustaba decir a Silvio Berlusconi de su hija mayor, una de las mujeres más poderosas del mundo según la revista Forbes.
Una transición que ha sido un éxito, para Giuseppe Di Taranto, profesor emérito de historia de la economía en la Universidad Luiss de Roma.
«No hay riesgo de decaimiento del imperio Berlusconi, que saldrá, al contrario, reforzado, porque sus hijos han demostrado ser muy buenos administradores», asegura.
Di Taranto hace referencia a Marina y a su hermano Pier Silvio Berlusconi, de 54 años, que tomó las riendas de Mediaset en 2015.
Nacidos del primer matrimonio de Silvio Berlusconi con Carla Dall’Oglio, Marina y Pier Silvio poseen cada uno 7,65% de Fininvest.
Los otros tres hijos, Luigi, Eleonora y Barbara, fruto del segundo matrimonio con Veronica Lario, tienen juntos el 21,42%.
«Modus vivendi»
El magnate, fallecido a los 86 años, controlaba 61,21% de Fininvest, parte que deberá repartirse entre sus herederos cuando se abra el testamento.
La galaxia Berlusconi también incluye Mondadori, controlada en 53,3%, y el banco Mediolanum, del que Fininvest posee 30,1%. A ello se suman la productora de cine Medusa, numerosas mansiones de lujo y yates, y el club de fútbol de Monza.
«Marina se convertirá probablemente en número uno del grupo y poseerá la mayoría (de acciones) con Pier Silvio. No creo que habrá querellas en la familia, que está muy unida», estima Di Taranto.
¿Qué papel tendrá Marta Fascina, de 33 años, pareja de Silvio Berlusconi desde 2020, exmodelo y diputada de su partido Forza Italia? ¿Podría sembrar la discordia? «No», zanja Andrea Colli, porque después de que se produjeran tensiones al principio con los hijos, «encontraron un modus vivendi».
AFP